Las diferentes situaciones que han acompañado la conformación histórica de Ciudad Juárez, asimismo su condición como ciudad fronteriza, la han categorizado como una ciudad sin identidad, si bien es cierto las urbes no se pueden estereotipar o clasificar bajo una sesgo identitario generalizante, como se maneja dentro del colectivo imaginario lleno de sentido de pertenencia que cada miembro de una metrópoli construye, reafirma y consolida a lo largo de su vida, sino más bien, se debe manejar esos pequeños vínculos del engranaje real-imaginario que cohesionan la identidad de cada lugar, que llevan a construir una visión general de la identidad en las ciudades, porque:
“El modo en que organizamos nuestras vidas, la forma en que nos vestimos, nuestras maneras de construir y modificar el entorno, los diversos trabajos que desempeñamos para ganarnos la vida, los valores y creencias, las maneras de relacionarnos con los otros, las narraciones sobre nuestras vidas e historias, por solo poner algunos ejemplos, están marcados por los procesos de identidad, tanto de las identidades individuales como de las colectivas”[2]
Por consiguiente los elementos enclavados dentro del quehacer cotidiano de los pobladores de alguna ciudad se integran al sentido identitarios local que están estrechamente vinculados, a las aportaciones de la identidad nacionalista del Estado-nación como base para consolidar una comunidad imaginada, que Ardenson define como “la nación: una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana. Es imaginada porque aun los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, no los verán ni oirán siquiera hablar de ellos, pero en la mente de cada uno vive la imagen de su comunión.”[3]
Asimismo todas las ciudades construyen una comunidad imaginada, que se suscribe a un andamiaje vinculado al mundo citadino, como representaciones, imaginarios, clichés, estereotipos…, que forman parte de las pequeñas identidades y al mismo tiempo generan una sola. Por este motivo, dentro de este apartado se identificaran cuatro elementos que cohesiona y forma parte de la identidad juarense, como lo son la frontera, la maquila, los centros o plazas comerciales y lo norteño, porque “la teoría de la identidad social, como su nombre lo indica, no se centra en cómo los individuos se ven a sí mismos frente a otros individuos, sino en la identidad grupal, destacando la importancia de las autodefiniciones de membresía en categorías sociales, como etnicidad, raza, religión o género”[4].
Por consiguiente Ciudad Juárez es una ciudad de México situada en el norte del país, en el estado de Chihuahua, hace zona fronteriza con la ciudad de “El Paso (Texas) en Estados Unidos. Por su población de 1, 321, 004 habitantes según el Censo de 2010, es la mayor ciudad del estado de Chihuahua y la octava zona metropolitana más grande de México. Las dos ciudades fronterizas conforman la segunda zona metropolitana transnacional más grande de México y los Estados Unidos, con una población de 2, 539, 946 habitantes en 2010, y que actualmente ronda los 2.7 millones aproximadamente.” (INEGI).
