Número 48

capataces al servicio de los dueños del planeta. En ese ordenamiento, nos damos cuenta del embuste que nos hemos creído por años desde la más (o menos) tierna edad y entonces despertamos y miramos cómo es que México no es México, sino una finca más, “La Mexicana”, como otras tantas, como “La Guatemalteca” o “La Costarricense”. Y la figura de los capataces, en la imagen emblemática de quien se hu- milla servilmente ante el amo mientras atropella a los peones, correspon- de con matemática precisión a esos políticos profesionales dados al servi- cio del capital transnacionalizado, que hoy se revela una vez más como el verdadero crimen organizado, con su impúdica explotación actualizada, extensiva e intensificada y con algunas de sus franquicias disfrazadas de “partidos políticos”. Pero más allá de la corrupción en general, este padecimiento no es nuevo, tiene larga data y como decimos su fuente la encontramos en toda aquella forma de organizar la producción y las relaciones sociales con base en la escisión de las personas frente a los medios de vida para su eterna y encarnada competencia; es por ello que, para no repetir películas sureñas producidas por el supuesto “ciclo progresista” y de las cuales ya conocemos su desenlace, la imagen de la finca cafetalera –o azucarera, o henequenera, o algodonera, o maquiladora, o clusters, o etc.- es útil para ejemplificar desde América Latina que en el combate al capitalismo, y para su erradicación, es necesaria la construcción de otras economías sobre las que sea posible levantar la propiedad común y el poder de las y los trabajadores del campo y la ciudad. No nos podemos quedar a medias. La lava de esta cuadragésima octava erupción se compone de un artí- culo de Víctor Hugo Villanueva, quien analiza algunas vertientes pro- venientes del emplazamiento que para diversas comunidades implica el impulso e instauración de diversos megaproyectos actualmente en curso en México, focalizando la liberalización de la propiedad y de los fon- dos públicos y la desregulación del mercado energético . Por su parte, Silvia Garza se ocupa de una es- tructura conmemorativa de Xochi- calco, la pirámide de las serpientes emplumadas, monumento emble- mático de dicha zona arqueológica, brindándonos una interpretación de los labrados en piedra que ha- cen de esta obra un monumento muy particular. Por cierto, es inevi- table, luego de esa lectura, caer en la cuenta de que muy lejos estaban quienes erigieron dicho monumen- to, de imaginar que, muchos años después, algo que se da por llamar “gobierno federal”, a través de una tal “secretaría de economía”, otor- 3

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