Desde Honduras. La otra cara de la mentira sobre la migración y el hambre

En el siglo XXI, la crisis civilizatoria ha creado el mito de que la migración de los países pobres a ricos, así como el hambre que existe en los países, se debe al escaso desarrollo: deficiencia en la educación, vida precaria y en cierta manera, a la condición inferior (menor desarrollo de las “capacidades culturales”) para impulsar un desarrollo sostenible y una mayor competitividad para superar el atraso.

Este enfoque tiene como base considerar a nuestros pueblos como inferiores, donde en forma oculta o abierta prevalece la ideología del racismo y la naturaleza violenta de nuestras sociedades.

Sin embargo, las civilizaciones indígenas y las culturas afrodescendientes han demostrado que respetan la naturaleza, y en su marco de vida comunitaria el ser humano y simbiótico considera a nuestro planeta como una madre. Recordamos que la palabra madre se relaciona con “Mother” o sea, materia, en este caso referida al cuerpo como un ser creador de la vida.

En consecuencia, en nuestros países de América Latina y El Caribe, esos  sectores luchan por la defensa de los territorios, la protección de la biodiversidad, los bosques, el espíritu colectivo y el sentido simbiótico; es decir, por una comunidad no antropocéntrica, donde los seres humanos respetan, conversan y conviven con las plantas y las diferentes especies de animales.

Por lo anterior, resulta a veces inconcebible que la metáfora de que el agua es la unidad de la vida y de que por tanto sin agua no podemos vivir, es más entendible en una comunidad indígena que en una comunidad científica universitaria, donde sus integrantes pueden tener más conocimiento sobre la estructura molecular del agua, pero no necesariamente tienen el sentido de una ciencia con la conciencia de amor a la madre tierra a través de la forma como la protegen las comunidades indígenas campesinas y garífunas en Honduras en la defensa de los territorios; en otras palabras, los discursos académicos, sin el pueblo, son metáforas muertas.


Fotografía de Luis Méndez 

Esto nos llevan a pensar que cuando hablamos de cuál es la verdad sobre la migración y el hambre, tenemos que hacer uso de cinco dimensiones claves: la histórica, la lógica, la estética, la política y la ética.

El análisis histórico y contextual es fundamental porque el conocimiento tiene una base procesual. Si partimos de la colonización, los indígenas mujeres y hombres fueron considerados como una raza inferior y, por lo tanto, fueron discriminados, excluidos y explotados al igual que los inmigrantes forzados, que en condición de esclavos fueron comercializados por los colonizadores.

Vemos hoy a los inmigrantes actuales que desde el continente africano pretenden llegar a Europa y a aquellos que desde América Latina pretenden llegar a los Estados Unidos. Sin embargo, ellos no son los primeros inmigrantes. Millones de africanos fueron forzados a migrar a América, y fueron europeos los primeros inmigrantes a nuestros países, es decir, a sus colonias.  Por otra parte, de nuestros países migraron primero a Europa y Estados Unidos nuestras materias primas, incluidas plantas y animales.

En el curso de los años, también se dio un flujo migratorio de tropas extranjeras y de armas destructivas hacia nuestros territorios, y, ese flujo incluyó consigo tecnologías y elementos destructivos, como la pólvora, la dinamita y los cañones y otras armas de guerra, o sea, también se desplazaron diversas violencias acarreando la destrucción de nuestra cultura, lenguas y costumbres como una de las notas más relevantes en ese proceso.

Durante 500 años fuimos dominados principalmente por España, Inglaterra y Francia. Basta recordar no solamente a los “marines”, sino los mensajes poderosos de Hollywood y el adoctrinamiento de la oligarquía y de los domesticados locales, que lograron cultivar y naturalizar la ideología de la dominación en los principales centros educativos, así como la utilización de la tecnología y educación de masas para crear el entretenimiento (entertainment) como un arma cultural e industrial que fomentó la idea de que los países dominantes era la tierra prometida, y donde cualquier humilde ciudadano podría ser millonario o un Superman o Superwoman.

La lógica de la vida fue desplazada en ciertos circuitos por la idea dominante de seguir la lógica del capital y la sumisión al buen sentido pragmático de la inteligencia blanca, que sin embargo era el peor sentido para nosotros. En los centros académicos domesticados, se rechazó totalmente la idea de identificarnos con las culturas indígenas, negras y campesinas. En las escuelas se asesinaron las lenguas autóctonas, se despreciaron las tecnologías y saberes agroecológicos, se privilegió a las armas químicas que fueron transformadas en fertilizantes; en el campo de la “salud”, los médicos vistieron sus cerebros de blanco para despreciar las plantas medicinales y el complejo médico farmacéutico industrial–militar, prevaleciendo en las escuelas de medicina. Estas ideas se extendieron por toda América Latina y el mundo.