Esta dinámica fronteriza “del norte de México y el sur de los Estados Unidos, es un ejemplo vivo de este proceso de transformación, donde se amalgaman procesos complejos, como el intercambio cultural-social-económico-ideológico entre ambos países”[5]. Desde luego que ser parte de la región fronteriza, ha generado cambios importantes a largo de la conformación histórica de Ciudad Juárez, que en la última mitad del siglo XX y los primero años de este, se ha caracterizado por un crecimiento forzado[6], por ejemplo el Programa Mexicano-Estadounidense de Prestación de Mano de Obra, mejor conocido como Programa Bracero (aunque en realidad fueron varios los programas de Braceros) iniciado por ambos gobiernos en 1942, y según las estadísticas una cuarta parte de estos migrantes cruzo por esta ciudad, asimismo “el efecto demográfico en Ciudad Juárez se hizo sentir ante el hecho de que parte de las personas que llegaban hasta la frontera para contratarse a través del programa, o inclusive para internarse sin documentos a territorio estadounidense, y no consiguieron su cometido, se quedaron a residir en la ciudad.”[7]
Por lo resultante “la ciudad pasó de poco más de 55 mil en 1940 a casi 277 mil en 1960, quintuplicando el número de residentes en tan solo 20 años. Las tasas de crecimiento de la población estuvieron por encima de lo acontecido en el propio estado de Chihuahua y en el total del país, pues en términos demográficos ese 9.1 y 7.7 por ciento de incremento promedio anual, en los decenios del cuarenta y cincuenta, respectivamente, son bastante altos.”[8] Así después de este fenómeno migratorio que por consiguiente establece elementos diaspóricos,[9] crecimiento y reformulación de lo juarense, en donde Ciudad Juárez tiene un crecimiento acelerado, no pasa mucho tiempo cuando a mediados de los 70s se implementa implantó el proyecto de la Industria Maquiladora de Exportación (IME), con la incorporación de “la industria maquiladora como principal actividad económica, se generó una expansión sin precedentes en la ciudad, la cual se asocia con los flujos migratorios que se incrementaron a partir de la puesta en marcha del programa industrial fronterizo”[10].
El IME modifica la ciudad en su estructura colectiva en manera sustancial, porque las migraciones llegaron en grandes cantidades, la primera oleada básicamente del Estado de Coahuila y Durando, durante la década de los ochentas y noventas, la segunda oleada que inicia a principios de los noventas fue en gran medida del Estado de Veracruz y la última oleada y la más pequeña de todas, se da a finales de los noventas y los primeros años del 2000, con la llegada de personas de Tabasco y Chiapas, estas oleadas están asociadas a los espacios laborales que genera la Maquila, las personas llegan en búsqueda de un trabajo y con la visión establecerse en esta ciudad, aquí se debe aclara, que no todos las personas que llegan a esta ciudad, en busca de trabajo, tiene las intenciones de cruzar al Estado Unidos, sino insertarse al mercado laboral local, esto produce que familias completas se movilicen y establezcan en esta ciudad, aunque esto no es una máxima, se presenta regularmente, al mismo tiempo del flujo natural de migrantes de otras partes del país, Centroamérica y Sudamérica, que intenta pasar al vecino país, “así para 1980 los habitantes de esta ciudad son 567.365, lo cuales se duplican para el 2000 contando la ciudad con 1.218.816 habitantes[11].
Pero esta tenencia de crecimiento se reprime, para el 2005 la maquiladora entra en dificultad económica y empieza a migrar a otras partes del mundo, para el 2008 se agudiza la crisis de los Estados Unidos y se inicia la disputan de la ruta y el control de tráfico de drogas en esta frontera lo cual genera modificaciones importantes la tejido social de Ciudad Juárez, por consiguiente todo lo acontecido en los últimos 50 años han bastado para afirma que la Heroica Ciudad Juárez es un ente sin identidad, demasiado vertiginosa y cambiante para consolidar y construirla, pero tales elementos se enlazan para cuestionar dicha hipótesis, pero es necesario ubicar los elementos que se integran al sentido de identitario del juarense, que articula la idea general en el colectivo imaginario de Ciudad Juárez, que al mismo tiempo configura lo juarense, porque:
“el sentido de pertenencia a determinadas categorías sociales incluye también el sentido de pertenencia a determinados entornos urbanos significativos para el grupo. Detrás de esta idea se encuentra la consideración del entorno urbano como algo más que el escenario físico donde se desarrolla la vida de los individuos, siendo un producto social fruto de la interacción simbólica que se da entre las personas que comparten un determinado entorno urbano.”[12]
Asimismo los procesos nacionalista, tecnológico y globales que se integran a la misma, porque “si partimos de una posición donde la identidad se construye precisamente en la relación entre lo individual y lo social dentro de un contexto histórico y simbólico, observamos que la complejización de los procesos sociales van a plantear ajustes y transformaciones en las actitudes y rasgos individuales, con lo cual se establece diferentes posibilidades de adscripción identitaria”[13], esto confirma que la conformación tan vertiginosa de Ciudad Juárez, durante los ultimo 50 años, la han dotado de suficientes elementos que se anexan en la actualidad a la identidad del juarense, aquí aproximándose a:
“la identidad está relacionada con la idea que tenemos acerca de quiénes somos y quiénes son los otros, es decir, con la representación que tenemos de nosotros mismos en relación con los demás. Implica, por tanto, hacer comparaciones entre las gentes para encontrar semejanzas y diferencias entre ella. Cuando creemos encontrar semejanzas entre las personas, inferimos que comparten una misma identidad que las distinguen de otras personas que no nos parecen similares”[14].
