Número 36

5 tiene de pie. Por ejemplo, cuando los in- tegrantes del Frente Indígena de Organi- zaciones Binacionales (FIOB) del Valle de San Quintín, Baja California se manifies - tan por el respeto a sus derechos humanos en materia laboral, por el pago oportuno y justo de sus salarios, por atención médica y por el otorgamiento de prestaciones y condiciones de vivienda digna. Algo hay que no permite a muchos in- clinarse y aceptar en sumisión. Necesita- mos descubrirlo, animarlo, honrarlo con método, y en ello hay ya una insurgencia promisoria. Este número de En el Volcán Insurgente presenta un texto de Salvador Martí, pro- fesor universitario catalán, como efecto de un viaje llevado a cabo por las comuni- dades zapatistas en Chiapas, centrado en los murales que ahí se han ido pintando a propósito de dicho movimiento autonó- mico cuyo carácter referencial trasciende nuestras fronteras. Más que un relato de asuntos pintorescos, se trata de un ho- menaje. Por supuesto, la fuerza de dichas imágenes no proviene ciertamente del color o del trazo en sí, a menudo de alta calidad. Tenemos luego una reflexión de José Miguel Candia y de Ricardo Melgar sobre “los intelectuales a la deriva, entre la producción de papers y los señuelos del poder”, en torno a la creciente distorsión del quehacer académico, modelado cada vez más por los requerimientos de una “productividad” que determina no sólo las temáticas en estudio, sino –lo que resulta más preocupante– el enfoque y alcance de los trabajos académicos, en ciencias sociales y humanidades y en otras ramas del saber, escasamente reconocidos en su potencial de derivación y articulación con movimientos sociales. A su vez, la arqueóloga Silvia Garza presenta una sugerente interpretación de una estela proveniente de Xochicalco, ha- llada recientemente en el atrio de la iglesia de la comunidad de Tetlama. El artículo sintetiza el empeño de comprender esa cultura, dejando clara la necesidad de con- tinuar y profundizar nuestro entendimien- to de la misma. Ese trabajo de rescate y valoración es determinante hoy. Luego, al analizar a su vez su cambiante contexto, la estela en sí atestigua como vestigio el deve- nir histórico de un territorio, al menos en cuatro momentos clave: el de su esplendor de Xochicalco en el marco del momento de mayor integridad; a continuación, la des- trucción deliberada al decaer Xochicalco en sí; luego el desprecio y el saqueo colo- nial, donde ya la ubicación de la estela mis- ma, con sus extraordinarios bajo relieves vueltos abajo y su función, para ser no sólo sometida e ignorada, sino pisada al entrar a la iglesia de Tetlama, y este momento ac- tual, en que todo el territorio se encuentra emplazado por la amenaza inaudita de la mina a tajo abierto, en que la estela reapa- rece, paradójicamente, por efecto de una maniobra de burda compra de voluntades por parte de la empresa empeñada en con- sumar un saqueo definitivo. Cierra el número un pertinente traba- jo de Berenice Rodríguez sobre la figura de los migrantes centroamericanos de paso en México y el indigno trato oficial que aquí reciben, incluyendo recientes denostaciones en su contra por parte de una diputada, en plena concordancia con la subordinación oficial a las indicacio - nes del vecino país del Norte, y en pleno contraste con la actitud de aquellos que en México se solidarizan con quienes con alto riesgo van en busca de condiciones mejores de vida y de trabajo. Se incluyen finalmente dos llamados: uno del Sindicato de Trabajadores Acadé- micos del INAH en contra de la agresión al trabajo de la periodista Carmen Aristegui y su equipo, y un segundo, un llamado di- rigido al titular de Gobernación y a la Di- rectora General del Archivo General de la Nación (AGN), por la defensa de la libertad y el acceso a la información histórica en México, exigiendo el acceso directo a la información contenida en el Archivo de la extinta Dirección Federal de Seguridad , resguardado en la galería 1 del AGN, acce- so que ha sido negado de manera arbitraria por dicha Secretaría de Estado.

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