El trabajo de las mujeres como alimentadoras de la familia: su repercusión en la salud-enfermedad familiar

[1]

Proponemos en esta presentación, un acercamiento antropológico a ciertos problemas de salud-enfermedad como son los crónico-degenerativos, considerados actualmente como epidémicos, que se relacionan  con comportamientos culturales como la alimentación, en los cuales las mujeres y su trabajo tienen un papel protagónico. La intervención de las mujeres como alimentadoras es muy significativa en relación con la  posibilidad de prevención y desarrollo de esas enfermedades.


Fuente: http://www.betterwholesaling.com/wp-content/uploads/2017/05/junk-food-child.jpg

Consideraciones teórico-metodológicas

Desde la perspectiva de las teorías de la complejidad, consideramos la alimentación como parte integral del sistema social, vivo y abierto, íntimamente ligada con la cultura humana, con la expansión permanente y con la supervivencia de la especie. El éxito del ser humano en su larga historia, fue saber manejar los recursos naturales al intervenir creativamente en la naturaleza para obtener los nutrimentos aprovechables en su beneficio, al tiempo que intercambiaba experiencias, materiales e ideas con grupos de semejantes. Otros organismos dependen muy directamente de lo que su entorno natural les ofrece, y cuando éste se transforma por eventos naturales, catástrofes o cambios climáticos, la especie desaparece, pues no tiene como el humano la capacidad creativa para resolver esas crisis.

Algo que reviste la mayor importancia en el tema alimentario es que, el ser humano - única especie que lo hace - le otorga un simbolismo, un significado a lo que come, y lo traduce en valores, mitos, tabúes, preferencias. Como resultado de este proceso biosociocultural y simbólico, en el tiempo y en sus espacios particulares, surge el sentido de pertenencia e identidad de quienes consumen el alimento juntos. (Cervantes, M. 2007:32-33)

Siendo parte del sistema social, a través de la alimentación son observables los componentes del todo en sus interrelaciones: según el principio metodológico hologramático “el todo está incluído en la parte que está incluída en el todo y la parte podría ser más o menos apta para regenerar el todo”(Morin, E. 2006: 87). De acuerdo con este postulado, en la alimentación de un grupo social se pueden identificar: su contexto histórico, económico, cultural, se pueden  conocer los diversos aspectos del todo social, por ejemplo: los problemas de salud-enfermedad que afectan a las poblaciones humanas como desnutrición o sobre peso -que en esta presentación nos ocupan en primer lugar- problemas de género, los de la economía y/o política dominante representada por el acceso a los recursos de la dieta y muy especialmente a los apoyos que se dan a la industrialización alimentaria con fines de mercado y no de salud. La ideología y la religión en forma de prohibiciones o tabúes relacionados con los alimentos, las influencias extranjeras, lo simbólico, los valores, el ritual, la identidad, la memoria colectiva, las modas, las maneras de acercarse a la comida. los gustos, las preferencias, la emotividad, todo esto en interacción permanente.

La historia de la alimentación del hombre es la de su cultura. Cultura, que define Edgar Morin como un mecanismo generativo y regulador de la autoorganización social, “es una memoria transmitida donde se encuentran conservadas y reproducibles todas las adquisiciones (lenguaje, saberes, normas, tradiciones...) que mantienen la complejidad y la originalidad de la sociedad humana...la cultura identifica a los detentadores de un código, a los miembros de una cultura dada.” (Morin, E. 1984:132-133)

“Inicialmente, comer respondía a la llamada de los sentidos y era un problema de supervivencia. Posteriormente, su complejidad y elaboración poco tienen que ver con las necesidades básicas. Ya no se come sólo para mantener las constantes, sino para proporcionar placer y facilitar la socialización.” (De la Serna de Pedro, I. 2008:3)

