Palabras de Santiago Álvarez Campa en el acto de inhumación de los restos de Valentín Campa Salazar en la Rotonda de las Personas Ilustres

(Panteón Civil de Dolores, Ciudad de México, 25 de noviembre de 2019)


Fuente: https://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/CAV04.html

 

Muy buenas tardes

Mi hermana Manuela - aquí presente- y yo, crecimos en el seno de un hogar comunista y ateo. Nuestros padres y abuelos fueron sendos militantes lo que implicó que todos ellos, en algún momento fueron reprimidos y encarcelados por motivos políticos.

Nuestra abuela Consuelo Uranga (quien por cierto, ingresó al Partido Comunista antes que el abuelo) fue encarcelada por primera vez en 1931. En 1962, previo a la visita de John F. Kennedy y su esposa Jacqueline, nuestra madre María Fernanda Campa, mejor conocida como “la Chata” y la abuela Consuelo, fueron detenidas de manera “preventiva” y llevadas a una cárcel clandestina de la Dirección Federal de Seguridad durante los tres días de la visita oficial.

Nuestro padre, Raúl Álvarez Garín, uno de los actores más notorios del Movimiento Estudiantil del 68, estuvo recluido por tres años en Lecumberri junto con muchos otros compañeros del Movimiento estudiantil de 1968 como Félix Hernández Gamundi, quien hoy nos acompaña.

El abuelo Valentín no fue la excepción, todo lo contrario. Estuvo en prisión en innumerables ocasiones, sumando un encarcelamiento en toda su vida de 13 años, 11 meses y 13 días.  Toda la década los 60s estuvo preso. Durante su encarcelamiento se le negó –repetidamente- la libertad preparatoria aludiendo las autoridades que: “el encarcelamiento no ha logrado modificar su personalidad, en cuanto a lo que se refiere a la ideología política que sostiene”.

Los encarcelamientos en nada mellaron la integridad del abuelo, y su lucha por la defensa de los derechos y mejora en las condiciones de vida de los trabajadores siempre permaneció intacta. El abuelo nunca se dejó cooptar ante las ofertas de beneficio individual, y tampoco se retiró de la lucha tras sufrir la privación de su libertad en innumerables ocasiones.

A continuación, leeré una breve semblanza que preparé conjuntamente con Eric Susán Reed y su equipo a quien agradezco:

Valentín Campa Salazar nació el 14 de febrero de 1904 en Monterrey, Nuevo León.

Escribe en sus memorias:

“En 1911 a los siete años, presencié la matanza de cientos de chinos que todavía usaban trenzas. La infamia cometida fue producto de una psicosis colectiva. Se pretendía justificar el genocidio con la gran calumnia de que los chinos habían envenenado los manantiales de la ciudad”.

Este hecho marcaría el sentido social y rumbo político del abuelo.

A finales de 1921 se encuentra en Coahuila, donde ingresa a trabajar en Ferrocarriles Nacionales de México, lugar en el que comienza su militancia sindical en la Confederación de Trabajadores y Transportes.

A fines de 1926, el gobierno del Presidente Calles se tornó hostil ante los movimientos obreros, y particularmente con el gremio ferrocarrilero, evento que abona al activismo del abuelo en defensa de los derechos laborales y lo impulsa a convertirse en organizador y dirigente ferrocarrilero. En represalia es despedido, sin embargo, lo reinstalaron en dos ocasiones en el mismo año.  

A sus 23 años ingresa al Partido Comunista Mexicano (PCM) y un día después estalla la huelga general ferrocarrilera donde participa activamente.

Durante esta huelga, fue encarcelado e incomunicado. El presidente Calles ordenó su fusilamiento inmediato, pero el gobernador de Tamaulipas, Emilio Portes Gil, lo convence de desistir y el abuelo fue liberado con la prohibición de regresar al estado.

En 1927 -fiel a sus convicciones políticas- rechaza la invitación de Portes Gil para apoyar la campaña de reelección del presidente Obregón. Ese mismo año, rechaza dos ofrecimientos de puestos en el gobierno a cambio de moderar su activismo sindical. A finales de ese año se traslada a la Ciudad de México para integrarse a la administración nacional del sindicato ferrocarrilero.

En 1934, el general Lázaro Cárdenas detuvo la persecución a diversas organizaciones obreras y políticas como el PCM. El partido fue reconocido como una fuerza política aliada al gobierno y el abuelo colaboró con el Gral. Cárdenas en sofocar la rebelión del Gral. Saturnino Cedillo.

En 1940, tras la III Internacional Comunista, en uno de los actos más vergonzosos de la izquierda mexicana e internacional - el abuelo, junto con Hernán Laborde, fue expulsado del Partido Comunista por negarse a participar en el atentado contra Trotsky.  La tajante negativa de nuestro abuelo ante el plan de asesinato fue: “Nosotros somos revolucionarios, no asesinos”.

Luego de su expulsión, se reincorporó a Ferrocarriles Nacionales y continuó militando en las filas de la izquierda sindical.

Como consecuencia de su lucha constante contra la charrificación del movimiento obrero, a mediados de 1948, fue acusado de sabotaje y aprehendido en noviembre de 1949, convirtiéndose -nuevamente- en preso político durante tres años y dos meses.

Durante la presidencia de López Mateos estallaron las huelgas ferrocarrileras de 1959. Dada la represión a este movimiento, Valentín vivió en la clandestinidad durante un año hasta su detención en 1960, cuando fue condenado a más de 10 años de prisión.

Ya encarcelado, junto con otros líderes ferrocarrileros, influyó en el Movimiento Estudiantil de 1968 que demandaba -entre otras cuestiones- la libertad a los presos políticos y la derogación del artículo 145 bis de disolución social. Estos trágicos sucesos derivaron en el ya tipificado genocidio del 2 de octubre de 1968, y contribuyeron a gestar la construcción político/social del México actual.

En libertad, y antes de la campaña federal electoral de 1976, el XVII Congreso del Partido Comunista acordó -de forma unánime- impulsar la candidatura a la presidencia de Valentín Campa. Aun sin registro, su campaña adquirió una notable importancia y consiguió más de un millón seiscientos mil votos a favor, convirtiéndolo en el candidato sin registro con mayor votación en la historia electoral del país.

Para 1979, como resultado de la reforma política de Reyes Heroles, el PCM finalmente obtuvo registro electoral y representación legislativa. El abuelo fue electo diputado federal y como reconocimiento a su labor y aportaciones en el ámbito político-sindical, fue nombraron presidente de la Cámara de Diputados.

En noviembre de 1981 fue secretario de actas del XX y último congreso del PCM, donde se le concedió el honor de firmar la disolución del partido.

Siempre congruente con sus convicciones y tenaz en su acción política, el abuelo participó en la formación del Partido Socialista Unificado de México. En 1988 apoyó el movimiento Cardenista y poco después en 1991, participó en la fundación del PRD donde cada semana asistía a las reuniones de asuntos sindicales hasta su muerte a los 95 años, el 25 de noviembre de 1999.

Nuestro abuelo fue un hombre íntegro y consecuente con su lucha. Si él viviera estaría peleando por la clarificación y castigo de crímenes de estado contra el pueblo de México. Por mencionar algunos: Ayotzinapa, Aguas Blanca, Acteal, Guerra Sucia, e incluyendo al todavía impune Luis Echeverría Álvarez.  Por ello, reconocer su excepcional aportación a México, contribuye al establecimiento de una sociedad democrática y un Estado de derecho pleno para todos los mexicanos.