Número 51

27 Ob. Cit.: 18). Y agregamos nosotros, que el ele- mento volitivo, el deseo de retorno al país de ori- gen, jugará un papel decisivo en su realización, sea capitalizando la amnistía del nuevo gobierno o asumiendo los riesgos que impone el gobierno expulsor. Empero, debemos hacer una salvedad en la «segunda migración», considerando la de- cisión del gobierno del país receptor de presio- nar a los exiliados para su retorno a su país, al desaparecer las condiciones políticas adversas que lo generaron. En lo general, el retorno supo- ne una variada gama de modos (masivo, gradual, selectivo e individual) y de vías: la repatriación voluntaria o forzosa, la clandestina o tolerada. Así como el retorno canalizado bajo las nuevas condiciones de reinserción a la vida pública de manera temporal o definitiva. En las últimas dé- cadas el retorno puede ser mediado por ACNUR y solventado por un acuerdo de las partes. De otro lado, también debemos matizar la ca- racterización de los migrantes que hace Eugenia Mayer. No todos los migrantes lo son por razones económicas, aunque éstas propicien y sostengan los más importantes flujos migratorios transfron- terizos latinoamericanos. Para algunos migrantes existe un abanico de motivaciones que van de las de carácter religioso, pasando por aquellas que se orientan hacia espacios más propicios para sus cultivados saberes o prácticas artísticas, o que expresan razones más íntimas alusivas a los más diversos lazos afectivos, para restaurarlos, construirlos, o romperlos. No faltan quienes han mudado de parecer ideológico y político frente a sus organizaciones enfrentando la encrucijada de luchar por una reorientación o buscar otros horizontes. Existen otras motivaciones más por inventariar. Por último, tenemos casos de mi- grantes económicos, que en tiempos de exilios políticos masivos simulan formar parte de ellos, para obtener facilidades migratorias, sanitarias, educativas o de trabajo brindadas por el estado o la comunidad solidaria del país receptor. En el imaginario social, en la memoria colec- tiva de nuestras sociedades, han predominado con matices, las mitologías políticas, es decir, los relatos con fuerte carga afectiva y eficacia sim- bólica en ese juego contradictorio de legitimar o deslegitimar a vencedores y vencidos, expulso- res y deportados. Algunos analistas, críticos li- terarios, historiadores y antropólogos, han avan- zado algo en la tarea de recuperar, interpelar y explicar la mitología de algunos exilios. En el caso de los mitos del exilio, cuentan algunos so- bre el retorno heroico y/o triunfal, en el Caribe por ejemplo, se aproximan la temida y fantasmal «Legión del Caribe» y la muy real expedición del Gramma . 6 Y más atrás, encontramos las huellas 6 El Movimiento 26 de Julio designó a 82 combatientes bajo la conducción de Fidel Castro Ruz, se embarcaron en el yate Gramma un 25 de noviembre de 1956 en el Golfo de México con dirección a las costas cubanas, desem- barcando el 2 de diciembre en Los Cayuelos, cerca de la playa Las Colora- das. Su objetivo fue iniciar la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio

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