6, Febrero de 2012

Editorial: La madre no está en venta

Cuando hace treinta y ocho años se construyó el Museo Cuauhnahuac en su sede del viejo Palacio de Cortés, las investigaciones demostraron que entre la cultura de ayer y la de hoy habían pasado tres mil años de historia,  que la tradición tenía experimentada; los testimonios antropológicos e históricos vinieron a confirmar el hecho y el surgimiento de las investigaciones encomendadas desde entonces al Centro Regional Morelos-Guerrero del INAH, dentro de las políticas culturales nacionales, han tratado de profundizar su dimensión.

Hacia la mitad del siglo XX, el acelerado desarrollo del mundo capitalista a través de la industrialización, el turismo y los servicios, puso en crisis progresiva al medio ambiente y también a la cultura regional; la rapacidad de los grupos de poder por el dinero, desbordó al campesinado del otrora granero de la capital, el actual Estado de Morelos, obligándolo a poner en venta sus recursos naturales: tierras, aguas y tradiciones. A los sembradíos de caña, maíz y arroz sucedieron los desarrollos urbano-arquitectónicos; a los antiguos sistemas hidráulicos para el campo sucedieron los balnearios y a las tradiciones de intercambio de productos del campo sucedieron las comidas chatarra, los equipos mecánicos de recreación y ahora los mecanismos digitales de sonido, de cultivo agrícola, de fertilizaciones y hasta de control comercial de plagas; a las tradiciones anteriores y posteriores a la conquista sucedieron la novedades ocasionales; a los procedimientos de intercambio de excedentes, a las festividades religiosas y de intercambio de productos necesarios, en otro tiempo medios comunitarios de relación, les llamaron luego “ferias” como es el caso de Yecapixtla, donde a la festividad de los muertos con sus tradicionales Tianguis Chiquito y Tianguis Grande, les acabaron llamando “la feria de la cecina”. Las antiguas ferias tradicionales, como la del Cristo del Cerrito en Mazatepec, la de la Virgen de Tlaltenango en Cuernavaca, la del Cristo de Totolapan, la del Cristo del Señor del Pueblo en Cuautla, la de San Agustín en Xochitlán, la de Nuestra Señora del Cerrito de Xumiltepec, la del Señor de Tepalcingo y otras, fueron perdiendo importancia a manos de los Centros Comerciales, donde el intercambio no es entre productos sino entre oferta y demanda. Pero la cultura no es una mercancía.  La madre no está en venta.


Palacio de Cortés, ahora Museo Regional Cuauhnáhuac.
Foto tomada de mexicoahora.wordpress.com

El Centro INAH Morelos registra y expone a través de su principal Centro de Difusión, que es el Museo de Cuauhnahuac, los conocimientos, las tradiciones y las acciones dinámicas de la cultura. La Región no es un ente aislado y las investigaciones del Centro INAH Morelos dan cuenta de otras regiones, sus tradiciones y sistemas que contextúan, dinamizan, ponen en armonía y exhiben las diferencias de la cultura entre los pueblos del mundo.

En los setenta y tres años de existencia del INAH y en los treinta y ocho que en estos días cumple el Centro INAH Morelos, los profesores-investigadores que de este Centro colaboramos “En el volcán”, queremos reconocer la labor  desarrollada desde su inicio por sus actores en los museos de Cuauhnahuac, de Morelos en Cuautla, de Emiliano Zapata en Tlaltizapán, en los museos de Coatetelco, de Xochicalco, de Chalcatzingo, de Tepoztlán, y en todos aquellos que reciben piezas donadas para su exhibición y resguardo como testimonios antiguos de nuestra cultura regional. En cuanto a la investigación y exhibición social de la riqueza histórica y testimonial de la cultura cristiana en los conjuntos monacales, iglesias, capilla y ermitas, aun esta pendiente que se asienten las turbias aguas de poder civil y religioso que pretenden aislarse de la sociedad en beneficio de sus propios intereses. Es conveniente que esa riqueza sea socializada en el pueblo, antes de que sea demasiado tarde y sea puesta en manos de los mercaderes. Los pueblos hacen la cultura, y son dueños de sus testimonios históricos; los demás, civiles o religiosos, sólo somos depositarios pasajeros de estos testimonios.


Instalaciones del Centro INAH Morelos. Foto tomada de imageshack.us