En los procesos alimentarios, las mujeres juegan un papel activo y protagónico, tanto en la compra, la elaboración, la distribución de la comida, como en la introducción de elementos nuevos; pero mucho depende de la tradición, de los recursos económicos, de la accesibilidad a los bienes consumibles, también ellas actúan como cuidadoras de la comida, rechazando la que consideran mala, cara o indeseable, tienen el poder de organizar la salud familiar en relación con este tema fundamental. (Cervantes M. 2006:179)

En un estudio de tres generaciones de mujeres en la Delegación Tlalpan, se ha observado que, al menos en nuestra realidad actual, las mujeres continúan con su papel de alimentadoras y cuidadoras de la familia, que un alto porcentaje de los grupos encuestados, adolescentes y mayores  come en familia y la madre, a veces con la colaboración de los hijos o del marido, pero no siempre, es la encargada de comprar, diseñar, elaborar y distribuir la comida. Quizá lo que sí ha cambiado es el significado de estas actividades, en la actualidad hay muchas mujeres incorporadas a trabajos fuera de casa, productivos, ellas se las arreglan para “cumplir” con sus tareas. Pero no lo consideran -como las mujeres mayores- una obligación, lo viven normalmente. No se lamentan del cumplimiento de su papel. Inclusive en los casos de mujeres con estudios de posgrado, aparentemente el ocuparse o no de cocinar, impacta en su autoestima y en su identidad femenina.


Fuente: https://img.maspormas.com/2015/08/Venta_Comida_Chatarra_Escuelas-3.jpg

“En líneas generales, comemos lo que nuestra madre nos enseño a comer, lo que la madre de nuestra madre le enseñó a comer. Nos gusta lo que le gustaba, lo dulce o lo salado...de modo que lo más indicado es creer que comemos nuestros recuerdos, los más seguros, los más sazonados de ternura y ritos, que marcaron nuestra primera infancia...” (Mintz, S.1994:7)

Debido a esta liga de la alimentación con nuestra cultura, nuestra historia, con nuestra economía, con la tradición, los valores y significados, con nuestra emotividad, se dice que es más fácil cambiar un sistema político que los hábitos alimenticios de un grupo social.

Esta aseveración se vuelve importante en el momento actual, ya que hay un clamor por cambiar los hábitos alimentarios, en vista de que nuestra sociedad ha aumentado de peso considerablemente. Las aproximaciones a este problema de salud, especialmente por el grupo médico que atiende  pacientes con sobre peso u obesidad, no han dado resultados, la gente continúa comiendo en exceso y gastando menos energía.

La comida es la vida, pero también puede ser muerte y está en las manos de las mujeres-madres el prevenir y/o conservar la salud de su familia. En nuestra sociedad aquí y ahora, es en las madres  de  familia en las que todavía recae la responsabilidad mayor sobre la prevención y/o conservación de la salud.

En los procesos de salud-enfermedad claramente relacionados con la comida y que actualmente azuelan a nuestro país como el sobrepeso y la obesidad, consideramos varios factores que intervienen en ellos y que no son tomados en cuenta por los profesionales o por las instituciones de salud pública y privada:

- Nunca antes en la historia humana ha habido mayor cantidad y accesibilidad a la comida. Como seres biológicos-culturales  que somos, comemos en exceso porque hay un exceso de comida que nos rodea permanentemente, en concreto o en imágenes,  sea en los mercados, en las tiendas de la esquina, en las calles y a través de la publicidad, se dice en exceso porque ingerimos mayores cantidades de alimento que las que desgastamos. 

- Entre otras cosas,  la vida actual exige sedentarismo, se han perdido una serie de actividades físicas que hace unos 30 años todavía se acostumbraban en los habitantes de las zonas urbanas, se caminaba para tomar el camión, se subían escaleras, los niños correteaban en las banquetas, se subían a los árboles, etc.