Entonces cómo se articulan y funcionan los cuatro elementos para ser parte de la identidad juarense, más allá de una identidad territorialmente hablando.
Pero se debe considerar la identidad nacional como parte del juarense, integrándose al colectivo imaginario nacionalista, que el Estado-nación se ha encargado de consolidar, y es funcional en todas parte del país, según los intereses que se persigan, la articulación deviene de arriba hacia abajo, los juarenses son mexicanos, patriotas, católicos, desciende de un pasado común que los Estado nacionales “laboran en el transcurso de su existencia diversas ideas acerca del pasado, como un recurso elemental para afincarse en el mundo y pensar el porvenir. La interpretación del pasado es uno de los hábitos más arraigados en las naciones”[15], para posteriormente articular la los elementos que de lo macro a lo micro, en una relación simbiótica, que aterriza en lo regional y local, generando las identidades en las cuales se mueve, identifica y redefine el habitante de esta ciudad, porque:
“El nacionalismo de las naciones, de las regiones, de las comunidades locales, no es el nacionalismo del Estado. La cultura oficial no es la cultura universal de los grandes creadores ni la cultura popular de las tradiciones locales. Por el contrario, a lo largo del siglo XX, la nefasta combinación de nacionalismo de Estado y cultural oficial ha servido para sofocar el genio y la autonomía de las patrias chicas, de la cultura popular, de los grandes creadores, a favor del poder central”[16]
Por lo anterior es importante explicar los elementos que no son parte de esta identidad nacionalista de la nación imagina mexicana, identificando la funcionalidad de los puntos que cohesionan la identidad de Ciudad Juárez que le dan sentido de pertenencia al juarense, fuera de la visión centralista, asimos empezando por la visión de lo “fronterizo”; Ciudad Juárez es una ciudad fronteriza por su colindancia con Estado Unidos, el juarense no se identifica con el vecino país, pero si con el hecho se ser fronterizo, la franja imaginaria, que al mismo tiempo se materializa con toda la estructura de poder ideológica por eso estar al lado del país más poderoso del mundo, lo que:
“reafirma la condición del fronterizo juarense, los juarenses también pueden construir una fuerte identidad fronteriza porque los mexicanos en general utilizan prioritariamente un sistema clasificatorio basado en el criterio organizador de región para entender comportamientos y actitudes. Este sistema regionalista les permite anclar un rótulo identitario en un área geográfica específica como lo es la frontera. Esta combinación de factores es la que permite entender por qué el rótulo fronterizo es muy popular en la frontera norte de México, pero no es muy común oír hablar de "fronterizos" en la frontera con Guatemala”[17]
Pero el ser fronterizo juarenses también implica todos los elementos del estigma[18], así como lo fronterizo determina un sentido de identidad real e imaginario, de progreso, oportunidades, trabajo…, dentro del mismo se da la parte estigmatizada, zona de muerte, narcotráfico, migrante, drogas, carteles, que se agudiza en el 2008, primeramente con las muertas de Juárez y posterior mente con la guerra entre carteles que inicia en el 2008, reafirmando los:
“Los estereotipos decimonónicos que asociaban la frontera con amenaza, riesgo y desnacionalización encontraron nuevas vertientes en el siglo XX en perspectivas que enfatizaban e el “apochamiento” y las “leyendas negras”, interpretaciones que tuvieron como eje de continuidad la sospecha sobre las lealtades nacionales y la identidad nacional de los fronterizos. Actualmente, los estereotipos de la frontera han encontrado nuevos asideros en lo que considero tres heridas abiertas de la frontera: más de 400 feminicidios de odio en Ciudad Juárez y otras ciudades del país, más de 4 500 migrantes muertos en el intento de cruzar a Estados Unidos y miles de ejecutados, levantados y secuestrados por el narcotráfico”[19].
