Número 69

42 Es por esta vitalidad y capacidad de cambio y reelaboración de la cultura, que al patrimonio inmaterial también se le llama patrimonio vivo. Para concluir con esta importante categoría conceptual, cito nuevamente a Good, pues considero que su definición es la más certera y resume discusiones y propuestas de diversos autores: Utilizamos un concepto de cultura que implica un procedimiento específico para estudiarla, muy distinto a la descripción de rasgos formales que por mucho tiempo ha dominado la etnografía en México (Good, 1993, 2004). Aquí entendemos la cultura en un sentido amplio, como una propiedad central de las relaciones sociales, que abarca tanto las dimensiones económicas materiales e institucionales de la vida colectiva como los aspectos ideacionales de la cosmología, la significación y la estética. Examinamos los valores, los conocimientos transmitidos, la lógica y los conceptos fundamentales que los grupos expresan en la acción en su vida social, en los usos de la tecnología, en la vida material, o en el ritual y el arte. Tenemos acceso a ellos por medio del trabajo etnográfico, las conversaciones con nuestros interlocutores y mediante la observación y la documentación…7 Muchos de los estudios de los científicos sociales producen una imagen falsa de los hechos sociales reales, lo que dificulta la comprensión de los procesos históricos (véase Wolf, 1982, pp. 7-19). Este fenómeno se dio en la etnografía de Mesoamérica cuando se llegó a considerar a la cultura indígena moderna como un remanente petrificado de las civilizaciones pasadas (cf. Farris, 1983). La cultura se concebía como una suma de rasgos descriptivos y el cambio consistía en un proceso unilineal en el que se pierden los rasgos culturales indígenas y se adquieren rasgos supuestamente mestizos…Este esquema interpretativo coincidía con el proyecto del estado revolucionario cuyo objetivo era crear una cultura nacional sustentada en la ideología del progreso y la modernización. En este modelo, 7 Good y Corona, op. Cit. pág. 23 Mayordomía en Iztapalapa, fotografía: Rosa María Garza Marcué

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