25, Septiembre de 2013

Abrirán las grandes alamedas. Últimas palabras de Salvador Allende

El 11 de septiembre de 1973, en Santiago de Chile, el gobierno del Presidente Salvador Allende, que había sido elegido el 4 de septiembre del año anterior representando a la Unión Popular, es derrocado por un golpe de estado de parte de las fuerzas del imperialismo norteamericano y de la derecha chilena que llevarían a la instauración de un régimen militar durante casi 17 años en ese país del sur de nuestro continente.

 

Salvador Guillermo Allende Gossens era, además de médico, un político que estuvo comprometido con la libertad de decisión del pueblo chileno y quien desde su juventud, se había preocupado y ocupado de la promulgación y cumplimiento de leyes que favorecieran a los trabajadores y a los más desprotegidos de su patria.

Como presidente, Allende representaba para el pueblo chileno y para Latinoamérica la esperanza de una verdadera democracia desde el poder popular. El neoliberalismo que comenzaba a gestarse decidió que no era conveniente para sus intereses y ese 11 de septiembre, el ataque militar al Palacio de la Moneda acabó con las esperanzas de chilenos y latinoamericanos.

Antes de ser humillado por los militares, Allende decide quitarse la vida. Horas antes había dirigido una serie de mensajes radiales al pueblo de Chile, vía Radio Corporación y Radio Magallanes, dos estaciones que pronto fueron acalladas por las fuerzas militares represivas. Estos mensajes se convertirían, de alguna manera en su testamento de lucha para las generaciones venideras y, para los chilenos que tuvieron que convivir con casi 17 años de dictadura militar.

A cuarenta años de ese fatídico pero, emblemático día en la lucha por la democracia de los pueblos latinoamericanos, la editorial La Cartonera, rinde un modesto pero, emotivo homenaje al Presidente Salvador Allende, publicando el libro Abrirán las grandes alamedas. Últimas palabras de Salvador Allende; en éste se pueden encontrar la transcripción de los mensajes que esa mañana Allende hizo llegar al pueblo chileno, el prólogo del Dr. Óscar Soto Guzmán, médico de Allende (ambos textos proporcionados por la editorial hermana Meninas Cartoneras de España) y, escrito especialmente para esta edición de La Cartonera, un texto de introducción de Gabriela Videla, periodista y activista social chilena radicada en Cuernavaca, desde 1974.

Considerando que el pueblo de México ha estado unido desde siempre, de una u otra forma, al pueblo chileno y que ese 11 de septiembre es emblemático para toda Latinoamérica, compartimos con los lectores de En el volcán, las palabras de Salvador Allende y el texto que Gabriela Videla intituló El legado de Salvador Allende a 40 años del golpe militar, en este sencillo homenaje al Presidente Salvador Allende que también es un homenaje al pueblo chileno que sigue luchando, cuarenta años después.

Como decía Salvador Allende:

¡Viva Chile!, ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Nosotros subscribimos sus palabras y decimos, además:

¡Vivan las luchas de los pueblos de Latinoamérica!

La Cartonera es una editorial independiente, artística y artesanal, que nace en febrero de 2008, en Cuernavaca y que, sin recibir apoyos institucionales y recolectando el cartón en las calles de la ciudad ha publicado a la fecha más de treinta títulos los cuales tienen, cada uno de ellos, propuesta gráfica de portadas originales y únicas para cada ejemplar, pintadas sobre cartón y con interiores de papel reciclado. El catálogo de La Cartonera, que incluye cinco ediciones bilingües (inglés-, portugués-, náhuatl-español) y también una edición doble español-francés, está conformado por poesía, poesía infantil, novela, canción, ensayo, historia, cuento y gráfica. La Cartonera es dirigida por Dany Hurpin, Nayeli Sánchez G. y Rocato. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..  www.edicioneslacartonera.blogspot.com.

 

El legado de Salvador Allende a 40 años del golpe militar.

Gabriela Videla

El doctor Oscar Soto Guzmán, médico personal del Presidente, fue testigo-actor de las últimas horas de vida de Salvador Allende enfrentando la sublevación y sangriento golpe militar desde su puesto de combate en el palacio de La Moneda. Narra con la emoción del que todo lo vio, la pasión y muerte de este socialista elegido Presidente de la República de Chile en elecciones libres y democráticas. Él sólo buscaba, con pasión y tesón, hacer efectivo el cambio prometido a los chilenos, especialmente a las mayorías empobrecidas.

