Número 69

23 víctimas, privilegiando una representación que además de visibilizar y sensibilizar, promueve la afirmación de la vida y refleja el espíritu de lucha por transformar esta dura realidad. Lo esencial de estos encuentros no eran las intervenciones o las piezas colectivas como tal, sino los procesos de reflexión, denuncia, construcción de conocimiento y transformación de los participantes, apostando por los recursos de la memoria en tanto son herramientas que además de ser útiles para nombrar, generan una tensión con los discursos oficiales que le apuestan al silencio y al olvido. En este sentido, otro de los cuestionamientos centrales en estos encuentros ha sido la exploración de prácticas que abonaran a la construcción de empatía y condolencia social, pues si bien hay un Estado indolente, también existe una sociedad que ha interiorizado la violencia llegando a naturalizar estos eventos, que como noticias ajenas, pasan sin convocar a un sentimiento colectivo de dolor, empatía o compasión. A partir de las acciones emprendidas en las jornadas de memoria de la resistencia, los espacios que anteriormente se ubicaban como lugares para el duelo privado, acallado e ignorado, propio de familiares y amigos de los miles de asesinados y desaparecidos, se recuperan para darle paso a otras narrativas, a las de la gente que no están siendo articuladas desde la historia oficial. Esta suerte de contranarrativa surge de esfuerzos colectivos desde abajo, gestionados, pensados y construidos a partir de la organización de familiares, colectivos y otros solidarios, donde no sólo se recuerda eso Imagen 13. Placa colocada en el predio “La Ley de la Verdad” con los nombres de algunos desaparecidos de Lagos de Moreno, Jalisco.

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