Número 36

CIA, del Mossad, y cuadros de la G-2 cuba- na. Aunque también se podían encontrar hippies, místicos, artesanos, artezánganos y muchos personajes que venían en busca de efluvios esotéricos en suspensión fruto de los restos de la civilización maya. Si bien hoy en día ya no hay guerra fría, la ciudad no se ha enfriado. Todo lo contra- rio. Con la revuelta zapatista de 1994 vol- vió la atmósfera de secretismo de los años anteriores. Pero ahora ya no se trata de re- voluciones lejanas: hoy el conflicto está a tres cuartos de hora de coche en dirección del noroeste. A pocos kilómetros de San Cristóbal hay controles militares que in- terrumpen las vías de comunicación de la ciudad con los otros núcleos urbanos (Che- nalhó, Comitán, Ocosingo, Altamirano y Las Margaritas) con el objetivo de aislar y obstaculizar las muestras de solidaridad de colectivos de todo el mundo hacia las co- munidades zapatistas que, desde hace ca- torce años, se rebelaron contra la situación de olvido, opresión y miseria. Las ciudades mencionadas están rodeadas de comunida- des campesinas (la mayoría de ellas indí- genas de ascendencia tseltal, tzotzil, tojo- labal y chol) que están divididas según su adscripción al movimiento zapatista o su lealtad a las autoridades gubernamentales –quienes les dan créditos, tierras y armas para intimidar a sus vecinos zapatistas (la masacre de Acteal de diciembre de 1997 es una muestra trágica de ello). Mientras, en la ciudad, entre idas y vueltas “clandestinas” a las comunida- des, los “campamentistas” (observadores civiles nacionales e internacionales que permanecen una temporada en los “cam- pamentos civiles” de la zona zapatista) se pasean luciendo ropa de colorines por las calles empedradas del centro. Junto con ellos conviven numerosos indígenas de las comunidades vecinas que ofrecen sus ar- tesanías en la explanada que se encuentra alrededor de la iglesia de Santo Domingo. Al mismo tiempo, también deambulan muchos (demasiados) policías y militares con cara de pocos amigos; un montón de turistas despistados que no tienen ni idea Fragmento de mural que está en la fachada de la Igle- sia de la Comunidad Moisés Gandhi. Anónimo, impul- sado por una brigada de campamentistas de Morelos. En el mural se puede observar, una a cada lado de la Puerta, una figura que representa al profeta Moisés y otra al líder hindú Gandhi, que es la que se muestra. Lo más simpático del mural es que la comunidad Moi- sés Gandhi no adquiere el nombre por los dos perso- najes que se pintan, si no por qué uno de los comba- tientes zapatistas oriundos de la comunidad muertos en uno de los primeros los combates tenía nombre de lucha el de “Moisés Gandhi”, y en honor a él se bautizó la comunidad. Los brigadistas que pintaron la Iglesia nunca lo supieron y los miembros de la comunidad, por respeto a su esfuerzo, nunca los enmendaron.  8

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