Los militares que, creíamos, nunca romperían el orden institucional fueron la mano usada por la derecha chilena, la CIA y el gobierno de los Estados Unidos para perpetrar el violento asalto al poder en favor de los ricos y las trasnacionales.

Como una tormenta letal, los signos del neoliberalismo soplaron sobre el pueblo, junto con su Presidente que no se rindió. Por ello fueron masacrados el 11 de septiembre de 1973.

El país fue entregado por la derecha militar-civil a las fuerzas brutales del neoliberalismo bajo la tutela imperial que exige u obliga a todas las sociedades seguir las reglas del modelo económico ensayado e impuesto en esa región, sea en educación, participación social, salarios, previsión social, servicios públicos, materias primas, inversión, etc.

El mundo se impresiona al constatar cómo con el dolor de sus muertos y desaparecidos a cuestas, miles de hombres y mujeres han reconstruido el tejido de sus vidas, de sus comunidades. En medio de las secuelas del hambre de las sociedades desiguales, con la memoria de sus hazañas, trabajan sin cesar por la sobrevivencia y la igualdad en medio de los excesos y ruindades de un sistema que favorece sólo a unos pocos.

Pero el sol salió otra vez. La fuerza popular, inspirada en la historia de sus luchas fue capaz, en medio de la represión, de decir NO al dictador para volver al cauce democrático luego de 17 años de miedo, hambre y muerte.

Hoy día, el milagro del martirio de Allende y de miles de hombres y mujeres a quienes se les quitó la vida como castigo por su voluntad de construir una sociedad más justa, renace en otros miles de adolescentes y jóvenes que no lo conocieron, pero heredaron de sus mayores y sus mártires el amor a la patria. Ellos llevan 5 años saliendo a las calles para exigir el derecho a la educación gratuita y de calidad para todos, con planes de estudio capaces de impedir la nefasta influencia de políticas y prácticas neoliberales en las mentes de infantes y jóvenes.

Las palabras finales de Salvador Allende, instando a la población a no sacrificarse en vano, pero a no dejarse avasallar, en su voz tranquila y firme, en medio del fuego y las balas, el 11 de septiembre de 1973, fueron la rúbrica a una vida entera de compromiso con los suyos. El ejemplo de su trayectoria fue su testamento.

Él pertenece a la estirpe de los héroes. Dio la vida por su pueblo, por ello éste lo venera: es el espejo en el cual se mira para proseguir, en sucesivas generaciones, su lucha por la justicia.

Los golpistas no pudieron hacer escarnio de su muerte pues ésta fue la epopeya del valiente, del que vive y muere por otros, pues los ama más que a sí mismo. Igual hizo Monseñor Romero más tarde en El Salvador, en la guerra popular contra los mismos poderes imperiales.

A Salvador Allende, su muerte trágica lo convirtió de nuevo en líder. Su sueño de un país libre y justo, es ahora el sueño- bandera de la acción popular y de los nuevos dirigentes. Ellos creyeron en su palabra, cuando minutos antes de morir dijo: “Tengan fe. La Historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen… sigan ustedes, sabiendo, que más temprano que tarde, de nuevo, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Los héroes no mueren, siguen viviendo en el imaginario popular, dan fuerza y valor a los que más sufren; renacen en las nuevas generaciones, esas que entonces iban a las marchas multitudinarias montados en los hombros de sus padres o veían al Presidente en un retrato en sus casas, donde los pequeños lo miraban y amaban como al abuelo.

Muchos jóvenes que no habían nacido aun, hoy, valientes y generosos, llenos de energía nueva, llenan las calles, con acento y formas propias, lanzan los mismos

gritos de hace 40 años por derechos iguales para todos. Las luchas, los logros post dictadura, son frutos de la lealtad mutua de Allende con los trabajadores, los campesinos, las mujeres de las colonias, los jóvenes, los indígenas, el pueblo todo, aquel humillado y explotado por siglos y que hoy dice ¡Basta!

En este prólogo quise traer la memoria y el pensamiento actual de dos chilenas. Ellas me escriben desde mi pequeño país en el sur del continente.

