Número 53

62 Carlos San Juan Victoria 2 Las batallas de junio-julio 1 E n el año de 1988 y al caer la noche del miércoles 4 de julio, el día de la votación para la Presidencia y el Congreso, miles de gentes de manera espontánea se que- daron al recuento final en las casillas, miles caminaron llevando las urnas para depositarlas en los seccionales. Se pernoctó en la fría noche del al- tiplano resguardando los votos que de pronto habían adquirido un gran valor a ojo de ciudadano pues en el recuento de casillas salía victorioso Cuauhtémoc Cár- denas. A la misma hora, en los recuentos seccionales resguardados por el ejército y con funcionarios elec- torales dentro, se procedió a cambiar las votaciones. Así nació la democracia moderna mexicana. Hay un gran cambio que puede venir, pavimenta- do por muchos grandes y pequeños cambios que se manifestaron en estos meses de una insólita campaña electoral. Pero aún con sus grandes ventajas, el gran cambio no tiene garantía el primero de julio. En ese dilema de su victoria o su derrota, se van a librar las batallas de junio-julio. 1 El presente artículo, enviado por su autor, fue publicado en una versión previa por la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI). 2 Instituto Nacional de Antropología e Historia. ¿De qué pequeños y grandes cambios ocurri- dos en esta campaña hablamos? El más grande es la confluencia del malestar social muy diverso y plural con las propuestas de cambios planteadas por Andrés Manuel López Obrador. La campaña a ras de tierra y la formación de una opinión pú- blica crítica del estado de cosas da cuenta de ello y el nuevo rompimiento del techo electoral de los 50 puntos en las encuestas lo atestigua. Hay cuatro facetas surgidas de esta campaña electo- ral que anuncian la buena nueva de cierta inno- vación política de talante democrático. Cambia la forma de la competencia elec- toral: el montaje de una competencia entre 5 candidatos con su identidad diferenciada y ampli- ficada por la mercadotecnia, da paso a la lucha en- tre dos bandos: los que quieren la continuidad de lo que existe, y los que quieren un cambio sustan- tivo. La opinión liberal asegura que esa polariza- ción hacia un referéndum fue creada por el líder mesiánico y su magia. Los hechos dicen otra cosa. Fueron el PRI y el PAN, desde 1988, los que em- pezaron a borrar sus diferencias y a crear el bipar- tidismo gobernante. Y desde el año 2012 el PRD

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