068 - Abril - Junio 2022

Editorial 68: Volcanes

Odio a los indiferentes. Creo, como Friedrich Hebbel, que ‘vivir significa tomar partido’.
No pueden existir quienes sean solamente hombres, extraños a la ciudad.
Quien realmente vive no puede no ser ciudadano, no tomar partido.
La indiferencia es apatía, es parasitismo, es cobardía, no es vida.
Por eso odio a los indiferentes. 
La indiferencia es el peso muerto de la historia.
Es la bola de plomo para el innovador,
es la materia inerte en la que a menudo se ahogan los entusiasmos más brillantes,
es el pantano que rodea a la vieja ciudad y la defiende mejor que la muralla más sólida,
mejor que las corazas de sus guerreros, que se traga a los asaltantes en su remolino de lodo,
y los diezma y los amilana, y en ocasiones los hace desistir de cualquier empresa heroica.
A. Gramsci1

 

[1]

Sin decaimiento alguno en el ánimo, ni pretensión efectista, no hace falta mucha perspicacia para constatar que a nuestro planeta le están brotando picudas protuberancias por doquier, de las cuales emanan vapores y humos y se expelen rocas ígneas, ceniza, lava incandescente. Algunos conos emergen del fondo del mar coronados de plástico; otros, clásicos pero sin memoria, se reactivan una y otra vez: son las guerras, ahora en una modalidad no nueva pero sí creciente de asesinatos a distancia. Y si los geólogos y vulcanólogos afirman que los volcanes son generados por la dinámica interna misma del planeta, en cambio, al parecer estas prominencias inquietantes, estas jorobas volcánicas que se alzan ahora en la sala de nuestra casa común no son de factura geológica, sino grandes abscesos y pústulas antropogénicas.

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Acueducto de Zempoala: historia de su construcción y de sus constructores

Resumen

Este imponente acueducto que alcanzó 48.2 km de largo comenzó a construirse en 1555 bajo las órdenes del padre franciscano Francisco de Tembleque, de Juan de Zarza de Agüero y de la calificada mano de obra de trescientos a cuatrocientos constructores indígenas quienes por tramos, debían llevar hasta Otumba el líquido del que carecían no sólo sus pobladores sino el mismo convento del pueblo de Zempoala. Los símbolos  glíficos que han sido registrados dan cuenta de la pervivencia ideológica de los pueblos indígenas participantes en la monumental obra. Convencidos de la importancia de contar con un convento y templo de la jerarquía que tendría Todos los Santos al ser favorecida con frailes permanentes que residieran en el propio convento, los pueblos de Zempoala, Tlaquilpa y Tzacuala firmaron en 1553, el contrato para vender a Otumba parte del agua que nacía en sus tierras, uniéndose Tecpilpan a los pocos años. Con ello las tres poblaciones convienen en congregarse en las inmediaciones del convento con el fin de privilegiarse tanto de la cercanía del agua que llegaba a la fuente del tianguis como del estatus que les proveía contar con la iglesia y el convento que comienzan a construir en ese año.

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Los museos: entre la revolución y el saqueo

Resumen

Con la formación de los Estados Nacionales en América Latina en el siglo XIX, se configuraron diversos elementos para consolidar una identidad particular que correspondiera con el modelo de Estado moderno. En este contexto, los museos se posicionaron como espacios que permitían la consolidación y afirmación de discursos, símbolos y personajes nacionales.

Los museos nacionales son administradores de la riqueza y el tiempo social, pues dentro de estos recintos se expone y periodiza una historia común. Ésta corresponde a un discurso hegemónico que legitima y establece un proyecto nacional.

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Hilados Veloces. Los obreros textiles y las fábricas de Río Blanco Veracruz y Soledad Vista Hermosa en San Agustín Etla, Oaxaca

Introducción

La fábrica de Río blanco en Veracruz y la fábrica de La soledad vista hermosa ubicada en el Municipio de San Agustín Etla, Oaxaca, formaron parte de un proyecto modernizador de la industria textil a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, dicho proyecto fue posible gracias a la participación de un sector obrero que se especializó en el manejo de modernas máquinas textiles. Dentro de este sector existieron migraciones laborales que establecen vasos comunicantes entre una y otra. Para sustentar lo anterior en el archivo sindical de la fábrica de Río blanco en Veracruz (2007) se detectaron varios obreros cuya procedencia era de municipios del estado de Oaxaca algunos de ellos de la fábrica de la soledad. Este hallazgo conectó a las fábricas y sus espacios. Lo que llevó a plantearnos el cómo los obreros textileros trascendieron con su cultura fabril para transformar sus comunidades de origen y dar vida a nuevas formas de coexistir.

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Desde Honduras. La otra cara de la mentira sobre la migración y el hambre

En el siglo XXI, la crisis civilizatoria ha creado el mito de que la migración de los países pobres a ricos, así como el hambre que existe en los países, se debe al escaso desarrollo: deficiencia en la educación, vida precaria y en cierta manera, a la condición inferior (menor desarrollo de las “capacidades culturales”) para impulsar un desarrollo sostenible y una mayor competitividad para superar el atraso.

Este enfoque tiene como base considerar a nuestros pueblos como inferiores, donde en forma oculta o abierta prevalece la ideología del racismo y la naturaleza violenta de nuestras sociedades.

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