Pilar, es una militante que sufrió la represión de su esposo y de su colonia, en forma de tortura y simulacro de fusilamiento. Con gran valentía siguió colaborando con su experiencia en el Comité Ecuménico por la Paz y en la Vicaria de la Solidaridad. Con el apoyo de la comunidad internacional salvaron de la muerte y la tortura a miles de chilenos. Ella recuerda el 11 de septiembre y el impacto en su vida y la de muchos:

No se perderán de nuestra memoria las palabras de nuestro legítimo y amado presidente Salvador Allende al ver avasallada la capital y lugares estratégicos del país ese día 11 de septiembre de 1973. Fuerzas militares y civiles opresoras nos mantendrían amordazados pero vivos y en la lucha por la libertad perdida durante 17 años.

Una fuerza emotiva y épica nos electriza y recorre nuestras mentes y corazones cada vez que escuchamos sus palabras firmes, combativas, elocuentes, sabias, sin embargo, llenas de serenidad, dirigiéndose al pueblo, reafirmando las causas de nuestra lucha. Nunca imaginamos que esos anhelos de libertad, bienestar y mejores condiciones de vida para tantos, terminarían en un terrible y prolongado ataque fratricida contra personas llenas de ideales por un Chile con mayor justicia para todos.

Tal como lo dijo, Allende pagó con su vida la confianza depositada en él por su pueblo. (…) “los procesos sociales no se detienen y los hacen los pueblos…” ¡Qué gran verdad! No fuimos acallados. El tesón y la valentía de muchas personas honestas y comprometidas con la vida, han hecho posible que la verdad de lo ocurrido en Chile durante la dictadura sea conocida aquí y en todo el mundo. El dolor de las muertes, la prisión, las desapariciones forzadas, el exilio, han sido el grito para que el “Nunca más” sea una realidad que no olviden las futuras generaciones.

El costo ha sido enorme. Todavía impera la desigualdad, el lucro, las divisiones… No transamos ni claudicamos. En donde nos encuentre la vida allí estaremos dando la batalla por lo justo, por el bienestar de nuestro pueblo, expresado en nuevas carencias pero que se moviliza, no se queda inerte esperando soluciones mágicas, y sigue de pie dando lecciones de fortaleza y sabiduría

Leonor es una profesionista activa en el área de educación, madre de familia. Ella me escribe sobre Allende:

Allende fue un proyecto de humanidad adelantado a su época. Visionario, de talla universal, latinoamericanista, revolucionario, comprometido con una sociedad más justa para todos.

Su gobierno promocionó a la ciudadanía y la instó a participar en la construcción de las políticas públicas del país y en su realización. Muestra de su proyecto político, social e ideológico, en efecto, fueron la participación de la ciudadanía, los programas sociales en salud, vivienda y la educación de los chilenos, desde la cuna hasta la vejez, a través de su Proyecto de educación para todos, Escuela Nacional Unificada, ENU, que nunca viera la luz debido a la férrea oposición de las clases dominantes y la Iglesia que no quisieron perder sus privilegios ni espacios de dominación ideológica.

Pero Allende era peligroso para el statu quo, no sólo por querer formar a un ciudadano consciente, capaz de construir su propia historia y saberse dueño de un potencial libertario frente a la opresión política y económica de los más poderosos; también denunció con fuerza, valentía y claridad la intervención directa de Estados Unidos en el proceso democrático y social en Chile. También habló de la simiente del neoliberalismo, lo cual quedó plasmado en su discurso en ONU, 1972, recibido con una ovación por los presentes.

Estamos frente a un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones transnacionales y los Estados. Estos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales, políticas, económicas y militares por organizaciones globales que no dependen de ningún Estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están fiscalizadas por ningún parlamento, por ninguna institución representativa del interés colectivo. En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada… Es nuestra confianza en nosotros lo queincremente nuestra fe en los grandes valores de la humanidad, en la certeza en que estos valores tendrán que prevalecer, no podrán ser destruidos. (Fragmento del discurso de Allende en la ONU, 1972)

Reflexión final:

Este 11 de septiembre es también una ocasión adecuada para dar gracias a México que hace 39 años, en esta hermosa tierra morelense, me acogió junto con mi familia, cuando la dictadura lo único que prometía era prisión, tortura o desaparecimiento, como castigo por haber participado en la operación de los programas sociales del gobierno popular y por haber organizado en el barrio una Junta de Abastecimiento Popular (JAP) para vigilar que no hubiera mercado negro ni acaparamiento de productos básicos, estrategia de la derecha para poner al pueblo en contra del gobierno de la Unidad Popular. (En mi familia, igual que otras, hacíamos largas filas de madrugada y sólo conseguíamos unos pocos alimentos para los niños, los adultos pasábamos hambre)

El exilio permitió que encontrara otra Patria, México, a la cual amo profundamente y a ella dedico mi energía y desvelos. La epopeya de Salvador Allende y el pueblo chileno nos hizo universales. Las luchas por una vida digna, en cualquier punto del planeta, son también mías.