- El exceso en el consumo de alimentos, junto con la falta de actividad física, ha conducido al sobrepeso y obesidad  en la sociedad actual (aproximadamente un 50% de la población mexicana los padece) tiene que ver, además de con la cantidad y accesibilidad, con un tipo de adicción y por lo tanto de búsqueda de placer. No hay adicción que no sea placentera. En el caso de la comida que se publicita, es una comida densamente energética, que contiene grasa saturada, sal, azúcares y carbohidratos que crean adicción. Ante esto, el  hecho de que en general los grupos sociales viven con stress, con carencias, con presiones económicas, con problemas de inseguridad,  estos conducen a una ingesta  mayor que podríamos llamar compensatoria. En realidad pensamos que en el caso de la comida, se busca el placer sensorial en algo que no está sancionado socialmente hablando, porque por ejemplo tomar alcohol, fumar tabaco o consumir ciertas drogas está  prohibido. Debemos tomar en cuenta también que el factor económico es importante. Además la accesibilidad física de los productos comestibles, el precio también es accesible, la comida barata, entre más barata, más adictiva y perniciosa.

- Otro aspecto a considerar: los mexicanos, integrados a una cultura alimentaria milenaria que, por la situación geográfica y por nuestra historia, nos ha marcado en nuestros gustos y preferencias, somos una sociedad proclive al placer, al hedonismo alimentario, buscamos siempre el placer sensual en lo que comemos. No sobra decir que en el acto de comer se activan los cinco sentidos. En contraste, algunas sociedades por ejemplo las del norte de Europa, son austeras, han tenido una historia de limitaciones en cuanto a recursos alimentarios, su religión propone austeridad, control económico y de las emociones, incluido el placer alimentario, se promueve la racionalización vs. la emotividad.

- Como se dijo antes, en el acto de comer intervienen  en gran medida las emociones, los recuerdos, la tradición, la historia, la memoria...Según recientes investigaciones en neurobiología, se ha llegado a comprender que los recuerdos que más perduran son los relacionados con las emociones, los sentimientos maternales, el placer y la satisfacción, los cuales no sólo quedan inscritos en nuestro cerebro, sino en todo nuestro organismo, porque en el sistema límbico hay gran concentración de receptores de las emociones, pero, desde la perspectiva molecular y biológica, estos receptores, además de encontrarse en el sistema límbico, se extienden por todo el cuerpo y con el tiempo afectan nuestras actitudes frente a la vida. (Pert, C. 2003: 114)


Fuente: https://www.debate.com.mx/__export/1427469259861/sites/debate/img/ahora/2015/03/27/escuelas_chatarra.jpg

Cuerpo y mente son uno, las emociones son el nexo entre materia y mente, el cuerpo es la materia de las emociones. La alimentación está conectada directamente con el cuerpo y con la emoción. Los gustos, los olores, los sabores, las texturas, los colores,  de lo que comemos desde nuestra infancia, ya sea proporcionados con ternura y amor o sin estos sentimientos, de cualquier manera, quedan inscritos en lo más profundo del cuerpo y la mente. (Cervantes, M. 2006 b: 19)

Se ha dicho que las personas conocen y se relacionan con el exterior a través de sus tres partes del cerebro, que están interrelacionadas, pero que finalmente son uno solo: el cerebro reptiliano que integra el hipotálamo -fuente de agresividad y de pulsiones primarias, instintivas- , el mesocéfalo heredado del cerebro de los antiguos mamíferos o hipocampo, que parece ligarse a la afectividad y a la memoria de largo plazo y el córtex, que es el origen de todas las invenciones y de la abstracción, de las aptitudes analíticas, lógicas y estratégicas y de su organización. Los tres tipos de cerebro,  se encuentran en una interacción permanente y  solamente en algunos casos, predomina uno u otro, por tanto, todos los seres humanos poseemos las mismas posibilidades de combinación de los tres. (Morin, E. 1986:93) Si la comida se ubica en el área de las emociones y no en la de la racionalización, es lógico pensar que el área del córtex intervenga menos en los procesos de acercamiento a la alimentación.

