15, Noviembre de 2012

015 - Noviembre 2012

La importancia y necesidad del arte

 

La versión evolutiva de nuestro origen plantea que una serie de mutaciones genéticas y de comportamiento fueron transformando en un lapso de 65 millón de años a pequeños primates arborícolas en organismos del género Homo, entre ellos Homo sapiens; sin embargo, nuestro origen se remonta aun más lejos en el tiempo: hace 3500 millones de años, cuando surgió la vida en el planeta. Por lo tanto nuestra historia como especie es bastante breve. Erich Fromm plantea la evolución humana de la siguiente manera:

Lo esencial en la existencia del hombre es el hecho de que ha emergido del reino animal, de la adaptación instintiva, de que ha trascendido la naturaleza –si bien jamás la abandona y siempre forma parte de ella– y, sin embargo, una vez que se ha arrancado de la naturaleza, ya no puede retornar a ella, una vez arrojado del paraíso –un estado de unidad original con la naturaleza– querubines con espadas flameantes le impiden el paso si trata de regresar. El hombre sólo puede ir hacia adelante desarrollando su razón, encontrando una nueva armonía humana en reemplazo de la prehumana que está irremediablemente perdida[1].

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Eric Hobsbawm. Referencia del quehacer historiográfico

 

A principios de este mes de octubre de 2012, el mundo académico y en general, el mundo, ha descubierto una nueva ausencia. Una luz que se apagó. Para comprender la naturaleza de esa luz, quizá convenga hacer un poco de historia; después de todo, si algo iluminó esa luz fue precisamente la historia. Desde luego, hablamos de Eric Hobsbawm. Sin duda, desde 2001 vivimos en un mundo marcado por la impronta violenta, discursiva y mediática del terrorismo. Ni duda cabe que el fenómeno escaló desde entonces para convertirse en lugar común de los discursos, las políticas oficiales y las relaciones exteriores entre naciones como nunca antes lo había hecho. Como la historia nos enseña, en esto no hay nada plenamente arbitrario, aun cuando las políticas actuales y los personajes que las implementan tienen mucho de arbitrarios. Lo cierto es que este mundo que hoy vivimos, no surgió de la nada. El análisis histórico también nos lo enseña.

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El anverso del dolor

 

La obra que nos ocupa es parte de una serie que aborda al cuerpo como objeto de análisis privilegiado. En la Antropología del dolor, David Le Breton aprehende su construcción social y cultural para comprender cómo el hombre que sufre se lo apropia, conduce, reproduce y, en el mejor de los casos, logra otorgarle un especial significado.

Le Breton recorre las diferentes facetas del dolor, las diversas interpretaciones desde la fisiología, la anatomía hasta la filosofía y la psicología, que considera insuficientes ante la constatación objetiva de la experiencia del dolor como vivencia íntima del individuo. También cuestiona el sentido del dolor, en tanto experiencia subjetiva, que se padece en mayor o menor intensidad, según el significado que las diversas culturas le otorgan a esta experiencia.

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