El Cuexcomate

Recepción y redes anarquistas de la Revolución Mexicana en los Andes

La recepción de la Revolución Mexicana nos remite a un universo complejo de relaciones entre estados, pueblos, instituciones y corrientes ideológicas, artísticas y religiosas, que merece ser estudiado. Nuestro prisma interpretativo es ajeno y contrario al uso del lábil  y poco serio concepto  de “influencia” por que sus orientaciones de sentido se inclinan en favor de remarcar su presunta exterioridad y direccionalidad.

 

Nuestra preferencia es otra: atiende a la bidireccionalidad del proceso revolucionario mexicano a través de las redes y prácticas internacionalistas. La dialéctica que ilumina y preside los asimétricos y cambiantes enlaces entre pueblos y países abona a favor de otra pesquisa e interpretación. Refuerza lo anterior  una cierta autonomía de sentido en el imaginario del país receptor frente al proceso revolucionario real, así como el doble flujo de cuadros internacionalistas y de desterrados. En anteriores trabajos hemos dado cuenta del proceso revolucionario mexicano en relación a Venezuela, Bolivia y el Perú desde un cuadro más amplio por lo que los anarquistas fueron tenuemente considerados.

En esta oportunidad abordaremos la recepción anarquista peruana del México bronco de aquellos años. En el imaginario de estos antiautoritarios andinos se fue configurando un particular campo de significación deudor en buena medida del capital letrado (cartas y periódicos), sin menospreciar al suministrado por la experiencia. Los anarquistas en este país ribereño del Pacífico sur, se apropiaron  selectivamente: del contenido de los cables de las agencias norteamericanas y europeas, de los artículos y noticias de El Imparcial El Diario de la ciudad de México,  de los periódicos norteamericanos como Los Ángeles Times y Los Angeles Tribune, transcritos o traducidos por los diarios limeños. Los partidarios de la Idea en el Perú, tomaban mucho más en cuenta a la información brindada por los anarquistas peruanos que por razones del destierro o de su internacionalismo se involucraron con sus afines pares mexicanos en más de una organización y contienda.  Los libertarios peruanos consideraron por obvias simpatías, el arribo de ejemplares del periódico Regeneración editado por los hermanos Flores Magón y que fungía de vocero del Partido Liberal Mexicano. Los registros de canje y lectura en las fuentes peruanas mencionan que  Regeneración llegó a partir de su tercera época (1906-1909) y cuarta época (1910-1918) y que Fuerza y Cerebro (1918-1921) de Tampico circuló con mayor regularidad. Por último, consideraron las noticias y pareceres que la prensa anarquista de otros países brindaba sobre el caso mexicano. Todo lo anterior contribuyó a delinear un  cuadro no homogéneo pero atractivo de la Revolución mexicana en la que los personajes que brillaban no se encontraban ni Madero, ni Carranza, ni Obregón, ni Calles.

En el Perú, en agosto de 1911 el periódico La Protesta inició una campaña de apoyo al Partido Liberal Mexicano liderado por los hermanos Flores Magón, quienes habían sido detenidos en los Estados Unidos. Los Luchadores por la Verdad, reconocían al Comité Directivo de la Revolución Mexicana establecido en la ciudad de Los Ángeles, como su centro de referencia solidario. La campaña económica “para armar nuevas guerrillas de compañeros que se desparramen por aquella república”, a través de sus distribuidores fue fundamentada del siguiente modo: “Se trata, no de comprar buques ni fusiles para guerras internacionales, sino de contribuir a una renovación social hecha por los obreros mismos, en el que el bienestar i la justicia, se han de distribuir igualmente para todos.”{tip ::“En favor de los comunistas de  Méjico”, La Protesta, núm. 7, agosto de 1911, p. 2.}[1]{/tip} La campaña económica tuvo poco éxito en los medios obreros. Los apoyos vinieron de parte de algunos líderes obreros: J. A. Vento, Lobatón, La Madrid, Antonio Arredondo{tip ::Dirigente de la Sociedad Grau Marítima del Callao. Participó en las jornadas huelguísticas de mayo de 1904 en demanda de aumento salarial y mejoras en las condiciones de trabajo.}[2]{/tip} y Fernando Vera dirigente de la Unión General de Jornaleros de El Callao, Adalberto Fon Ken,{tip ::Dirigente obrero miembro de la Federación Obrera Local de Lima}[3]{/tip} y Fernando Borjas,{tip ::Uno de los fundadores del Partido Socialista del Perú y miembro del grupo anarquista “La Protesta”.}[4]{/tip} de los obreros textiles de Vitarte, Arturo Sabroso del sindicato de obreros textiles de Santa Catalina en la ciudad de Lima.{tip ::Idem.}[5]{/tip}

