Número 53
47 se contará mañana con alimento, o con trabajo o educación o vivienda decorosos o suficientes, y en un grado extremo pero no infrecuente, inclu- so hasta entre aquellos cuya incertidumbre suele ser tanta que se vuelve abismal y “se convierte en la certeza del destino de tener que sufrir el mundo por injusto que sea” (Santos, 2016: 331). Sin embargo, en esta coyuntura cabe recono- cer que ni el miedo de los pocos tiene fundamen- to, no sólo por la eventualidad del fraude electo- ral, sino porque el candidato puntero tan temido por ellos no tiene una agenda categóricamente anticapitalista, es decir una agenda que vaya a la raíz estructural del modelo económico que en buena parte sustenta la lamentable situación del país, ni la esperanza de los muchos tiene funda- mento… precisamente por la misma razón. El nivel de las expectativas es demasiado alto. Así que tal vez sea mejor abordar el asunto en términos de garant ías; es decir, en un ejercicio de realismo o de sensatez, cabe poner las cosas, razonablemente, en términos de aquello que es garantizable y de aquello que no lo es. Así, apoyados en la memoria relativa a su des- empeño, o dicho de otra manera, apoyados en ese dicho de que no se pueden esperar peras del olmo , constituye una irrefutable garantía el que los candidatos de la más franca derecha signifi- can la continuidad y la agudización del reparto diferencial actual de privilegios y de miseria, la continuidad del proceso exacerbado de exclu- sión y desigualdad que estamos atravesando. Y esto, por supuesto no porque la continuidad del terror figure como tal de manera específica en su agenda, sino por la anunciada continuación y profundización de las políticas públicas apli- cadas desde hace decenios y en particular por las llamadas reformas estructurales derivadas de ello y normadas desde el exterior, que entre otros factores nos han llevado a dicho proceso crítico para el país en varios sentidos. Hay garantías de continuidad en ese proceso crítico ante la evidencia de los efectos de estas políticas; basta asomarnos a un elemento tan re- ferencial como el de la evolución de la pobreza, partiendo de indicadores objetivos, no de aque- llos generados para obtener mediciones a modo siguiendo lineamientos gubernamentales. Así, en estudios llevados a cabo por Julio Boltvinik y co- laboradores, del Colegio de México (Gráfico 1), la sumatoria de diversas modalidades de pobreza (Método de Medición Integrada de la Pobreza o MMIP) arroja una cantidad de 100.1 millones de habitantes. Estamos hablando de cerca del 83 % de la población (Boltvinik y Damián, 2016). La garantía de continuidad se fundamenta en el proceso político que nos ha llevado hasta este momento crítico de inseguridad, impunidad, mi- seria, corrupción y pérdida de soberanía: radica en la previsible aplicación de las mismas recetas ya seguidas desde hace varios sexenios, fallidas para los muchos y exitosas para los pocos, pero al fin prescripciones que no por tecnocráticas son menos coloniales, instauradas puntualmente al ritmo del cencerro que suena más allá de nues- tras fronteras. Esa garantía, sin embargo, se nos disfraza como un paseo a Disneylandia, afianzada en la solvencia de las recetas importadas y decididas al margen y en contra de la población. Y así, las evidencias es- tán a la mano para admitir, con certeza, que des- de la perspectiva del bien común, la degradación progresiva de las políticas públicas continuará. Fuente: http://desinformameotravez.blogspot. com/2016/07/
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