Número 43

7 nocimiento inspiraban la atmósfera de optimismo, sin precedente, que se respi- raba en todo el mundo occidental. 4 Palmade, otro historiador contempo- ráneo, situó en el tercer cuarto del siglo XIX, la emergencia de este nuevo cuadro de representaciones en el que el progreso asumió su reinado: ..el período 1850-1875 aparece ante nuestros ojos, como apareció ante los de sus contemporáneos, como una épo- ca de prosperidad, de desarrollo econó- mico más rápido y de progreso en todos los campos: progreso técnico, verdade- ra revolución de los transportes que crea en toda Europa occidental una infraes- tructura, que permite su unificación, revolución también en los métodos de crédito bancario y rápida mutación de las estructuras económicas, con sus víc- timas, los rechazados por el progreso, y sus beneficiarios, los especuladores y los nuevos ricos. 5 Sorprende la facilidad con la que algu- nos autores como Palmade le otorgan un sentido de compatibilidad a las nociones de progreso y revolución, gracias a la po- lisemia que les atribuyen. Las configura - 4 Childe, 1970:9. 5 Palmade, 1983: 56. ciones ideológicas de izquierda a derecha pueden usar esos vocablos, pero sus sen- tidos no serán homologables. La polisemia tiene sus límites. El curso de la Primera Guerra Mundial, suscitó un gran desencanto en las élites in- telectuales en el ámbito mundial acerca de la modernidad, el progreso y la civilización en su sacralizado espacio europeo. Las no- ciones eurocéntricas de civilización y pro- greso , se desplomaron de las lecturas de los más sagaces críticos latinoamericanos. Ru- bén Darío, Manuel González Prada, Vargas Vila, José Carlos Mariátegui, José María Zeledón. Todos ellos, desde sus particula- res miradores ideológicos, fueron tomando distancia frente a la ostensible “barbarie blanca”. Los costos de la Primera Guerra Mundial incidieron en la remodelación del imaginario europeo y occidental. Gordon Childe menciona que este desencanto espiritual sumió en dudas y descreimientos sobre el progreso al mun- do Occidental. En 1936, este autor inglés, reseñó agudamente la crisis de represen- tación del progreso, tanto como idea como imagen. Occidente se desmayaba agobiado por la primavera fascistizante en Europa y sus fantasmagóricos antecedentes -la Pri- mera Guerra Mundial y el crack de 1929-. La Segunda Guerra Mundial involucró a los países latinoamericanos en varios sen-

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