Número 40

Figura 1. Plaza de la Estela de los Dos Glifos. Fotografía de Adalberto Ríos Szalay. dera uno de los mejores ejemplos de los asentamientos del periodo Epiclásico (600 – 1100 d.C.). Aunque pensamos que muy probablemente la filiación étnica y lin - güística de los xochicalcas haya sido nahua (Garza 2009:39-51), sí sabemos con certeza que quienes construyeron y habitaron esta ciudad, fueron herederos de un importante bagaje cultural múltiple, al que enriquecie - ron con nuevos elementos culturales que se integrarían a Mesoamérica. (Figura 1) Como todo asentamiento urbano, Xo- chicalco fue habitado por personas de diferentes grupos dedicados a diversas actividades económicas y pertenecientes a distintas clases sociales. Aquellos que os- tentaban el poder político y religioso, ocu- paron los espacios ubicados en la parte su- perior del cerro, en el área que conocemos actualmente como la Acrópolis y las pla - zas adyacentes: la Plaza Principal, donde se encuentra la Pirámide de las Serpientes Emplumadas, así como la plaza de la Estela de los dos Glifos. (Figura 2) En dichos espacios se ha recuperado una serie de materiales arqueológicos, que nos permiten inferir el papel que las mujeres desempeñaron durante la vida de la ciudad. La asociación entre lo femenino, la fer - tilidad y la tierra, es una idea cosmológi - ca característica de los mesoamericanos, así como de innumerables sociedades que encontraron en la agricultura, su principal fuente de sustento. En Xochicalco se han encontrado dos esculturas femeninas de relevancia, lo que sugiere que sus imágenes estuvieron presentes en la mente de los habitantes de la ciudad. Una escultura hallada en un pequeño al- tar, posiblemente una deidad, está asociada directamente a la roca del cerro. Represen - ta a una mujer sentada sobre sus piernas, 6

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