Número 58

La Campana de Dolores en su solemne arribo a la capital en 1896 Fuente: https://www.gob.mx/agn/articulos/agnrecuerda-el-arribo-de-la-campana-de-dolores-a-la-ciudad-de-mexico 3 pana sabía que la corrupción continuió siendo importante protagonista de la historia del país, propiciando precisamente el naufragio en la de- pendencia que ha marcado la cronicidad colonial que nos aqueja. Y nos advierte que, a pesar de los sacrificios, ninguna transformación de primera, segunda o tercera pudo con esa peste. Y la entrevistada nos hace otra confidencia: anticipándose a su época, ella soñaba en sus años mozos en ser como Campanita , revoloteando grácilmente con una varita mágica por ahí y por allá. Con su toque, quería transformar la realidad en la que al final quedó atorada. Y ni Campanita , con su varita mágica, podrá con la corrupción fá- cilmente. Y no podrá, porque la corrupción tiene muchas caras y muchos caminos, y sus vertientes más insidiosas operan como es lógico soterradas, al margen del discurso mismo oficial contra la corrupción, que, por cierto, no es nuevo. La Campana de Dolores, en entrevista exclu- siva con El Volcán Insurgente , ha expresado su perplejidad, porque su bronce, nos confiesa, vi- bra ritualmente al ritmo de una rememoración cíclica que no termina de salir del mismo circui- to, transitándolo una y otra vez. “Supuestamen- te, sabe usted, mi función es convocar”, afirma, “pero sospecho que quien agita mi badajo a me- nudo no tiene mucha idea de a qué convoca… in- cluso algunos me han confundido con un cence- rro o con una sonaja, ¡imagínese!...” Desde la autoridad que como testigo le confie- ren sus años de experiencia, al sonar, la campana de Dolores nos advierte que la corrupción cons- tituyó una realidad estructural durante toda la época en que fuimos colonia de España, un “pilar operativo”, afirma. Y ya antes de que la trajeran desde Dolores Hidalgo a la capital por indica- ción de Porfirio Díaz, en 1896, la célebre cam-

RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=