Número 68

3 Odio a los indiferentes. Creo, como Friedrich Hebbel, que ‘vivir significa tomar partido’. No pueden existir quienes sean solamente hombres, extraños a la ciudad. Quien realmente vive no puede no ser ciudadano, no tomar partido. La indiferencia es apatía, es parasitismo, es cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes. La indiferencia es el peso muerto de la historia. Es la bola de plomo para el innovador, es la materia inerte en la que a menudo se ahogan los entusiasmos más brillantes, es el pantano que rodea a la vieja ciudad y la defiende mejor que la muralla más sólida, mejor que las corazas de sus guerreros, que se traga a los asaltantes en su remolino de lodo, y los diezma y los amilana, y en ocasiones los hace desistir de cualquier empresa heroica. A. Gramsci 1 Editorial Volcanes S in decaimiento alguno en el ánimo, ni pretensión efectista, no hace falta mu- cha perspicacia para constatar que a nuestro planeta le están brotando pi- cudas protuberancias por doquier, de las cuales emanan vapores y humos y se expelen rocas ígneas, ceniza, lava incandescente. Algu- nos conos emergen del fondo del mar coronados de plástico; otros, clásicos pero sin memoria, se reactivan una y otra vez: son las guerras, ahora en una modalidad no nueva pero sí creciente de asesinatos a distancia. Y si los geólogos y vulca- nólogos afirman que los volcanes son generados por la dinámica interna misma del planeta, en cambio, al parecer estas prominencias inquietan- 1 Gramsci, Antonio (2011)[1917]. Odio a los Indiferentes, Barcelona: Ariel. tes, estas jorobas volcánicas que se alzan ahora en la sala de nuestra casa común no son de fac- tura geológica, sino grandes abscesos y pústulas antropogénicas. Una de esas protuberancias se ha desin- tegrado progresivamente y ahora aparece en órbita, emulando a los anillos de Júpiter, pero conformada por desechos, por remanentes de materiales lanzados desde la Tierra, como anun- cio a los forasteros de su inminente llegada al planeta: pedazos de cohetes, satélites obsoletos, desprendimientos de cápsulas espaciales, restos de restos circulando a muy elevadas velocidades alrededor del globo, convertidos ya en un riesgo de colusión no sólo con cualquier magnate que se le ocurra pavonearse por ahí -que los hay- sino con cualquier nuevo lanzamiento espacial.

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