Raúl Zibechi es uno de los analistas críticos más respetados por quienes tenemos el corazón y la mente abajo y a la izquierda. Sus libros y artículos constituyen ya un acervo de los movimientos antisistémicos que resisten a pie firme el cataclismo que representa la transnacionalización neoliberal. He venido coincidiendo con Raúl Zibechi a lo largo de estos años, tanto en las páginas de opinión de La Jornada, como muy recientemente en nuestra condición de condiscípulos egresados del primer curso de La Libertad según los zapatistas, llevado a cabo la semana pasada.
Por estas razones, y por la oportunidad de aprendizaje que implica analizar la obra de Zibechi, Brasil Potencia. Entre la integración regional y nuevo imperialismo, agradezco la invitación para participar en su presentación. De nueva cuenta, es un gran acierto su publicación en nuestro país por parte de Bajo Tierra Ediciones y Jóvenes en Resistencia Alternativa, quienes, respectivamente, cumplen una importante tarea editorial que pretende desbordar, dislocar y deconstruir el pensamiento dominante, misma que se complementa con la que llevan a cabo los y las jóvenes con sus acompañamientos de luchas anti-capitalistas de variada naturaleza, y en favor de procesos autonómicos de múltiples alcances.
Dejo constancia de una opinión general muy positiva de la obra en comento, tanto por el tema investigado, en este caso, Brasil, un subcontinente pletórico de incógnitas para la mayoría de los latinoamericanos y caribeños, incluso al interior de la academia cuya especificidad radica en los estudios latinoamericanos, como por el monumental esfuerzo investigativo que representó desentrañar la naturaleza de un proceso en marcha a partir del triunfo electoral de un partido de trabajadores, que instala en la presidencia de la República por dos periodos consecutivos a un obrero metalúrgico, y a una militante de la izquierda anti dictatorial, para el periodo en curso.
Me parece muy importante desentrañar la alianza, impensada hace unos años, de un sector decisivo del movimiento sindical y del aparato estatal federal, con la burguesía brasileña y las fuerzas armadas, para dar lugar a un gobierno que con la bandera del progresismo, establece programas como “hambre cero”, al mismo tiempo que desempolva un viejo proyecto de la dictadura militar, como el del complejo hidroeléctrico de Belo Monte, en el estado de Pará, basado en el más devastador extractivismo.
Este proyecto, por cierto, es paradigmático en cuanto a lo poco que ha importado para los gobiernos de Lula y Dilma la oposición activa e indeclinable tanto de los pueblos indígenas afectados gravemente, como de organizaciones no gubernamentales, organismos políticos, ambientalistas, colegios de antropólogos, intelectuales connotados y redes solidarias que fuera y dentro del Brasil, apoyan sus reclamos legítimos y fundados.
Pero Belo Monte es también significativo en cuanto a lo que representa esta mega obra para el gobierno de Brasil, que de acuerdo a los datos de Zibechi, controla alrededor del 70% de las acciones de la empresa que construye la hidroeléctrica:
“Por varias vías –señala Zibechi-- los sindicatos tienen un peso determinante, ya sea a través de los fondos de pensiones que controlan el 25% de las acciones, como por su importante presencia en los escalones más altos del gobierno federal, en los que se toman las decisiones sobre las megaobras…A este poder empresarial-estatal-sindical, comenta el autor, no le tiembla la mano a la hora de llamar a la policía militar para poner orden en las megaobras del Brasil Potencia.” (P. 264)
La presentación de los editores, como es usual en los libros de Bajo Tierra – JRA, plantea la necesidad de contar con una nueva geopolítica que genere un cuerpo teórico crítico, que “sin ilusiones y misticismos”, proceda a explicar esta nueva cartografía del poder al sur del continente, así como el papel que juegan gobiernos progresistas que a la vez que practican una política permanente de mediatización de los movimientos populares, con base en el asistencialismo y la cooptación, imponen tácticas contrainsurgentes para el desplazamiento de población indeseable, mega proyectos neo desarrollistas y, finalmente, políticas capitalistas igualmente etnocidas, ecocidas y depredadoras.
