Número 52
63 aborígenes, es el de creerle a todas las facciones de la subraza mencionada… claro, no creer en ab- soluto lo que dicen de sí mismas, sino lo que afir- man de sus contrincantes. Los símbolos y el contexto del ritual Víctor Turner ha intitulado a uno de sus libros como “la selva de los símbolos”, y hemos evoca- do ese título justamente porque, a medida que el momento clímax del rito del Senoiccele se acerca, ciertos símbolos coloridos proliferan de una ma- nera impresionante en los espacios donde se en- cuentran voluntaria o involuntariamente los na- tivos. Todo espacio posible es ocupado por una profusa marea de láminas que invaden los sende- ros y dominios tribales, láminas donde dominan los dientes mazorcudos de los rostros aparente- Barrotes coloridos. Fuente: http://strategiaelectoral.mx/2013/07/01/criterios-de-fiscalizacion-de-gastos-de-campana-de-los-partidos-politicos/ mente asépticos de los diversos satsinutropo . La proliferación de rostros de los integrantes de la subraza es tal, que poco espacio queda para ver un atardecer o a una vecina de ojos insinuantes. Pensamos inicialmente, dados los semblantes, que se trataba de un archivo público criminalístico o de un mecanismo local para la denuncia y captura de presos o dementes fugados (lo que refleja el carác- ter paradójico identitario de los nativos, pues quie- nes debieran estar presos no lo están o son sacados de las cárceles, y quienes debieran estar libres por aspirar a mejores condiciones de la etnia resultan torturados y están presos). Luego, sin descartar del todo la primera hipó- tesis, que denominamos técnicamente como “anuncio vehemente de extraviados mentales”, el equipo de investigación postuló la posibilidad
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