Editorial 43: ¿La fosa de nuestra dignidad?

El gran saco a espaldas del pueblo mexicano se va llenando de agravios. La fosa común de Tetelcingo, municipio de Cuautla en Morelos, es uno más. Sin embargo, ésta no es una fosa a cargo del “crimen organizado”, como tantas en el país y para nuestra vergüenza, sino un producto gubernamental: ha sido una instancia del gobierno de Morelos, nada menos que su Fiscalía, la que ordenó cavar en Tetelcingo al menos dos fosas subrepticias, encubiertas, para colocar ahí los restos de numerosos ciudadanos mantenidos en el anonimato. Hasta hace unos días se habían exhumado 119 cadáveres, incluidos los de dos niños y un feto (http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/06/03/concluye-exhumacion-de-cuerpos-en-fosa-de-tetelcingo).

Eso también es crimen organizado. Y no menor. La burla no tiene límite, convirtiendo a cada agravio contenido en ese saco a las espaldas en una afrenta. Y es que una “fiscalía” es, etimológicamente, la instancia que “representa el bien público”.

Pues vaya representación tiene el “bien público” en el estado de Morelos.


Fuente: www.somoselmedio.org

¿Qué significa que una “fiscalía” escarbe la tierra para colocar ahí, con sigilo insuficiente, cadáveres de ciudadanos no identificados o cuya identificación incomoda?  ¿Cuántas más hay en el país de su tipo?  Y la obra, cabe advertir, fue sufragada con los impuestos que recaba de la ciudadanía trabajadora, a través del SAR, el COE, esto es,  el Crimen Organizado de Estado.

Esa hechura nos emplaza, porque una “fiscalía” convertida en sepulturera furtiva deja entrever la consolidada existencia de un sistema criminal. Pero esa hechura, a su vez, desgraciadamente nos refleja, porque no hemos tenido la capacidad para evitar esos crímenes, para proteger al bien común y para hacer que rindan cuentas los responsables de su vulneración.

En el contexto del macabro y trágico hallazgo de las fosas de Tetelcingo, resultó alentador observar a la máxima autoridad de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, denunciando con valor cívico al gobernador y sus funcionarios, a pesar de las amenazas y los intentos de criminalización contra el rector. Como dijera el dramaturgo inglés: “no todo está perdido en Dinamarca”. Nos recuerda las palabras de José Martí, de que “cuando muchos no tienen ni dignidad ni decoro, unos poco tienen la dignidad y el decoro de muchos”.

Es hora de que voluntades se unan y dejen vislumbrar un cambio que ponga fin a tanta impunidad y crueldad, sólo posibles con la intervención del Estado: en otros tiempos y lares se ha logrado imponer la fuerza y razón de los ciudadanos y México no será una excepción.

En este número ser presenta el notable texto de Ricardo Melgar “Equívocos, enredos, virajes y encrucijadas: El actual escenario político-cultural de  Nuestra América”, donde el autor pasa aguda revista a la situación actual de América Latina, lo que sirve de base para reflexionar sobre el equívoco pero significativo uso del término “progre”, incluso utilizado por una izquierda que necesita hoy definir nuevos derroteros y clarificar su papel en el momento crítico actual.

A su vez, Antonio Sarmiento presenta un trabajo sobre los impactos en salud que provienen de la contaminación aérea por partículas suspendidas finas. Se trata de una propuesta de aproximación al cálculo de muertes prematuras por contaminación, en particular, por exposición a partículas muy pequeñas en suspensión en el aire. El tema es usualmente poco abordado, a pesar de sus graves implicaciones actuales y futuras. Una segunda parte de dicho trabajo se incluirá en el siguiente número de En el Volcán, presentando con mayor detalle el caso de México. El fenómeno de la contaminación y de sus efectos en la salud de las poblaciones cobra cada vez mayor relevancia. Sin embargo, se le naturaliza y aprendemos a aceptarlo como algo normal e inevitable, como otros tantos acechos en curso a la salud pública. Y podemos entonces preguntarnos si esa aceptación resignada, a menudo potenciada por la desinformación, no será aun peor que esos factores nocivos en sí. O mejor a la inversa, nos hemos de preguntar sobre la necesidad vital de una determinación: la de no habituarse a la precariedad, sea de índole ambiental, sanitaria o política o sea conjunta. 

