Número 69

46 vital. Este concepto está estrechamente ligado al trabajo y a la reciprocidad, en especial al ciclo vital de las personas y a la vida ceremonial. Good define así la fuerza o energía vital: En realidad, fuerza y chicahualiztli se refieren a la energía vital combinada con la fortaleza física y espiritual que los humanos requieren para enfrentar las exigencias de la vida… cuando una persona trabaja transmite su fuerza a otras, y cuando recibe los beneficios del trabajo de otro uno recibe también su fuerza o energía vital.20 La autora hace referencia a que los nahuas ven en el trabajo realizado a lo largo de los años, es decir, al final de la vida, su identidad social. Esto quiere decir que miden su vejez no por los años sino por las fuerzas y la capacidad para seguir trabajando y cuentan su vida a través del trabajo como un fruto tangible de su esfuerzo. “El peor castigo que puede vivir alguien es trabajar, cansarse, y nunca ver resultados tangibles, esto implica el esfuerzo estéril, sin rendimiento, no ver el trabajo es una terrible desgracia.”21 Es necesario insistir en la indisoluble asociación de este eje con el trabajo, pues para llevar a cabo esta actividad se emplea la energía o fuerza vital que las personas poseen, al cuidar a los hijos, hacer la comida, preparar las fiestas, dar consejos, transmitir relatos, entre otras. Es pues necesaria la fortaleza física y espiritual para transmitir la vida en todos sus significados. El último concepto del modelo de Good es la continuidad o memoria histórica. Esta noción expresa la imagen de una representación del pasado, de una historicidad propia. No importa que ese pasado sea muy lejano: sigue presente, en activo y sobre todo se expresa en las expresiones rituales y se refiere a la herencia común transmitida, reproducida y explicada. Se trata entonces de la cultura transmitida de generación en generación. Como se puede ver, es una idea de la historia distinta a la occidental, pues no está organizada ni ordenada secuencialmente ni guarda una cronología. Su 20 Ibídem pág. 97 21 Ibídem pág.99 reproducción y transmisión obedece más bien a su importancia en la vida actual para seguir siendo grupo doméstico, comunidad o habitantes originarios, distintos de otros. Es decir, la memoria histórica dota –al igual que otros elementos-- de identidad a un determinado grupo de personas. Al respecto afirma Good: “La realización de acciones rituales está íntimamente ligada con la memoria histórica, en este sentido la conciencia de una continuidad histórica constituye una parte importante de la identidad cultural náhuatl.”22 Por otra parte, el principio generador es crear colectivos, no individuos y recrear y crear relaciones complejas de socialización. Lo contrario sucede con el modelo económico neoliberal, cuya tendencia es homogeneizar, y en su dimensión cultural romper relaciones sociales, fragmentar familias e intentar crear individuos “descontextualizados”. En ese sentido, los pueblos originarios ensayan nuevas estrategias de reproducción cultural, en un continuo negociar y resistir los efectos culturales motivados por la globalización. Uno de los intereses principales de estos colectivos es mantener su cohesión comunitaria, su existencia como pueblos. Esta capacidad creativa de resistir y persistir que caracteriza a los pueblos originarios, demostrada a lo largo de más de 500 años, ha reorganizado sus relaciones sociales, sus creencias y rituales, enlazando todo ello con las distintas instituciones de la sociedad dominante, sin abandonar su identidad. Conceptos nahuas de la historia o memoria histórica. Para Good, como se ha señalado con anterioridad, este eje sería la conceptualización de la historia. Este proceso se lleva a cabo en una estrecha relación entre el lenguaje, el pensamiento y las acciones. De esta manera existe una percepción propia de los procesos históricos comunitarios, al decir “los antiguos”, “los de antes”, “nuestros antepasados nos legaron estas 22 Good, op. cit. pág. 99

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