Número 70

10 de la casa como refiere Giannini, o al progreso de esas formas culturales instituidas por los hombres, según detalla Gonzalbo, ya que la cotidianidad se representa en todas las acciones repetitivas que se dan por las prácticas efectuadas por niños, mujeres y hombres, tanto al exterior como al interior de los espacios públicos o domésticos. Las posibles reflexiones o enfoques que pudieron haber tenido los individuos del pasado remoto que no contaron con un registro escrito o logográfico sobre los diversos aspectos de su vida habitual, queda en el campo de las deducciones arqueológicas ya que sólo se cuenta con las evidencias de las actividades y de los lugares en donde se efectuaban esas labores cotidianas, ya fueran de orden domésticas o rituales. Sin embargo, la importancia de los objetos materiales es percibida por Mullins como un punto de inflexión reflexivo sobre la cultura material cotidiana y en específico, según él, de la arqueología histórica, en la que supone “patrones de comportamiento ampliamente compartidos, registrados en objetos materiales cuantitativamente comunes y en prácticas repetitivas, tales como la alimentación” (Mullins, 2020: 172), y en donde se lamenta y sostiene que la arqueología histórica todavía identificara persistentemente a los patrones de artefactos sin relacionarlos con los procesos culturales. Los enfoques arqueológicos posteriores de lo cotidiano a menudo se han centrado en la descripción de patrones y evadieron objetos anómalos que no parecen ajustarse a las tipologías de los artefactos funcionales, no se han considerado como especialmente significativos o simplemente como no debidamente “arqueológicos” (Mullins, 2020: 174). La anterior práctica es común que ocurra entre arqueólogos norteamericanos “descriptivistas” como suele verse reflejado en varios de los museos o salas que muestran la supuesta vida cotidiana sólo a partir de la acumulación de objetos debido a su enfoque particularista e inductivista, por lo que el mismo autor sostiene que “Las imágenes arqueológicas de lo cotidiano suelen utilizar descripciones densas de lo material para evocar los cimientos y patrones de objetos y prácticas comunes” (Mullins, 2020: 174), y como Charles Cleland refirió, “gran parte de lo que parece ser arqueología histórica no es arqueología. Parece perfectamente aceptable escribir o presentar trabajos que no involucren excavaciones o incluso artefactos” (Cleland, 2001: 5). Dicha práctica que se ha hecho relativamente común entre varios sectores de historiadores, filósofos, poetas e incluso de algunos arqueólogos, suele rebasar los límites heurísticos de la disciplina y deja de proveer información de calidad para la interpretación arqueológica. Foto de Bartek, generada con IA. https://stock.adobe.com/

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