Siempre la presentación de un libro, la aparición de una obra, sobre cualquier disciplina del conocimiento humano motiva la reflexión y representa una vuelta al engranaje de la disciplina en cuestión. En esta ocasión nos reúne un libro de historia contemporánea, sobre el 68 mexicano, de uno de los temas de investigación más socorrido por las ciencias sociales y humanidades del siglo XX, tal vez el segundo asunto en importancia, luego de La Revolución Mexicana con sus distintas fases.
El 68 mexicano (en el centro y la periferia),[1] coordinado por José René Rivas Ontiveros, Gloria A. Tirado Villegas y Rosa María Valles Ruiz, especialistas en el tema, es un ejercicio de flor y canto multicoral (26 voces o plumas), que motiva la reflexión, vuelvo al punto, la presentación de un libro nos estimula a pensar sobre su contenido, sobre las circunstancias en que se produjo, sobre el contexto en surge públicamente y sobre las preguntas que siembra y que posibilitan nuevas oportunidades de investigación, nuevas preguntas que remueven conclusiones y perfilan nuevas hipótesis de trabajo.
Un conjunto de textos necesario que nos lleva a tener un entendimiento amplio entorno a la movilización estudiantil y popular de 1968, en el territorio nacional (18 estados de la república estudiados y 4 casos específicos) para equilibrar versiones historiográficas, que hasta hace algunas décadas mantuvo un carácter centralista. El 68 mexicano (en el centro y la periferia) contribuye a descentralizar la historia y a pensar la década de 1960 en el territorio mexicano en su conjunto, permite visibilizar redes y relaciones entre actores sociales, que habíamos interpretado independientes e inconexos, pero que en realidad mantienen conexiones profundas, mediante un flujo de ideas, noticias, personas y circunstancias. Desde su título, incita a reflexionar sobre lo central y lo periférico, a cuestionar la idea de que lo importante ocurre en el centro (en cuanto a movimientos sociales, movilizaciones estudiantiles, protestas, organizaciones estudiantiles) y que suceden fenómenos únicos y que estos mismos no sucede en la periferia, o que bien solo sucede en función de la presencia de personas u organizaciones que provienen de la centralidad. Pero eso no es así, cada uno de los textos muestran circunstancias sociopolíticas, contextos particulares que explican, dan razón de ser de movilizaciones estudiantiles, que al igual que en el centro concitaron movilizaciones populares, pues asumieron un sentido político, sin dejar el carácter estudiantil. El libro responde interrogantes, sobre los 68´s mexicanos, como en qué medida las movilizaciones estudiantiles en los estados coincidieron entre ellas, si fueron sincrónicas o diacrónicas y sucedieron posteriormente, como resultado de. Este libro nos devela una radiografía de las organizaciones y liderazgos estudiantiles, con lo cual se demuestra la complejidad y diversidad de los 68´s mexicanos.
Así como durante bastante tiempo hubo el predominio de la narración y la versión gestada desde la UNAM, poco a poco fueron apareciendo las voces de los politécnicos (protagonistas) y de otras escuelas que participaron del movimiento estudiantil que se vieron representados en el Consejo General de Huelga (CGH). Así la ruda de la historiografía sobre el movimiento estudiantil de 1968, como hito de nuestra historia se va moviendo, nuestro conocimiento sobre el 68 ha cambiado a lo largo de las décadas, no es el mismo conocimiento el que tuvimos como gremio y como sociedad en 1978, 1988, 1998, 2008, 2018 y que tenderemos en 2028, si tomamos como parámetro las décadas y sobre todo al ir sumando aportaciones como la que se presenta en 68 mexicano (en el centro y la periferia). Un texto que abarca casi la totalidad del territorio nacional y que con gusto recomiendo su atenta lectura.
Las entidades federativas, ciudades y universidades en los que explora la historiografía presentada en esta publicación son: Baja California Norte, Ciudad Juárez, Chihuahua, Ciudad de México, Durango, Toluca, Estado de México, Guerrero, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, UAP, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán, Zacatecas, y los casos particulares del inicio del movimiento estudiantil en la Vocacional 5, lo ocurrido el 23 de julio de 1968 con testimonios en primera persona, así como el pánico moral azuzado en San Miguel Canoa, Puebla, aquel año de 1968, las acciones de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) y de las Escuelas Normales Rurales.