Aunque los asesinatos hayan menguando considerablemente en el 2013 y 2014, aun así estos elementos se anexan a la identidad del juarense, no se puede considerar que el proceso identitario parte de un polo positivo, se suscribe a esta dualidad del bien y del mal, sin entenderlo como un juicio de valor, sino más bien como se integra, mueve y reconfigura al juarense fronterizo y a la ciudad en el colectivo imaginario, porque “las identidades son cambiantes, construidas históricamente; no son algo ya dado, o inmutable. Esto radica la contingencia de las identidades”[20]
De esta manera otro elemento que se anexa a la identidad juarense está relacionado con un proceso económico, pero de suma importancia para la sobrevivencia del residente de Ciudad Juárez, la maquila, esto la ha clasificado como una ciudad maquiladora, con mano de obra barata, pero bien calificada; estos centros laborales han reconfigurado desde su implantación la identidad individual del obrero y al mismo tiempo la de la ciudad, categorizándola como un espacio de progreso, oportunidades, hospitalaria, en donde su gente es trabajadora y responsable, además de la visión industrial; sin descarta esta imagen de la “maquilera” como madre soltera,[21] fémina fácil y desinhibida[22], diferentes a la mujer
del sur, a pesar de que estos elementos son consolidados en los ochentas, se mantienen, a diferencia de “el maquilero” como el hombre jefe del hogar, responsable, que se lucha por sacar a delante a su familia, las disparidades en el comportamiento de los miembros de la maquila, es condicionado por el contexto y circunstancias de vida.
Por otra parte. algo que en los últimos 10 años a articulado y redefinido la identidad de la ciudad y a su vez, la del juarense, es la implantación de grandes centro comerciales, desaminados por toda la ciudad y condicionados al crecimiento de la mancha urbana, moviendo su cetro a la periferia de la ciudad, sin lugar a dudas, el Centro Histórico de la ciudad es un punto neurálgico e identitario para el juarense, que en las pasadas administraciones, ha sido depredado en aras de la modernidad; es aquí donde se entra en una contradicción, cómo un “no lugar” como los denomina el antropólogo Marc Auge: “si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar”[23].
Pero cómo estos centros o plazas comerciales, han encontrado una funcionalidad dentro del tejido social juarense, aunque son un lugares de anonimato, porque considerando que “el lugar y el no lugar son más bien polaridades falsas: el primero no queda nunca completamente borrado y el segundo no se cumple nunca totalmente: son palimpsestos donde se reinscribe sin cesar el juego intrincado de la identidad y de la relación”[24] la gente asiste a ellos metódicamente, aprovechando las múltiples opciones de consumo y ocio que frecen, jugando la funcionalidad de un parque, centro deportivo o centro cultural, de los cuales se carece en gran medida la ciudad; para el visitante recurrente es un lugar de múltiples alternativas, para convivir y consumir.