Más allá de la retórica solidaria de los partidarios de la Idea con las causas de los parias y  oprimidos libradas en otras latitudes de América Latina y del mundo, el curso de la Revolución Mexicana les permitió establecer imaginarios parecidos y por ende, sembrar muchas expectativas y entusiasmos al respecto. En palabras de Glicerio Tassara tras haber ojeado “algunos periódicos libertarios de distintas procedencias, entre ellos el titulado Regeneración” reivindicó en primer término su relevancia internacional:

“(…) La revolución mexicana tiene, pues, una importancia incontestable. Es ya no solo la resistencia pasiva contra el capitalismo y la autoridad: es su abolición misma, es el desconocimiento de todo gobierno político; es el comunismo industrial y agrario que se pone en práctica, y que ha de ser la piedra fundamental de la sociedad del porvenir.”{tip ::Tassara, Glicerio, “La revolución social en marcha”, La Protesta,  núm.  7,  agosto de 1911, p. 1.}[6]{/tip}

En esa dirección coincidía con el parecer de otros líderes anarquistas como Manuel Caracciolo Lévano y Delfín Lévano. Mientras que el primero reivindicaba a los mártires de la Idea en el curso de la Revolución Mexicana,{tip ::Lévano, Manuel Caracciolo, “¡Salud rebeldes mejicanos!”, La Protesta, núm. 21, 1/V/1913, p. 3.}[7]{/tip} el segundo, después de reseñar los reveses y el reencauzamiento de su acción, convocaba a los libertarios peruanos a solidarizarse con sus hermanos mexicanos en los siguientes términos:

¡Proletarios del Perú: los rebeldes que con energía defienden sus tierras y su libertad, necesitan del apoyo de sus hermanos los desheredados y oprimidos. Así lo demandan, y hay que cumplir con nuestro deber de solidaridad. Hoy por ellos, mañana por nosotros. Leed Regeneración y sabréis lo que debéis hacer.{tip ::Chumpitaz, M. (pseudónimo de Delfín Lévano), “La Revolución mejicana”, La Protesta, núm. 30, V/1914, p. 1.}[8]{/tip}

 

Indianismo comunalista y nativización

En lo que concierne a los elementos estructurales que fundaban las semejanzas entre México y el Perú, Glicerio Tassara destacó la mutua presencia de las tradiciones comunistas indígenas basadas en un régimen de propiedad colectiva. Esta relectura comunalista y andinista de la Revolución Mexicana no tardaría en popularizarse y echar raíces en el imaginario social de los libertarios peruanos. En la versión de Tassara se conjugaron mito, revolución y utopía con vena nativista:

“(…) Cabe reconocer que en México, al igual que en muchas provincias trasandinas del Perú persiste en el elemento indígena rezagos de la antigua propiedad comunal de las tierras de labor, que era el régimen de cultivo y explotación en estos imperios antes de la conquista. “hasta hace poco más de treinta años – dice uno de los directores de la insurrección- no solamente nuestros hermanos indios, sino los mestizos y criollos también, de las agrupaciones rurales, practicaban el comunismo. La tierra era propiedad común de los habitantes de pueblos y villorrios. Los bosques eran igualmente propiedad común. Las casas eran construidas por todos los varones del pueblo. El dinero casi no era necesario, pues el buen sentido de las gentes sencillas había puesto en práctica un sistema de intercambio de productos. Estas hermosas costumbres desaparecieron, desde que los burgueses mexicanos y los millonarios extranjeros mataron la industria, acapararon la tierra y dejaron a la población mexicana en la más espantosa miseria.”{tip ::Tassara, Glicerio, “La revolución social en marcha” La Protesta, núm.  7,  agosto de 1911, p. 1-2.}[9]{/tip}

Esta veta comunalista e indianista presente en la obra tanto narrativa como periodística  de Ricardo Flores Magón,{tip ::Torres Parés, 1986, p. 183.}[10]{/tip} que Tassara tradujo al modo andino, se adelantó a las reflexiones más doctrinarias expuestas en diciembre del mismo año por la conocida anarquista norteamericana Voltairine de Cleyre a través de las páginas de  Mother Earth, la revista publicada en Nueva York por Alexander Berkman y Emma Goldman.{tip ::“The mexican Revolution”, Mother Earth, núm. 10, December de 1912, p. 303.}[11]{/tip}

Gliserio Tassara redactó un artículo elocuente sobre la Revolución mexicana para el periódico La Protesta, el carácter afirmativo de la misma y su viabilidad en el Perú, para restaurar, extender y desarrollar la experiencia del “comunismo agrario”:

“Existe pues en Méjico, como existe en el Perú, una sola base comunista en la tradición y en las costumbres que, acrisoladas por el espíritu moderno, pueden dar, y están dando ya en aquel país, excelentes frutos de renovación social y económica”.{tip ::Tassara, Glicerio, “La Revolución mexicana”, La Protesta, núm.8, septiembre de 1911.}[12]{/tip}

 

Fronteras difusas: internacionalismo

Víctor Recoba y Leopoldo Urmachea, dirigentes anarquistas del movimiento obrero peruano, sobresalieron sobre otros cuadros internacionalistas que también llegaron a México en diversos momentos de su proceso revolucionario, por lo que merecen algunas líneas.

