Número 70

de gran importancia, ya que demuestra que “las relaciones de género no son un simple hecho natural, sino que son una categoría social, es decir son relaciones construidas desde el punto de vista social, histórico y cultural” (Falcó, 2003: 44). Por lo anterior se hace imprescindible definir la diferencia teórica entre los términos analíticos de género y de sexo. El sexo está determinado por las características biológicas, específicamente por los genitales y por el aparato reproductor; esto es, por particularidades fenotípicas y genotípicas, en tanto que el género es una construcción de análisis de orden social y cultural, por lo que muchas de las facultades de los distintos géneros son atribuciones creadas ideológicamente por interés o por conveniencia de las relaciones sociales y “nada acerca del género es genéticamente hereditario” como ya lo ha enfatizado Nelson (1997: 15). Por ello y a propósito del desarrollo de la arqueología de género, Apen Ruíz destaca que “Demostrar de qué manera el ser mujer u hombre afecta la naturaleza de nuestras investigaciones no es fácil. Es posible que estas diferencias en estilos arqueológicos se deban a que mujeres y hombres tenemos diferentes estrategias de investigación, o nos gustan ciertos temas y también a que existen unos condicionantes sociales y por tanto académicos que hacen que las mujeres elijan ciertas temáticas y que los hombres otros. Cada disciplina tiene sus propias lógicas de género y es bien sabido que algunos campos de estudio son mucho más feminizados que otros. En arqueología por ejemplo, tradicionalmente los hombres han estudiado más la industria lítica y las mujeres los restos cerámicos, y esta diferenciación sexual del trabajo arqueológico ha alimentado una visión de las sociedades del pasado [que] se describían con la misma estricta diferenciación” (Ruíz Martínez, 2009, 149-150). González y Picazo han insistido en considerar la relevancia de las tareas que le dan cohesión al grupo social ya que esas actividades de mantenimiento, asignadas androcéntricamente a las mujeres, incluyen el tejido, la comida, las prácticas de salud, curación, bienestar e higiene, por lo que al descuidar su estudio en la arqueología tradicional “la arqueología ha generado poco saber sobre unas formas de trabajo humano que son universales y generalmente estrechamente relacionadas con la división de roles sexuales. Además, no se ha prestado atención al hecho de que las actividades de mantenimiento implican y han impli15

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=