Y por último algo que es determinante para la construcción y reafirmación de la identidad juarense, en primer instancia lo cual ya se trató líneas antes es el concepto de “fronterizo”, en segundo lugar el “juarense” que se engloba en esta explicación y en tercer lugar, lo “norteños”, este último concepto categoriza al “otro”, lo no juarense, no fronterizo, apropiándose de un sentido “otrédico”, según Vilas (2005), respecto a la identificación de “los otros”, la mayoría de los entrevistados –sin importar, qué clase social pertenecían—prefirieron la construcción gramatical “ellos lo de…” al uso del gentilicios como “juarense”, “norteño”, etc. Así, eran mucho más común oír hablar de “ellos, los de Tamhulipas”, “de Monterrey”, de “Chiapas”[25]; esta relación entre lo norteño y lo juarense que categoriza, reafirma y construye al “otro” no juarense y por consiguiente no norteños.
Durante las oleadas de gente en busca de trabajo generado por la maquila, estas categorizaciones de “otredad” fueron recurrentes, “los torrioneros”, en los cuales se incluían al gente que provenía de Durango, Sonora y otros estados, en la segunda oleada son “los veracruzano”, en la tercera oleada “los chapanecos” los estado circunvecinos entran en la “otredad” sin discriminación alguna irónicamente; por las características propias de la implantación de centros industriales, la ciudad crece acereramente, demandado servicio, se asociaban progreso y problemas, los culposos de estas vicisitudes eran los que llegan, los de Torreón, Veracruz y Chiapas, nunca se culpa al modelo maquilador, que genera grandes cambios la interior de la ciudad, siempre se ver como enarbolados de progreso y oportunidades de empleo.
Se debe considerar que la identidad juarense, no se integran solo de esto cuatro conceptos que se exponen dentro de este escrito; la gama de elementos son amplios y diversos, propios del contexto cultural juarense, como el burrito, las gorditas, el menudo, las tortillas de harina…, elementos gastronómico que tiene una resistencia constante a la introducción e hibridación de la comida rápida proveniente del vecino país; los modismo del lenguaje: cajuela, jake (gato hidráulico), extra (llanta de refacción), ruta (autobús de transporte público)…., que se redefinen constantemente.
Dentro del ámbito religioso sin dejar fuera este sentido guadalupano por la Virgen, la celebración a San Lorenzo, en la capilla del mismo nombre, porque “las percepciones identitarias también se modifican de acuerdo con la situación sociopolítica y el entorno cultural-religioso”[26], asimismo el recate de los lugares representativos: la colonia Chaveña, integrándose allí mismo, entre otros muchos que integran los elementos que se integran a la identidad juarense, aclarando que ni son todo, ni están presente en cada momento de la vida de los habitantes de esta ciudad, además deben considerar muchos, lo cual da para otro análisis posterior.
Contribuyendo a la tesis recurrente, de que Ciudad Juárez es una ciudad sin identidad, si bien es cierto como se expone en este escrito, la identidad juarense aglomera diversos elementos, para reconfigurar, consolidar y proyectar, tanto en la práctica diaria del juarense, como en el escenario regional y nacional, una identidad, que da sentido de pertenencia e identifica a los miembros y pobladores de esta ciudad, los cuales interpretan, acogen y utilizan según su contexto en el cual se mueven dentro de la misma, proporcionado articulación social e imaginaria, que proporciona una identidad colectiva de la Heroica Ciudad Juárez.
[1] Profesor en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), Licenciado en Historia de México (UACJ) y candidato a Maestro en Investigación por el Colegio de Chihuahua. Institución pública de investigación y posgrados (COLECH).
[2] Dra. Carolina De La Torre Molina. “Identidad, identidades y ciencias sociales contemporáneas; conceptos, debates y retos”. En: www.psicologia-online.com/articulos/2008/05/identidad_identidades_y_ciencias_ sociales.shtml
[3] Benedict, Anderson, Comunidades Imaginadas Reflexiones sobre el Origen y la Difusión del Nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica (FCE), 1993, p. 23.