Víctor Recoba, escudado bajo el pseudónimo de Alejandro Montoya, Fernando Ríos y  Artemio, se integró al movimiento sindical de la ciudad de México que propugnaba por constituir una central unitaria bajo principios clasistas y libertarios. En septiembre de 1921, en el curso del Primer Congreso de la CGT, fungió como representante de dos agrupamientos veracruzanos (el Grupo Cultural de Río Blanco y la Unión de Jóvenes Comunistas de Santa Rosa,). En dicho evento sus intervenciones estuvieron cargadas de aceradas críticas libertarias contra los comunistas y apostó a favor de una ruptura con ellos, la cual finalmente se dio. Trabajó como obrero en las fábricas dulceras Zahler’s y La Suiza y realizó agitación sindical en su seno. La huelga de mayo de 1922 en la que participó fue quebrada doce días después y con ello se integró a las filas de los desocupados. En noviembre de 1922 participó como delegado del Comité Nacional cegetista en su Segundo Congreso.

La estrecha relación que mantenían comunistas y anarquistas defeños no fue del agrado de Recoba, que se manifestaba a favor de un anarquismo “puro” y  sin transacciones con agrupamientos que consideraba autoritarios por haber colocado sus esperanzas justicieras Rusia bolchevique estatista que reprimía a los huelguistas y perseguía a los libertarios. Se trasladó más tarde a Veracruz, donde se relacionó con el grupo Antorcha Libertaria e inició la publicación de Solidaridad. En 1922 formó parte de una comisión de enlace exterior para convocar a un congreso continental y fungió de administrador del periódico de la CGT Nuestros Ideales.

Álvaro Obregón decretó su expulsión el 1 de marzo de 1923. Viviendo en la clandestinidad sorteó dicha orden sin renunciar a su labor revolucionaria. En octubre, bajo la identidad de Artemio polemizó con Enrique Flores Magón y posteriormente participó en Tampico en la constitución del Sindicato de Obreros del Petróleo, adherido a la CGT. Retomó la polémica con Flores Magón bajo el pseudónimo de Ríos en las páginas de Humanidad, en Ciudad de México y La Protesta en Buenos Aires. Cuestionaba a Flores Magón con argumentos libertarios por parecerle inaceptables sus planteamientos comunistas.

En 1924 propagandizó la Idea en zonas rurales y al lado de Enrique Rangel constituyó el círculo libertario Los Iguales y a través de él promovieron la fundación del sindicato de trabajadores de aguas gaseosas. Tuvo como pareja temporal a Herminia Cortés. Abandona México en mayo de 1925. Siguió colaborando con algunos periódicos.{tip ::Taibo, Paco Ignacio II, “Andanzas de un anarquista peruano: El Ángel Negro Exterminador”, en Fin de Siglo, núm. 8, noviembre de 1986, pp. 36-42.}[13]{/tip}

Paralelo y divergente fue el itinerario de Leopoldo Urmachea quien llegó a México en calidad de desterrado en 1919 a causa de su entrega a la lucha anarcosindicalista. Fue  acogido en el seno del Sindicato de Obreros Panaderos del D.F. A mediados de agosto de 1919 se vinculó a las corrientes socialistas y comunistas, simpatizando más con las segundas. Pocos meses después asumió su adscripción comunista. El 8 de diciembre de 1919 suscribió el primer Manifiesto del Buró Latinoamericano de la III Internacional a los Trabajadores de América Latina.{tip ::Maldonado Leal, Edelmiro, Breve Historia del Movimiento Obrero Mexicano, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1981.}[14]{/tip}

En agosto de 1920 participó en la huelga de solidaridad con el sindicato de cigarreros de “El Buen Tono” en el D.F. y ulteriormente en la constitución de la Federación Comunista del Proletariado Mexicano (FCPM) de la cual fue uno de sus líderes. Suscribía las tesis del sindicato único por fábrica y la política del frente único sindical. El 17 de septiembre de 1920 fue nombrado, por la FCPM, como polemista frente a los dirigentes cromistas Ricardo Treviño y Salvador Álvarez.