Para respirar el aire que nos enferma no sólo necesitamos que nos lo recete un modelo económico depredador, extractivista y excluyente, sino nuestra propia complicidad, manifiesta cuando naturalizamos como inevitable ese modelo nutriéndolo en nuestra vida cotidiana. El texto de Sarmiento alude a un punto clave en la prevención de la mortalidad por contaminación: el de la Norma Oficial Mexicana, que en el rubro de las partículas en suspensión atmosférica es mucho más permisible que la norma fijada por la Organización Mundial de la Salud, lo que la convierte, en los hechos, y por sus consecuencias, en una norma patogénica.


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Por su parte, el artículo de Israel Ozuna “Comunidad, identidad y conflicto: Apuntes generales sobre resistencia y reorganización social durante el Formativo en Mesoamérica”, tiene particular relevancia porque se ocupa, desde la arqueología social, de los procesos de resistencia y organización social en el período Formativo de Mesoamérica, reflexionando sobre el papel que jugaron las comunidades en la consolidación de las sociedades clasistas en dicho período, bajo el interrogante del por qué las comunidades aldeanas con organización tribal estuvieron dispuestas a subordinarse a miembros de su propio grupo. “a adoptar instituciones que seguramente les resultaron ajenas y, sobre todo, a transformar la estructura de su propio sistema social”. Cuando Ozuna resalta que para ejercer una propiedad efectiva sobre los objetos de trabajo, constituidos principalmente por los recursos naturales, los grupos tribales requirieron una organización estratégica para defenderse, hoy, tribales o no tribales, tendríamos que preguntarnos como pueblos dónde se encuentra y cómo se genera o se rescata esa organización estratégica para la defensa actual de los territorios. El autor señala a su vez que “sólo la resistencia con alternativa posibilita la transformación”.

En el trabajo “Las estructuras insólitas de Xochicalco”, Rolando Dada y Lemus, quien estuvo a cargo del diseño del Museo de Sitio de Xochicalco, presenta un análisis que bien se puede denominar arqueo-arquitectónico, destaca dos elementos significativos relativos a la configuración de un estilo de arquitectura propio y exclusivo de Xochicalco. Uno de esos elementos es la distribución insólita de columnas en recintos de la Acrópolis, la parte más elevada de dicha ciudad, las cuales, junto con los muros como elementos soportantes, fueron creadas con el propósito de distribuir el espacio general, mejorando la calidad de los espacios internos, su percepción, sus secuencias espaciales y la manera de recorrer su interior. El otro elemento arquitectónico insólito señalado por Dada respecto a Xochicalco es la existencia de un método particular de construcción de soportes, partiendo del análisis de una columna de arena, la cual fue conformada, para adquirir la resistencia a compresiones necesaria en toda columna, por una camisa o calcetín cilíndrico consistente en una estera entretejida de hojas de palma o de juncos: es decir, el petate.  Por cierto, la argumentación del arquitecto Dada y Lemus remite, como en otros trabajos sobre Xochicalco, a la presencia referencial del Cerro del Jumil, hoy en la mira de una empresa canadiense, la “Alamos Gold”, cuya pretensión de instalar una mina de tajo abierto precisamente en ese cerro sigue vigente (véanse artículos de En el volcán Insurgente en números previos).

Finalmente, en el texto “Argentina y ‘Tata Yofre’: hablando del golpe del 24 de marzo de 1976”, Daniel Omar de Lucía en lenguaje coloquial, se ocupa pormenorizadamente de un ejemplo ilustrativo de cómo se construye y mantiene una falsificación histórica y política del golpe militar en Argentina,  en una maniobra funcional a una operación en curso, la cual pretende negar el genocidio y descalificar la lucha por los derechos humanos en ese hermano país.

Se incluyen, en la sección del Cuexcomate dos materiales: el texto y la gráfica de la exposición itinerante sobre Patrimonio Biocultural y Megaminería, que inició su periplo en el Museo Regional Cuauhnáhuac en Cuernavaca y sigue su camino por diversos museos del país, y un texto ilustrativo gentilmente proporcionado por la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela, en el que se denuncia la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de esa hermana nación de Nuestra América. Ahí se remite a un documento de trabajo del jefe del Comando Sur del Ejército estadounidense, en el que se hacen 12 recomendaciones, que parecen ser el libreto que están siguiendo, tanto la derecha venezolana, como la Secretaría General de la OEA, y el organizado ámbito mediático a escala planetaria.