Número 69

47 tradiciones”. En esta transmisión se plasman los conocimientos, costumbres y tradiciones practicados desde antaño. Todo este saber en conjunto implica una “conciencia de historicidad propia”.23 En el caso de Iztapalapa y los días de muertos, a propósito del análisis de este proceso, en diversas entrevistas se afirma24: “es una tradición que dejan los abuelos... mi bisabuela no festejaba la Navidad, pero el día de muertos era muy grande para ella.” (Carlos Rangel Neri, Barrio de San Miguel); “sentimos que es necesario hacerla (la fiesta de muertos) porque es lo que nos identifica, también las fiestas patronales.” (señor Guillermo Ramírez Ávila); “es el día en que se le dedica al tiempo al recuerdo, se dedica el espacio y pues un poco de respeto para las personas que ya no están con uno, así nos enseñaron los ancestros” (señora Carmen Hernández). “Uno ya tiene otra forma de pensar, pero no es lo que uno piensa sino lo que es la tradición” (señor Guillermo Ramírez Ávila). Múltiples testimonios expresan también “la continuidad activa con los que vivieron antes”25, y la importancia de mantener y transmitir las tradiciones de manera reiterada en los distintos niveles de compromiso como individuos, como grupos domésticos, barrios y comunidades. Retomando como referente el análisis de la vida ceremonial de Iztapalapa26, son entonces las fiestas de los santos patrones, las ofrendas a los muertos, la memoria de la comida lacustre en Iztapalapa, elementos que producen y reproducen la propia existencia histórica de la comunidad. La continuidad de estas expresiones se expresa a través del tiempo. Por supuesto que esta continuidad no excluye ciertos cambios, incluso muchos, pero mientras el principio generador del trabajo por el bien común persista, mientras la reciprocidad siga normando las relaciones entre personas, pueblos, santos, vivos y 23 Good, Catharine. op.cit. pág. 132. 24 Confrontar: Rosa María Garza Marcué. Ayer es siempre todavía. Reproducción cultural y patrimonio: Etnografía de la vida ceremonial en Iztapalapa. Tesis para obtener el grado de Doctora en Antropología, ENAH, 2012. 25 Good, op. cit. 131. 26 Confrontar: Rosa María Garza Marcué. Ayer es siempre todavía. Reproducción cultural y patrimonio: Etnografía de la vida ceremonial en Iztapalapa. Tesis para obtener el grado de Doctora en Antropología, ENAH, 2012. muertos, se mantendrá la lógica cultural que le da sentido a estas celebraciones. La realización de acciones rituales está íntimamente vinculada con la identidad cultural colectiva; en este sentido la conciencia de una continuidad histórica constituye una parte importante de la identidad cultural de los pueblos de tradición nahua.27 En ese marco es fundamental advertir la importancia de estudiar a estos pueblos originarios, entre otros motivos para visibilizar, valorar, apreciar y reconocer la diversidad cultural y las muchas identidades que existen y coexisten en México. Esta es la justificación, explicar cómo estas características culturales han sido el elemento que ha hecho posible la existencia de un pueblo originario, culturalmente identificable con los descendientes de los antiguos habitantes de Mesoamérica. Existe también una cultura implícita, y por ello hay supuestos que no se declaran pero son compartidos y tácitamente sobrentendidos por los sujetos sociales y que por supuesto influyen de manera importante en su comportamiento. Esto forma parte de una visión “interior” de la cultura. Así, desde el trabajo de campo, la revisión histórica y análisis teórico es posible entrever cómo la vida ceremonial en el pueblo originario de Iztapalapa se construye con base en cuatro ejes que rigen sus relaciones: trabajo para el bien común, reciprocidad, energía o fuerza vital y continuidad o memoria histórica. Recibir juntos la bendición del santo patrón, organizar comunitariamente las fiestas, todo ello a través del ritual, crea vínculos identitarios que se expresan a diferentes niveles en la vida social: unidad entre personas, grupos domésticos, el pueblo, con los santos y con los pueblos vecinos. Dentro de esta lógica cultural se desarrolla un intercambio constante y recíproco en el que circulan bienes, recursos, fuerza, trabajo, energía y memoria histórica. Reciprocidad en la que participan no sólo los pobladores, sino también la naturaleza, las divinidades y el cosmos. 27 Good, 2004, p. 20

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