Número 53

49 Y no hay garantía alguna, no sólo porque López Obrador no se ha comprometido en una lucha frontal contra el neoliberalismo en sus di- versos frentes, ni porque, como sucede, sus pro- puestas se generen al margen de una verdadera participación decisoria de la población o de la base de su propio partido, ni porque acuse pre- ocupantes rasgos de verticalismo, sino además, porque en sus filas de notables figuran ahora precisamente algunos prófugos de otros partidos que han sido cómplices del proceso de opacidad y degradación política que aflige hoy al país. Sin embargo, en otro sentido, recurriendo de nuevo a Santos (2005), a pesar de lo anterior, López Obrador tampoco puede garantizar la pro- fundización de la ausencia programada de la po- blación, programa y proceso en el cual la derecha ha avanzado de manera concertada, progresiva y metódica en los últimos treinta años. Los fraudes electorales del 2006 y del 2012 impidieron cono- cer el alcance real, positivo o negativo, delibera- do o no, de sus propuestas. Así, y de manera contrastante, precisamente gracias al histórico ejercicio del fraude electoral, la garantía de continuidad de la debacle nacional conforma de hecho el peculiar estandarte común de los otros candidatos. Es como aquella Bandera Trigarante de Iturbide, sólo que hoy, en este lába- ro de la derecha unida, con todo y sus matices, on- dea esa sola y única garantía ya mencionada, que es precisamente el programa de ausentar a la pobla- ción , ya consagrado mediante las reformas estruc- turales impuestas. En su horizonte, el bien común, aun siendo un recurso discursivo ocasional, cons- tituye un cometido anacrónico y un lastre. Ahí radica la diferencia que resulta pertinente destacar. Los candidatos comunes de franca de- recha han demostrado su capacidad, como per- soneros de los pocos, para impulsar la ausencia programada de los muchos. Y aunque el candi- dato puntero aporta a esa misma programación al parecer de manera inercial varios elementos de su propio proceder, destacando la incorpo- ración de eficaces operadores de la ausencia de los muchos, no hay garantía alguna de que esa inexistencia social producida, ya vigente en los ámbitos institucionales de decisión política y que avanza en términos físicos a partir de la cri- minalidad hoy desatada, se extienda y se conso- lide irreversiblemente. La esperanza coyuntural de los muchos La severidad de la crisis múltiple que atraviesa el país hace que la esperanza coyuntural y tran- sitoria de los muchos surgida a propósito del proceso electoral, en términos del sexenio que se avecina, constituya paradójicamente un refe- rente para la lucha anticapitalista y cuyo recono- cimiento implica por tanto una responsabilidad. Lo anterior, porque la convergencia coyuntu- ral de esperanzas de los muchos que se encuen- tran sometidos a la programación de su propia ausencia, sólo va a convertirse en un punto de partida, si se le reconoce su legitimidad y por ello su potencial. Este reconocimiento no sólo no milita en contra de la construcción artesanal de un mun- do de justicia y de dignidad, sino que lo puede propiciar, aunque de ello no dispongamos tam- poco de garantías. Bandera Trigarante del Regimiento de Infantería, 1821, raso de seda bordado, Museo Nacional de Historia, Secretaría de Cultura, INAH.

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