13, Septiembre de 2012

013 - Septiembre 2012

Número 13, Septiembre de 2012

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EN ESTE NÚMERO

Editorial: El Grito y el Pueblo: entre la mala memoria y el incierto horizonte
Colectivo En el Volcán - 6227 lecturas

Historia de México y  amnesias neoliberales
Gilberto López y Rivas - 19907 lecturas

Límites de la democracia: la compra de votos en Inglaterra
Javier Pérez Siller - 7000 lecturas

El riesgo del no riesgo
Paul Hersch Martínez - 7455 lecturas

El monumento a la impunidad de Calderón
Perla Jaimes Navarro - 8568 lecturas

El exilio sudamericano en el México revolucionario: claves de autoctonía e identidad política en 1927
Ricardo Melgar Bao - 9583 lecturas

Cestería. Evidencias arqueológicas
Fernando Sánchez-Martínez y José Luis Alvarado - 17093 lecturas

Norberto González Crespo: voces sobre un arqueólogo
Colectivo En el Volcán - 9216 lecturas

Pronunciamiento en contra de la minería a cielo abierto
Varios firmantes - 6089 lecturas

Editorial: El Grito y el Pueblo: entre la mala memoria y el incierto horizonte

 

Año con año, el más importante ritual patrio que rememora la Independencia se repite en la ciudad capital y sus delegaciones, en las plazas públicas de las ciudades de cada estado y municipio. Se le denomina el “grito de la Independencia” y así ha quedado inserto en la tradición nacional. El grito es el símbolo sonoro por excelencia de los seres humanos, pero sus sentidos dependen de cada trama ritual, cotidiana o inesperada. En los hechos, el Grito mexicano tiene un indudable sello político, ideológico y cultural. El grito opera como el símbolo dominante del proceso ritual conmemorativo de la revolución de Independencia cada 15 de septiembre. Un grito que ilumina y sonoriza la noche. Usualmente es un grito masculino que bajo pequeñas pausas va deslizando sus variantes de sentido: ¡Mexicanos!: ¡Vivan los héroes que nos dieron patria!, ¡Viva Hidalgo!, ¡Viva Morelos!, ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez!, ¡Viva Allende!,  ¡Vivan Aldama y Matamoros!, ¡Viva la independencia nacional!,  ¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México! Y el grito individual que emana de quien representa el poder --en cualquiera de sus instancias-- merma ante el coro unánime y fervoroso de la multitud que responde la arenga con una repetición del ¡Viva México!, que suele desatar emociones intimas o extrovertidas. La fuerza sonora de la masa crece y trastoca el paisaje nocturno, lo carnavaliza, refrendando que el poder emana del pueblo. Y luego viene una saga rítmica  del tañido reiterado de la campana y posteriormente truenan los cuetes, las “palomas”, y, sin falta, los espontáneos ¡Viva México, cabrones!, bajo la intensa y fulgurante lluvia de luces de colores de los juegos pirotécnicos, en el momento en que el caos  ingresa al ritual bajo formato plebeyo y deviene en acción lúdica y festiva. La noche mexicana ha sido resimbolizada, politizada, nacionalizada.

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Límites de la democracia: la compra de votos en Inglaterra

 

Entre los regímenes políticos, uno de los más antiguos ideados por Occidente es la democracia –considerada la más justa porque el pueblo tiene la soberanía, no así cuando la detenta un partido, lo que sería una aristocracia, o una sola persona, la monarquía–. Ya utilizada por los griegos en Atenas, se aplicó durante la República romana, y más tarde en pequeños estados, como Venecia, Suiza o los principados germanos. Los regímenes monárquicos se opusieron a ella, sobre todo las monarquías absolutas, muy de moda durante el siglo XVIII. Con la Revolución francesa de 1789, la democracia se amplió a lo social y se afirmó como el modelo de gobierno más avanzado. Impulsada por las potencias occidentales, a lo largo de los siglos XIX y XX ganó terreno en el planeta. Esa voluntad contribuyó a la implosión del bloque socialista, en 1989-92, y a la apertura de los países musulmanes...

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Historia de México y  amnesias neoliberales

 

Historia de México  y  amnesias neoliberales[1].

Gilberto López y Rivas[2]

Hace algunos años, el Colegio Mexicano de Antropólogos A. C. y nuestro aguerrido sindicato de académicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), --que hasta el día de hoy, y a contracorriente de los saldos negativos de las organizaciones gremiales con la imposición del neoliberalismo, defiende el patrimonio tangible e intangible de los mexicanos--, organizaron un debate sobre los libros de texto gratuito de historia de México para Cuarto, Quinto y Sexto grados de educación primaria, cuyos resultados fueron presentados en un pequeño libro con el pertinente titulo de Secuestro de la memoria, lamentablemente con un tiraje y distribución restringidos.

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El riesgo del no riesgo

 

El riesgo es un término cribado en las lenguas romances hacia el siglo XIII según la opinión autorizada del filólogo Joan Corominas, asociado a los andares de los viajeros por caminos escarpados y poco transitables. El símbolo que significa a esta cultura viajera, de los expulsos, migrantes y peregrinos, es el risco o peña, difícil de pisar, asir o escalar. Por extensión, este término ingresó al dominio de la navegación, donde los escollos y arrecifes fueron los equivalentes de los riscos y las peñas siempre difíciles de sortear. Diríamos que el riesgo era una cosa concreta que representaba un reto o amenaza a quienes se desplazaban a pie, a caballo o acémila, así como en embarcación, independientemente de su forma y calado. Fue bajo los signos de la modernidad, que el riesgo cambió de significación al devenir en su forma abstracta, lo que representa peligro. Corominas sitúa hacia 1570 este cambio de sentido que ha llegado hasta nosotros. Riesgo y daño han ido vinculados desde ese entonces a prevención, otro término muy propio de la modernidad tardía.

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