[4] Roberto, Blancarte. “las Identidades Religiosas de los Mexicanos”. en Blancarte, Roberto, (coord), Culturas e identidades, Vol. XVI, México, El Colegio de México, 2010, p. 272, p. 101
[5] Cangas Arreola, Omar Daniel. (Octubre 2008). Los Imaginarios Sociales De La Identidad Nacional En Ciudad Juárez [T e s i s Doctoral], Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Ciudad Juárez, Chihuahua, p. 5.
[6] Según el Diagnóstico geo-socioeconómico de Ciudad Juárez y su sociedad elaborado por El Colegio de la Frontera Norte (COLF), en mayo de 2005, en los últimos cuarenta años la ciudad cuadruplicó su población y se registraron tasas de crecimiento demográfico superiores a las nacionales. El impacto demográfico y el dinamismo interno de las actividades económicas definieron una ciudad de crecimiento extensivo, cuya estructura urbana se ha construido con base en adiciones espaciales emergentes, privilegiando la vivienda y la industria maquiladora, en menoscabo de los demás componentes urbanos necesarios para su funcionalidad.
[7] Cruz, Rodolfo, “Mercado de trabajo y empleo en Ciudad Juárez”, Diagnóstico geo-socioeconómico de Ciudad Juárez y su sociedad, El Colegio de la Frontera Norte, Instituto Nacional de las Mujeres, Ciudad Juárez, 2005 (versión electrónica).
[8] Rodolfo, Rubio Salas. (s/f). “Migraciones y movilidad de la población en Ciudad Juárez”, Cap. 2, p. 57. en http://132.247.1.49/mujeres/menu_superior/Feminicidio/5_Otros_textos/9/6/ii.pdf
[9] Esta palabra se desprende de la palabra diáspora, que según el Diccionario de la Lengua Española, (2014)la definecomo “dispersión de grupos humanos que abandonan su lugar de origen”.El sentido utilitario que se le da en este escrito, hace alusión a todos estos elementos que establecen los migrantes que se establecen en la ciudad convirtiéndose en partes de la identidad del juarense.
[10] Luís Ernesto, Cervera Gómez. “Introducción”. en Cervera Gómez, Luis Ernesto (coord.), Diagnóstico geo-socioeconómico de Ciudad Juárez y su sociedad, Ciudad Juárez, Chihuahua, El Colegio de la Frontera Norte, Mayo 2005, p. 15. [versión electrónica: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100882.pdf].
[11] Fuente: Cálculos propios con base en los datos de: CONAPO, La población de los municipios de México, 1950-1990, y los datos del XII Censo General de Población y Vivienda, 2000, estos dato se presentan en Mtro. Rodolfo Rubio Salas. (2005). “Características socio-demográficas”, Cap. III. en Diagnóstico geo-socioeconómico de Ciudad Juárez y su sociedad, El Colegio de la Frontera Norte, Instituto Nacional de las Mujeres, Ciudad Juárez, p. 41. [versión electrónica: http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/100882.pdf].
[12] Valera, S. & Pol, E. “El concepto de identidad social urbana: una aproximación entre la psicología social y la psicología ambiental”. en Anuario de Psicología, No. 62, 1999, Universidad de Barcelona, p. 9.
[13] José Manuel, Valenzuela Arce. “Introducción”. en Valenzuela Arce, José Manuel (coord.), Decadencia y Auge de las Identidades. Cultura nacional, identidades culturales y modernización, México, Colegio de la Frontera Norte, 2000, p. 15.
[14] Gilberto, Giménez. “Cultura, identidad y memoria: Materiales para una sociología de los procesos culturales en las franjas fronterizas”.enFrontera Norte, Vol.21, No.41, México, El Colegio de la Frontera Norte (COLEF), 1999, p. 11
[15] Florescano, Enrique, Historia de las Historias de la Nación Mexicana, México, Tauros, 2003, p. 15.
[16] Zaid, G. Comentario a Rudolf Rocker, en R. Rocker, Nacionalismo y cultura [trad. de D.A. Santillán del texto alemán de 1949]. México, Alebrije, 1990, p. 7.