No estoy de acuerdo con la crítica de John Holloway publicada en la revista Bajo el Volcán (Número 19, año 12, periodo septiembre 2012-fbrero 2013, pp. 141-144), según la cual Zibechi:
“decide enfocarse (por primera vez) en el enemigo, en la dominación, en este caso en la emergencia del Brasil como nueva potencia imperialista. El problema es que toma como cuadro de referencia una teoría de dominación, una teoría que presenta la historia como un proceso constante de reacomodo entre grupos dominantes y que nos constituye a nosotros como víctimas, objeto de la historia. Asume –continua Holloway--, como su marco teórico la perspectiva del sistema-mundo, una perspectiva que entiende la historia en términos de los reacomodos a largo plazo de los grupos dominantes y, especialmente, de los diferentes Estados o partes del mundo.”(p. 142)
De aquí deriva Holloway que el libro “es un poco deprimente” y que las luchas, aunque presentes en el análisis, ocupan un lugar secundario “hasta el último capítulo y cuando llegan al centro de la discusión, presentan un panorama desolado.” (Ibíd., p. 142)
Estas críticas no corresponden a lo expuesto en el libro. Desde el prólogo a la edición mexicana, Zibechi nos alerta sobre la militarización y los conflictos armados a gran escala que caracterizan la actual etapa de mundialización del capital, la reactivación de la IV Flota por el Pentágono y el despliegue de nuevas bases militares en Colombia y Panamá, sin contar las instalaciones secretas llamadas “nenúfares”, y en este contexto, destaca el desafío que representa defender la vida ante el proyecto de muerte de los de arriba y reitera su confianza que en momentos de caos sistémico, “no perdamos la brújula y mantengamos el timón firmemente orientado hacia la construcción y reconstrucción permanentes del mundo nuevo. (p. 15)” En ningún momento de la introducción y los diez capítulos de la obra, una investigación de casi una década, los sujetos, los movimientos, los actores sociales subalternos, son concebidos en la exterioridad de los procesos observados. Tampoco coincido en que la crisis de las formas de dominación está ausente en el análisis de Zibechi. La emergencia de este nuevo sindicalismo, que de forma estructural, y no como aristocracia obrera, se convierte en parte de una nueva burguesía con los fondos de pensiones, constituye, precisamente, una contribución al análisis para formular mejores estrategias para las luchas de los de abajo. En palabras de Zibechi:
“…siempre es necesario conocer los escenarios en los que actuamos y, de modo muy particular, las tendencias de fondo que mueven el mundo en un periodo de especial turbulencia. Si acordamos que el sistema mundo en que vivimos está atravesando un periodo de cambios profundos y que los modos de dominación mutan con cierta rapidez, seguir el rastro de dicha mutaciones es tan importante para el militante como el reconocimiento del terreno lo es para el combatiente.” (p. 14)
De los cinco aspectos vinculados por Zibechi al periodo actual en el que la hegemonía de Estados Unidos tiende a ser desplazada por la de Brasil en América del Sur, tres de ellos refieren a las luchas de los sectores populares directamente: 1) como oportunidad para modificar la relación de fuerzas; 4) como necesidad de establecer alianzas entre los pueblos latinoamericanos organizados en movimientos y sectores populares que están siendo desplazados y perjudicados por la expansión brasileña; y 5) como requerimiento de los movimientos de la región para observar las múltiples presiones a que serán sometidos en escenarios más complejos y contradictorios.
Las preocupaciones básicas de Zibechi giran en torno a los movimientos, la criminalización de sus dirigentes por oponerse a las políticas extractivistas, la contradicción entre “el corto y el largo plazo, entre los gobiernos y los movimientos, sean del color que sean unos y otros, y entre el crecimiento económico ilimitado y el Buen Vivir.” (p. 24)
Nuestro autor lo expresa con claridad:
“Este libro está dedicado a lo nuevo que está naciendo en América Latina, a todos estos movimientos y acciones de rebeldía contra las nuevas formas de opresión como la minería, los monocultivos, las grandes represas…y los nuevos imperialismos…me convencí de la importancia que tiene para los movimientos y los militantes comprender el ascenso de Brasil al rango de potencia como parte del conjunto de cambios que se están registrando en el sistema mundo. Con esta convicción escribí este libro.” (Pp. 24-25).
En suma, el libro de Zibechi no requiere defensa alguna ante críticas surgidas de perspectivas dogmáticas que demandan sujetarse a esquemas preconcebidos. Como aprendimos la semana pasada en los cursos de la Escuelita Zapatista, la realidad sobrepasa en mucho a los más acuciosos analistas, quienes deberán acostumbrase a seguir procesos sociales y políticos que toman rumbos inusitados que, a su vez, obligan a modificar planteamientos iniciales e hipótesis consideradas comprobadas. Así, pudimos constatar que en medio del caos provocado por el tsunami neoliberal, y no obstante los diagnósticos negativos de quienes incluso estuvieron en un momento dado junto al EZLN, los zapatistas, no sin dificultades, están construyendo sus formas de gobierno autónomo en los tres ámbitos que van desde lo local, municipal y zonal, y a partir de los siete principios fundados en el “mandar obedeciendo”. El libro de Zibechi constituye la demostración palpable de que es posible realizar investigaciones que siguiendo el pulso de las formas de dominación, no pierden nunca el horizonte de las luchas y resistencias de los dominados.