Número 18, Febrero de 2013
- Detalles
- Categoría de nivel principal o raíz: Ediciones
- Creado: Viernes, 01 Febrero 2013 06:00
- Publicado: Viernes, 01 Febrero 2013 06:00
- Escrito por Redacción en el Volcán
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Es frecuente que las revistas surjan de la afinidad profesional de sus integrantes y de su necesidad de expresar una perspectiva que da contenido y definición a sus trabajos. Desde el número de arranque aparecido hace ya más de un año, EN EL VOLCAN se manifiesta precisamente una corriente de pensamiento crítico de los trabajadores de la cultura que desde distintas disciplinas de la academia nos pronunciamos claramente y sin ambigüedades sobre temas de la actualidad global, del país o del territorio donde vivimos.
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Los procesos sociales por los que transitaron los grupos humanos en época prehispánica, deben ser visualizados dentro del contexto natural de la región que seleccionaron para establecer su residencia, ya que son precisamente las características físicas del espacio geográfico y la diversidad biológica presente en él, los que determinaron la variabilidad de recursos naturales a los que pudieron acceder y las posibilidades para su explotación. La permanencia y desarrollo social de un grupo humano, dependió, en gran parte, de los sistemas o estrategias que aplicaron para apropiarse de su entorno natural, de las formas en que hicieron uso de la naturaleza y de las prácticas productivas que utilizaron para manejarlo.
La primera imagen, en dirección al este, está tomada desde el interior de la Estructura VIII de la Acrópolis de Xochicalco y al fondo se puede apreciar la punta del cerro El Jumil. En la base de la habitación ubicada al fondo de la edificación, se ven dos piedras en el suelo que sostendrían el monumento que los Xochicalcas crearon para dar legitimidad a su pueblo, como hijos del sol, el mal llamado “Señor de Rojo”.
Toda situación de amenaza o franca agresión ponen en evidencia la fortaleza o debilidad de las estructuras, de las instituciones y de las personas que son sometidas a su embate.
Hay fortalezas y debilidades heredadas, ajenas en algún grado a la voluntad humana y, sin embargo, otras muchas son construidas socialmente, incluidos aquellos desastres que obedeciendo a condiciones naturales en su inicio, derivan sin embargo de responsabilidades estatales e institucionales en materia de prevención, en negligencia frente a los riesgos, por una atención simulada, selectiva, o por franco abandono respecto a los pobladores afectados.