Tres procesos de relevancia relacionados con la dinámica política de los pueblos originarios nutren nuestra reflexión en el inicio de este 2013. Uno de ellos es la reaparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el 21 de diciembre pasado con la toma silenciosa y pacífica de cinco cabeceras municipales de Chiapas y con los comunicados de su comandancia general que se han venido publicando. El segundo es el encuentro que se llevó a cabo en Calpulalpan de Méndez, Oaxaca, en este mismo mes, sobre los proyectos actuales de minería, ya en curso o en promoción, con su cauda nociva de evidentes y de previsibles efectos socio-ambientales de diverso tipo. El tercero nos remite al escenario chileno en el cual los mapuches resienten el acoso policiaco-militar del régimen de Piñera.
El impacto de la mega-minería en la cultura de los pueblos originarios es altamente depredador en varios sentidos, incluyendo la afectación de sus territorios sagrados: cerros, lagunas, ojos de agua, ríos y mares, por estar vinculados al culto a sus muertos y/o deidades titulares o a sus rituales. Horadar un cerro, como lo hace la minería de socavón, tiene impactos muy fuertes en el imaginario, las tradiciones y la calidad de vida de los pueblos indígenas. Profanar una laguna o un río a través del desagüe o derrame de sustancias tóxicas no es un asunto cultural ni ambiental menor. Arrasar con un espacio íntegramente, retirando de él todo vestigio de vida y dejando en testimonio un vacío irremisible, constituye no sólo una depredación integral, sino una metáfora desoladora del alcance de la codicia sin límite.
Ya en un número previo, En el volcán ha dado cuenta de este tipo de amenaza incorporando a su sección “Cuexcomate” un material de divulgación fundamentado que lleva por título “El respeto a nuestra tierra es justicia ¡no a las mineras”, el cual puede consultarse y ser difundido por nuestros lectores (http://www.enelvolcan.com/edicionvirtual/mineras/index.html?pageNumber=1).
El proceso reivindicativo y propositivo surgido en Chiapas en 1994, con sus importantes repercusiones nacionales e internacionales, del cual son expresión los recientes comunicados del Subcomandante Marcos dados a conocer en estos últimos treinta días, como el proceso que, potenciado hoy tecnológicamente, actualiza y profundiza la tradicional expoliación de recursos, definitoria de un colonialismo que no cesa, imprimen a este arranque de año un derrotero claro de reflexión y acción, en señalamientos que no sólo rebasan la cuadrícula de los calendarios, y donde “lo nuevo” tiene raíces que en ambos casos remiten a viejas tensiones estructurales no resueltas, sino que orienta la atención a temas y problemas que afectan directa o indirectamente a toda la ciudadanía, sea o no “originaria”. La resistencia mapuche, que sufre la criminalización etnocida del Estado chileno al servicio de los terratenientes y del gran capital, se erige combinando justamente los dos procesos aludidos: por un lado, la lucha autonómica y por otro la defensa del territorio.
Los tres procesos denotan la exigencia de nuevas modalidades de reflexión, de participación y de hacer política, pues, además, tienen que ver con realidades y retos que atraviesan calendarios y territorios, en una época en que todo está relacionado. La depredación y la exclusión, con ser diferenciales, tienen ya hoy un alcance que todo involucra. Como una imagen en espejo, las medidas para enfrentar esa depredación y esa exclusión, demandan descubrir, develar sus articulaciones mutuas: de la mano va la dimensión política de esos procesos, para los cuales no hay salidas especulativas o retóricas, sino eminentemente organizativas y relacionales.
Un año más. La reflexión aportada desde Chiapas sobre el momento político actual del país y el pronunciamiento en contra de los proyectos de minería generado en el único “Pueblo Mágico” del estado de Oaxaca, Capulalpan de Méndez, así como las luchas del pueblo mapuche, apelan una vez más a la incorporación de las agendas de los pueblos al almanaque político imprescindible del 2013.
Este número de En el Volcán presenta íntegro el clarificatorio manifiesto contra la mega-minería ya referido. Los pronunciamientos recientes del Subcomandante Marcos se incorporan también para su consulta en la sección del “Cuexcomate”, al tiempo que incluimos el señalamiento de un grupo de académicos Mapuche respecto a la crítica situación que se vive en la Araucanía, así como las cartas de los Lonkos Juana Calfunao y Pablo Lenguaraz –líderes del pueblo mapuche- como expresión de agravios y reafirmación de su voluntad de resistencia en significativo paralelismo, pues ellos implican procesos de defensa y autonomía que tienen por lo menos una dimensión continental. A su vez, incluimos un trabajo sobre el escritor uruguayo Elías Castelnuovo, a propósito de su obra Larvas (1931), con derivaciones respecto al vetusto cometido de reformar a los prójimos cuando éstos no responden a las exigencias sociales, cuando los reformatorios de menores operan como deformatorios. Otro texto que nutre significativamente este número es la reseña que se ocupa de dos trabajos relativos a los pueblos afrodescendientes de nuestra América, en otra faceta del develamiento de realidades convenientemente ocultadas o soslayadas. Así mismo, otra de las fumarolas de esta serie, que a fin de cuentas se ocupa directa o indirectamente de ofensivas oligárquicas, pasa revista a la que se desarrolló en contra del movimiento obrero a comienzos del siglo XX en Perú y su contraparte libertaria de entonces, en la lucha por condiciones dignas de trabajo y remuneración entre estibadores y trabajadores de la industria textil y de otros ramos y cuya lectura orilla a explorar, a cien años de ello, cuáles son los rasgos persistentes, de ese tipo de confrontaciones, donde se hacía explícita la tensión entre el incremento salarial y la baja de utilidades, y cuáles son los nuevos retos que supone esa tensión. En otro orden de ideas, este número presenta, a propósito del asentamiento prehispánico maya de Oxtankah, el resultado de la investigación arqueológica en esta ciudad y la región circundante. La autora reabre la discusión sobre este sitio referencial, donde se presuponía el inicio del mestizaje entre europeos y americanos, a través de la gesta de Gonzalo Guerrero, pues la suya fue una incorporación sociocultural particular y de características emblemáticas. La figura de Guerrero reapareció con inusitada fuerza simbólica con motivo del denominado Quinto Centenario del colonialismo hispano, suscitando una revisión de la resistencia y del camino inverso del mestizaje. No fue poca cosa que este expedicionario ibérico decidiese por convicción mayanizarse y sumarse a la defensa del territorio y de la autonomía cultural maya frente a sus excompañeros. Hay quienes discuten la existencia de Guerrero, quizás porque lastima sus prejuicios ideológicos esencialistas sobre lo maya.
Cerramos con nuestra sección Librum Tremens, en la que recomendamos cuatro lecturas en torno a las temáticas consignadas en este número.