Número 69

67 Manta con Pueblos Unidos, sus topónimos prehispánicos y otros elementos identitarios. Foto: Eliana Acosta en la Sierra Volcánica y sigue su curso por los Valles de Puebla-Tlaxcala, Atlixco y Matamoros y se almacena en la presa del Valsequillo, conocida formalmente como Presa Manuel Ávila Camacho (INEGI, 2019). En esta región que se distingue por sus fuentes hidrológicas y por la presencia de diversos pisos ecológicos, entre sierras, lomeríos, mesetas y llanuras, se encuentra una actividad económica y productiva históricamente diversificada. En el Valle poblano-tlaxcalteca se ha asentado la mayor parte de la población, se han desarrollado las actividades industriales y comerciales más importantes del estado de Puebla y actualmente constituye la cuarta zona metropolitana más grande del país, después del Valle de México, Monterrey y Guadalajara. Por su ubicación, esta área desde la época prehispánica ha sido un punto estratégico y de conexión entre el centro, el golfo y sureste de México donde se asentaron desde entonces centros religiosos, políticos y comerciales, entre los cuales destaca Cholula o Tlachihualtépetl, que se constituyó como centro marcroregional y el cual desde el periodo clásico se le identificó por el culto al agua (Masferrer, Mondragón & Mences 2010:121; Ashwell, 2004). En particular, destaca la preponderancia en la región de dos deidades: Quetzalcóatl, “Serpiente emplumada”, dios dual que entre sus múltiples advocaciones se encuentra la del viento y su función de limpiar los caminos para la lluvia, y Chalchiuhtlicue, “La de la falda de jade”, identificada con el agua terrestre y los mantenimientos, representada por sus faldas de chalchihuites (piedras azules), sus líneas ondulantes y un yelmo de serpiente. En la actualidad, los pueblos de la región de los Cholultecas y los Volcanes rinden culto a una pareja, dos potencias identificadas con los volcanes, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, nom-

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