Quizá es por eso que ante situaciones de prevención y/o manejo de los cambios en las formas de comer, no sea indicado racionalizar sobre ello, sino intentar ingresar a la comprensión del problema por el sistema límbico o emocional de las personas.

Algunas propuestas de intervención preventiva:

¿Cómo informar y convencer a los involucrados, del valor de la prevención y/o del control de las enfermedades asociadas con el exceso en el comer?

- Una propuesta es trabajar con grupos de mujeres que padecen sobre peso, que tienen hijos que pueden o ya están afectados en este sentido y otras que aunque no tengan ellas sobrepeso o hijos con sobrepeso, atiendan, como prevención lo que podría suceder si se descuidan.

Esta información pudiera manejarse a través de reuniones de grupos, de entrevistas, de publicaciones en revistas conocidas en las que se mostraran “casos de la vida real” en los cuales las madres de familia conozcan realidades dolorosas acerca de lo que implica la discriminación en los ámbitos escolares y sociales hacia los niños con sobre peso, también acerca de los graves riesgos en salud y lo que significa tener enfermedades como la diabetes, ciertos tipos de cáncer o enfermedades cardiovasculares.

- También a través de publicaciones atractivas como la historieta, se pueden enviar mensajes que convenzan: “ahorra dinero y pierde peso” y demostrar que la comida cotidiana es más barata y mejor, que las madres de esta manera pueden ahorrar y posteriormente emplear ese dinero en diversión o en compras atractivas para la familia.

- Se podría promover también el valor nutricional de la comida cotidiana mexicana. Para los nutriólogos la dieta ideal se consigue cuando en las comidas  se logra la combinación de carbohidratos en un 40%, proteínas 30% y grasas 20%, sin embargo habría que tomar en cuenta que en lugares calientes se exige un mayor consumo de proteínas y carbohidratos. El menú diario, con diversas combinaciones puede consistir en: sopa de verduras o de pasta o arroz; el guisado con carne de res, huevos, pollo, puerco o verduras en salsa o fritos o asados; alguna verdura cruda o cocida, frijoles, tortillas y opcionalmente algo de fruta como postre.

En síntesis, no se trata de culpar a las mujeres del sobre peso del padre o de los hijos o de ella misma, bien al contrario, en esta propuesta se intenta que las  mujeres reconozcan el poder que tienen en cuanto al manejo de la salud y bienestar familiar y que, concientes de ello, lo ejerzan de la mejor manera posible.


Fuente: http://wvw.nacion.com/ln_ee/2008/marzo/25/_Img/1942376_0.jpg

 

Bibliografía:

  • Cervantes, M. 2006 “El poder de la comida y la comida en el poder” en Cambio social, antropología y salud, Coord. Alonzo, A y Peña, F. Conaculta-ENAH, pp. 177-184 México.
  • Cervantes, M. 2006 b. “El pasado prehispánico en la alimentación y el pensamiento de hoy” en Arqueología Mexicana, vol.XIII, No. 78 marzo-abril de 2006, pp. 18-25 México.
  • Cervantes, M. 2007 “ Pensamos según lo que comemos” en Ciencia Revista de la Academia Mexicana de Ciencias,  vol. 58 no.2 abril-junio 2007 pp. 32-38 México.
  • De la Serna de Pedro, I. 2008 La alimentación y sus perversiones: Anorexia, vigorexia, bulimia y obesidad. Ed. Edikamed, Madrid, España.
  • Mintz, S. 1994 “Crops and human culture”en Third Annual Conference of the Society for the Study of Local and Regional History, Minnesota, Marshal, pp. 00-119, USA.
  • Morin, E. 1984 Sociologie Ed. Fayard, Paris, Francia.
  • Morin, E. 2006,  El Método 4, Las Ideas, Ed. Cátedra, Madrid, España.
  • Pert, C.B. 2003 Molecules of Emotion, Ed. Scribner, New York, U.S.A.

 

[1]  Dirección de Etnología y Antropología Social, INAH.