En relación con la aprobación de las tareas de seguridad pública por parte de las fuerzas armadas recientemente aprobadas en este recinto, me gustaría hacer la siguiente observación. Con la implementación de la reforma constitucional que legaliza la labor de las fuerzas armadas en múltiples actividades, más allá de las propias de la doctrina militar, se da certeza legal, algo que no ocurría antes, o no ocurrió durante el siglo XX. El Ejército mexicano actuó de manera ilegal durante los años de la contrainsurgencia de la guerra sucia o del terrorismo de Estado.
Imagen 1. Portada del libro El 68 mexicano (en el centro y la periferia), Ed. Miguel Ángel Porrúa, 2023.
Aquí quiero hacer mención del ACUERDO por el que se reconoce que la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968 constituyo un crimen de lesa humanidad, publicado el 2 de octubre de 2024 en el Diario Oficial de la Federación (DOF). Para algunos, entre ellos, su servidor nos queda la sensación de que la disculpa pública y la aceptación de la responsabilidad de Díaz Ordaz (V informe de gobierno) y del Batallón Olimpia (incluyendo al general García Barragán) como los principales responsables de la violencia del 2 de octubre, trata de cerrar el asunto. Existe la impresión de que se exonera a la institución militar, pues no se instruye una investigación para esclarecer las responsabilidades sobre elementos y dependencias documentalmente identificadas como perpetradores de Violaciones Graves de Derechos Humanos, manifestando un borrón y cuenta nueva, en pos de una nueva realidad nacional, donde las Fuerzas Armadas (FFAA) juegan un papel activísimo.
El hecho es que en la trayectoria de las FFAA mexicanas y en la memoria colectiva, hay marcas de sus tareas represivas, de que durante años violaron derechos humanos contra amplios sectores de la población, en este caso contra la juventud estudiantil mexicana, a lo largo y ancho del territorio nacional, como lo muestra el libro 68 mexicano (en el centro y la periferia).
El Artículo sexto del referido Acuerdo, establece que las FFAA “habrán de reconocer los hechos históricos”, es decir de la masacre del 2 de octubre, lo cual, quiero pensar se traduciría en la entrega de documentación resguardad en los archivos militares o bien la instrucción al interior de la institución entre el personal en retito para que quienes hayan participado ofrezcan sus testimonios. Pero, por otro lado, dada mi experiencia como investigador del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico (MEH) de la CoVEHJ y como parte del equipo que consultó los acervos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y participó hasta cierto punto en las inspecciones en instalaciones militares, lo veo poco probable.
¡¿Qué nos hace pensar que cumplirán con el Acuerdo emitido hace unos días?! Si desobedecieron el mandato del Decreto Presidencial del 2 de octubre de 2021. Como parte del MEH documentamos por parte de Sedena como pasaron de una colaboración pasiva a una obstrucción activa a los trabajos de la CoVEHJ. Pongo un ejemplo de la importancia de la apertura de los archivos militares para concretar la demanda de justicia en eventos de represión masiva ocurridos el siglo pasado. Traigo a colación la anécdota del primer día que se permitió el acceso a los investigadores del MEH al archivo de la Dirección General de Archivo e Historia, en esa ocasión, además de recibirnos con amenidades en la sala de consulta (como un servicio de cafetería) mostraron disposición para que revisáramos materiales del archivo histórico y de concentración, había un ambiente de colaboración y disposición, digamos que en ese contexto, el personal del archivo me permitió la revisión de un expediente personal de un personaje relevante en la represión de 1968, lo pude revisar e incluso transcribí algunas partes del registro de la hoja de servicio del personaje. En lo personal fue importante la consulta de ese expediente, porque con antelación a mi colaboración en la Comisión de la Verdad, había solicitado vía transparencia la consulta documental de dicho expediente, y recibí en un par de ocasiones la negativa de Sedena de permitirme la consulta, desacatando la recomendación del INAI.
En el primer día de trabajos del MEH en el archivo histórico de la Secretaría de la Defensa encontré la corroboración de la responsabilidad de los acontecimientos del 2 de octubre en Tlatelolco del coronel Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor presidencial durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), sin embargo, semanas después, entre más expedientes solicitábamos para la consulta, las puertas nos fueron cerradas.
Hasta hoy en día, esta ha sido la experiencia de muchos colegas que han intentado, como lo hicimos desde el MEH, esclarecer los hechos ocurridos en el México de las décadas de 1960 a 1990. Por lo tanto, la lectura de libros como el reseñado nos permite identificar más y más indicios de lo que fueron aquellos años y lo que seguirá siendo en materia de esclarecimiento histórico durante las administraciones actuales.
Notas:
[1] Véase presentación en la Cámara de Diputados: https://www.youtube.com/watch?v=_-vu885za2I