Por ello, hay que tener extremo cuidado en creer que vamos a producir una industria de medicamentos como la existente en Estados Unidos, donde es extremadamente poderosa la industria farmacológica dominada por el capital norteamericano y europeo. Para producir algo nuestro, tenemos que aprender mutuamente la conexión entre el saber histórico de nuestros pueblos y las nuevas tecnologías científicas.

La dimensión lógica también ha sido fundamentada con el racionamiento matemático y también jurídico y así, cuando queremos saber la verdad, separamos lo matemático y lo jurídico de la vida, y así, buena parte de los egresados de las universidades como abogados consideran que la ley es lo supremo y que está arriba de Dios, es decir, es una ley abstracta, despojada de la justicia y sobre todo, fundamentada en la mercantilización de la vida.

En el desarrollo del conocimiento, la creatividad del arte es valiosa por ser otra forma de interpretar la realidad del mundo y, por lo tanto, la poiesis (la potencialidad creativa) nos hace posible ver otros aspectos, despierta emociones, pensamientos y también un lenguaje diferente. En este caminar, el arte es el componente principal de lo estético. La creación imaginativa implica momentos muy sublimes en la valoración de la vida y, por lo tanto, nos vincula a valores como la justicia y el buen sentido de lo humano. En otras palabras, a la ética como la reflexión profunda de los valores que respetan la vida, las relaciones comunitarias y el buen vivir en solidaridad en la colectividad, el internacionalismo solidario y la paz local, general y universal.

Hemos dejado por último la política, que ha sido una de las palabras más estigmatizadas en nuestro país y ahora que se fomenta una educación individualista, egoísta, competitiva, las personas se sienten muy dignas al decir que son “apolíticas” y neutras, porque despolitizan sus declaraciones. Por ejemplo, es común escuchar que los migrantes y las personas que sufren hambre se encuentran en esa situación porque son manipulados por otras personas o por culpa de sus países de origen; por ejemplo, en Olancho, uno de los departamentos de Honduras, se dice que hay mucha pobreza, pero se ignora que hay 7 explotaciones mineras, que por un gramo de oro que extraen tienen que destruir más de una tonelada de tierra y si extraen una onza, son más de 30 toneladas con la consecuente contaminación de aguas y otros efectos, pasando por alto que en Honduras más del 30% del agua está destinada a la industria minera y al empleo de energía eléctrica que se toma de los ríos, y es utilizada en maquiladoras, empresas cuyas trabajadoras (la mayoría mujeres) reciben salarios miserables y violación cruel de sus derechos laborales.

La oligarquía y las empresas multinacionales no se guían por principios éticos y hacen toda clase de arbitrariedades, tomando como base los tratados desiguales militares y comerciales. Lo más inhumano de todo este proceso, es que los migrantes sufren toda clase de violaciones y al mismo tiempo son señalados como víctimas culpables de sus propias decisiones.

A pesar de todo el dolor y sufrimiento del pueblo heroico de Honduras, se puede observar que las corporaciones mediáticas nacionales e internacionales, con todas sus mentiras y semiótica de la violencia, no fueron capaces de penetrar en el cerebro de los humildes avasallados y masacrados que sufren de feminicidio, masacres, trata de mujeres, comercio internacional de órganos y más, es decir, ha prevalecido la  verdad de la vida y no las mentiras del capitalismo salvaje; por ello, a pesar del profundo dolor y sufrimiento que todo esto significa, celebramos el triunfo de Xiomara Castro, primera mujer en la historia de Honduras que ha logrado ser presidenta del país. Entre sus primeras declaraciones ha reivindicado a Honduras libre de minería y la amnistía para las víctimas del golpe de Estado y de los 12 años de trauma, terror y tortura, violación de los derechos humanos que le siguieron, por un gobierno oligárquico y militar-policial, un narcoestado del golpe de estado de 2009, impulsado por la política de los Estado Unidos de América.

En ese marco, resultó preocupante la visita de la representante del Comando Sur del ejército de ese país, quien ha manifestado la necesidad de modernizar el ejército de Honduras y de aumentar los gastos en armas.

Por consiguiente y respecto a todo lo anterior, manifestamos en forma clara y tajante la necesidad de unidad de todo nuestro pueblo, sobre todo la de aquellos sectores que aman la justica, la solidaridad y la defensa de la soberanía alimentaria, cultural, energética y territorial, y de la autodeterminación de nuestro pueblo y de todos los pueblos de América Latina y El Caribe.

Guardar silencio, adoptar una posición neutral y supuestamente apolítica, es traicionar la conciencia de la dignidad histórica del pueblo de Honduras.