Número 53

61 Quijano, no lo hacen a priori… sino que no lo co- nocen. Así de simple es el asunto, palabras más, palabras bonitas menos; el Dr. Castro Gómez ar- gumenta la desidia, no el olvido que es parte del amor, no, sino la ignorancia, que sí es parte im- portante del conocimiento. Y eso pone en duda la supuesta fama y eru- dición de la pareja sensación de investigadores, pues si ellos son famosos porque conocen -y mu- cho- de las tesis y situaciones políticas del mun- do actual, incluida Latinoamérica por supuesto, ¿cómo es que ahora nos salen con que no, que ig- noran algunos nombres? Y reafirma su negación del plagio con el argumento de que Quijano no ha publicado todavía un libro sobre el concepto y que su propuesta está dispersa en varios artículos. Eso es una falacia, porque la importancia de los libros en relación a los artículos es relativa. Una idea, una tesis académica, una propues- ta conceptual, no vale solo por su “peso”, por la cantidad de páginas, sino por su erudición. Los artículos científicos publicados en muchas revistas científicas no dejan de tener valor por el hecho de no ser libros, lo que resulta incon- sistente. Y el concepto de la colonialidad del poder está en proceso, no está concluida su ela- boración: es tan amplio el espectro de sus alcan- ces que ni el creador y sus seguidores se han planteado todavía la propuesta de un libro, ha- bida cuenta de que dada su seriedad intelectual, no esperan generar barullos tipo best sellers que los haga famosos más allá del mundo académi- co, sino laborar con la paciencia del artesano. Hacer una verdadera propuesta que nos ayude a entender cómo va el mundo. Encontramos en esta polémica muchas situa- ciones conocidas; es común ahora en los tiempos digitales y de la Internet, el copiar y pegar. Casi una costumbre en los alumnos universitarios y que por su facilidad se extiende lamentablemen- te a otros espacios. En el mundo latinoamerica- no también son conocidas diversas experiencias de este tipo, las cuales rechazamos de plano. El apropiarse de las ideas de otro en todo o en par- te, sin su consentimiento y sin darle los méritos respectivos es como robar un objeto. Vivimos en un mundo global y cada vez más interconectado, y en la aldea global en que se va convirtiendo el mundo, no dejamos atrás nuestro pasado: no, seguimos cargando con él. Esta es una pequeña reflexión para darnos cuenta de que el coloniaje no sólo está en el color de la piel y en el dominio económico, sino en otras partes, y tam- bién de que más allá de las apropiaciones ilícitas, rechazamos el plagio encubierto o escondido en las ignorancias sin ambages. En estas conductas está implícito el ninguneo, el aproximarnos a los sentimientos más atrasados que marcaron varios siglos de nuestra historia. Señalar esos caminos, desbrozar esas malezas y conocernos y decirnos la verdad, nos hará más libres y sobre todo menos dependientes y menos coloniales.

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