[17] Vila, Pablo. (s/f). “Construcción de identidades sociales en contextos transnacionales: el caso de la frontera entre México y los Estados Unidos” [MIGRACION / ETNICIDAD / FRONTERA], p. 7. en http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/INTRODUC.pdf
[18] “Los griegos, que aparentemente sabían mucho de medios visuales, crearon el término estigma para referirse a signos corporales con los cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien presentaba. Los signos consistían en cortes o que maduras en el cuerpo, y advertían que el portador era un esclavo, un criminal o un traidor –una persona corrupta, ritualmente deshonrada, a quien debía evitarse, especialmente en lugares públicos— […] En la actualidad, la palabra es ampliamente utilizada con un sentido bastante parecido al original, pero con ellos se designa preferentemente al mal en si mismo y no a sus manifestaciones corporales.” Goffman, Erving, Estigma. La identidad deteriorada, Madrid, Amorrotu editores, 2006, p. 11. [traducción Leonor Guinsberg]
[19] José Manuel, Valenzuela Arce. “Estereotipos y Representaciones”. en Blancarte, Roberto (coord), Culturas e identidades, Vol. XVI, México, El Colegio de México, 2010, p. 272.
[20] José Manuel, Valenzuela Arce. “Identidades Culturales: Comunidades imaginarias y contingentes”. en Valenzuela Arce, José Manuel Arce (coord.), Decadencias y Auge de las Identidades. Cultura nacional, identidad cultural y modernización, México, Colegio de la Frontera Norte (COLEF), 2000, p. 109
[21] “El cambio radical introducido por las maquiladoras fue que las mujeres empleadas no eran casadas, no tenían experiencia y su salario era a menudo la principal fuente de ingresos para sus familias. La preferencia de las empresas por las mujeres solteras trajo como consecuencia una serie de tensiones y conflictos en el seno de las familias fronterizas, y esas tensiones pronto pasaron a otras instancias. Una lectura de los diarios de la época en Ciudad Juárez o Tijuana muestra hasta qué punto la preocupación por los efectos negativos del trabajo femenino había alcanzado las fábricas mismas. Las preocupaciones de los patrones de las maquiladoras y de las autoridades locales por las consecuencias “morales” de la participación femenina en la industria se manifestaron desde los años setenta, pero en los años ochenta llegaron a niveles de angustia. En un artículo de El Universal aparecido a mediados de los años ochenta se narran las consecuencias socioculturales de las maquiladoras. En dicho artículo, titulado “Maquiladoras: la explotación del trabajo femenino fractura la estructura familiar en la frontera”. Luis, López Aspeitia. “Identidades en la línea. Maquiladoras y figuras de la femineidad en la frontera norte de México”. en Revista Mexicana de Sociología 72, No. 4, octubre-diciembre, 2010, p. 550.
[22] “Las obreras de las maquiladoras recibieron rápidamente el estigma de ser “mujeres fáciles”. La presencia de muchas chicas los fines de semana en los salones de baile y en las discotecas contribuyó, sin duda, a confirmar esta tesis de la decadencia moral de las trabajadoras. La existencia de madres solteras trabajando en la maquila no hacía sino llevar a un extremo esta misma apreciación de que las maquiladoras sólo habían provocado perversión y decadencia”. Idem.
[23]Marc Auge, Los «No Lugares» Espacios del Anonimato. Una antropología de la Sobremodernidad, España, 2000, p. 83. [Traducción: Margarita Mizraji]
[24] Idem, p. 84.
[25] Vila, Pablo, Identificación de Frontera, etnia y región en la frontera de México-EU, Ciudad Juárez, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 2004, p. 47.
[26] Roberto, Blancarte. “las Identidades Religiosas de los Mexicanos”. en Blancarte, Roberto, (coord), Culturas e identidades, Vol. XVI, México, El Colegio de México, 2010, p. 95.