Leopoldo Urmachea con sus compañeros de la CGT

Los esfuerzos de Urmachea por lograr la cohesión de tendencias sindicales en una central única, se coronaron en febrero de 1921 con la fundación de la Confederación General de Trabajadores (CGT), la cual adhirió  temporalmente a la Internacional Sindical Roja. Desterrado fuera del país por el régimen de Obregón, se pierde todo contacto con él. Según testimonio de Rafael Carrillo, dice que “es probable que activase en Guatemala, ya era un hombre maduro, golpeado por la vida de luchador.”

 

Al cierre

Como habrán podido apreciar nuestros lectores, este particular proceso de recepción de la Revolución mexicana, ha  sido presentado a grandes trazos para iluminar algunos de sus rasgos, los cuales convergen en cuestionar la fácil y mágica idea de su “influencia”. Los cuadros anarquistas peruanos en México, de manera análoga al modo de inserción de sus pares  norteamericanos en Baja California, y otros de nacionalidades diversas, distó de ser seguidista, aportando o contrariando iniciativas y acciones locales. Y en el Perú, el modo de reapropiación de ciertos contenidos atribuidos a la Revolución mexicana, se explican más en función de sus propias tradiciones. Lo anterior no niega, la realidad,concreción y oportunidad de los apoyos económicos, morales e ideológicos a la causa de los parias y anarquistas mexicanos. Al final de cuentas, para los anarquistas peruanos como mexicanos, sus respectivas patrias les fueron explícitamente ajenas por sus condiciones oprobiosas de explotación, dominación y enajenación.  Lo anterior explicaría el hecho de que el libertario peruano Carlos Zevallos Agüero,{tip ::Formó parte del Centro de Estudios Sociales 1ª de mayo entre los años 1907 y 1909 y colaboró con su vocero El Oprimido y con el colectivo que editaba Humanidad por los años de 1906 a 1908.}[15]{/tip} al arribar en calidad de desterrado al puerto de  Santos, Brasil, se integrara rápidamente a la prédica anarquista hacia 1910 al lado de Miguel Garrido, Primitivo Raimundo Soares y  Antonio Vidal y desarrollase eventos de solidaridad con sus pares  revolucionarios mexicanos.{tip ::Giráldez Macía, 2007, pp. 79 y 82.}[16]{/tip}

 


Notas:

[1] “En favor de los comunistas de  Méjico”, La Protesta, núm. 7, agosto de 1911, p. 2.

[2] Dirigente de la Sociedad Grau Marítima del Callao. Participó en las jornadas huelguísticas de mayo de 1904 en demanda de aumento salarial y mejoras en las condiciones de trabajo.

[3] Dirigente obrero miembro de la Federación Obrera Local de Lima

[4] Uno de los fundadores del Partido Socialista del Perú y miembro del grupo anarquista “La Protesta”.

[5] Ídem.

[6] Tassara, Glicerio, “La revolución social en marcha”, La Protesta,  núm.  7,  agosto de 1911, p. 1.

[7] Lévano, Manuel Caracciolo, “¡Salud rebeldes mejicanos!”, La Protesta, núm. 21, 1/V/1913, p. 3.

[8] Chumpitaz, M. (pseudónimo de Delfín Lévano), “La Revolución mejicana”, La Protesta, núm. 30, V/1914, p. 1.

[9] Tassara, Glicerio, “La revolución social en marcha” La Protesta, núm.  7,  agosto de 1911, p. 1-2.

[10] Torres Parés, 1986, p. 183.

[11] “The mexican Revolution”, Mother Earth, núm. 10, December de 1912, p. 303.

[12] Tassara, Glicerio, “La Revolución mexicana”, La Protesta, núm.8, septiembre de 1911.

[13] Taibo, Paco Ignacio II, “Andanzas de un anarquista peruano: El Ángel Negro Exterminador”, en Fin de Siglo, núm. 8, noviembre de 1986, pp. 36-42.

[14] Maldonado Leal, Edelmiro, Breve Historia del Movimiento Obrero Mexicano, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1981.

[15] Formó parte del Centro de Estudios Sociales 1ª de mayo entre los años 1907 y 1909 y colaboró con su vocero El Oprimido y con el colectivo que editaba Humanidad por los años de 1906 a 1908.

[16] Giráldez Macía, 2007, pp. 79 y 82.

 

Bibliografía.

Giráldez Macía, Jesús, Entre el rubor de las Auroras Juan Perdigo: un Majorero Anarquista en Brasil, Santa Cruz de Tenerife, Ediciones Idea, 2007 pp. 79 y 82.

Torres Parés, Javier, “El pasado, la revolución y la crítica de la modernidad en la concepción anarquista (1911-1913)”, en Martínez González, Humberto, Hacia el Nuevo Milenio, vol. II, México, UAM-Azcapotzalco-Editorial Villicaña, 1986, pp. 181-209.