**Periodista y militante social chilena, formó parte de la Juventud Obrera Católica (JOC) y del Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) hasta el golpe militar de 1 973 en Chile. Reside desde 1 974 en Cuernavaca, Morelos, México, donde trabajó en CIDHAL y participó durante 18 años en el periódico María Liberación del Pueblo haciendo trabajo popular con grupos de mujeres; durante los años 80 trabajó al lado del Obispo Sergio Méndez Arceo en el Centro de Encuentros y Diálogos (CED). Durante 35 años formó parte del Centro Intercultural de Diálogo sobre Desarrollo de Cuernavaca (CCIDD), el cual recientemente cerró sus puertas; actualmente es responsable del Fondo de Jóvenes de Fundación comunidad A.C., en Cuernavaca.

 

Santiago de Chile

Un nublado y frío martes

11 de septiembre de 1973

Radio Corporación

7:55 a.m.

Habla el presidente de la República desde el Palacio de La Moneda.

Informaciones confirmadas señalan que un sector de la marinería habría aislado Valparaíso y que la ciudad estaría ocupada, lo que significa un levantamiento contra el Gobierno, del Gobierno legítimamente constituido, del Gobierno que está amparado por la ley y la voluntad del ciudadano.

En estas circunstancias, llamo a todos los trabajadores. Que ocupen sus puestos de trabajo, que concurran a sus fábricas, que mantengan la calma y serenidad. Hasta este momento en Santiago no se ha producido ningún movimiento extraordinario de tropas y, según me ha informado el jefe de la Guarnición, Santiago estaría acuartelado y normal.

En todo caso yo estoy aquí, en el Palacio de Gobierno, y me quedaré aquí defendiendo al Gobierno que represento por voluntad del pueblo.

Lo que deseo, esencialmente, es que los trabajadores estén atentos, vigilantes y que eviten provocaciones. Como primera etapa tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la Patria, que han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de la voluntad ciudadana,

y que cumplirán con la doctrina que prestigió a Chile y le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En estas circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán cumplir con su obligación. De todas maneras, el pueblo y

los trabajadores, fundamentalmente, deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios de trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que les dé el compañero presidente de la República.

 

Radio Corporación

8:15 a.m.

Trabajadores de Chile:

Les habla el presidente de la República. Las noticias que tenemos hasta estos instantes nos revelan la existencia de una insurrección de la Marina en la Provincia de Valparaíso.

He ordenado que las tropas del Ejército se dirijan a Valparaíso para sofocar este intento golpista. Deben esperar la instrucciones que emanan de la Presidencia. Tengan la seguridad de que el Presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda defendiendo el Gobierno de los Trabajadores. Tengan la certeza que haré respetar la voluntad del pueblo que me entregara el

mando de la Nación hasta el 4 de noviembre de 1976. Deben permanecer atentos en sus sitios de trabajo a la espera de mis informaciones. Las fuerzas leales respetando el juramento hecho a las autoridades, junto a los trabajadores organizados, aplastarán el golpe fascista que amenaza a la Patria.

 

Radio Corporación

8:45 a.m.

Compañeros que me escuchan:

La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora aciaga quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971. Se las digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol ni de Mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la Historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el Gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada. Yo tenía contabilizada esta posibilidad, no la ofrezco ni la facilito. El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse. Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus sitios de trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su pueblo ni su sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia vida.

 

Radio Magallanes

9:03 a.m.

En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato consciente de un Presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y democráticas. En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la Patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La Historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Ésta es una etapa que será superada. Éste es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor.

Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta Patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos faltando a su palabra... rota la doctrina de las Fuerzas Armadas.

El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.

 

Radio Magallanes

9:10 a.m.

Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo.

En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños.

Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para

defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.

Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha.

Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo los oleoductos y los gaseoductos frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La Historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.