Número 70

73 En el caso de México, en las maneras de comer se observa que, aun cuando la gente haya dejado de hablar la lengua antigua, o de vestirse como los ancestros, sigue consumiendo los mismos productos alimenticios, viviendo tradiciones y reforzando costumbres y protocolos, reconociendo como una actualización de la memoria colectiva los valores y significados implícitos en las maneras de producir, preparar y comer los alimentos que corresponden a otros tiempos. Mientras continúe comiendo cotidianamente y a la manera tradicional el maíz, el frijol, los chiles, la calabaza, el guajolote, etcétera, parte importante de su pensamiento se conservará. Siguiendo a Aldous Huxley (1931), si comemos como nuestros ancestros, mucho de nuestro pensamiento será como el de ellos, lo cual es muy cierto. Esto nos distingue de otros pueblos; aunque hablemos la misma lengua, somos y pensamos diferente. Todavía hoy, muchos de los nombres de los alimentos vienen del pasado más remoto y siguen vigentes; así mismo sucede con la cortesía en la mesa, las costumbres, los platillos, etcétera. En la historia hay diversos ejemplos de sociedades que se conservaron por siglos, quizá porque dependían de los recursos que ofrecía su medio ambiente, o quizá por lo que propone Duch (2005), porque las sociedades se conservan por estar inscritas dentro de los límites y posibilidades de una cultura concreta que desarrolló los mecanismos sociales para conservar su existencia, casi sin cambio durante siglos. Fotografía: Archivo México Desconocido / www.mexicodesconocido.com.mx

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=