Número 36

42 arriesgan todo y quizás sean los que menos ganen. Son hombres y mujeres que cuando circulan por nuestro país, el color de la piel y el idioma los hace reflexionar, porque sólo los diferencia de los mexicanos el he- cho de no tener papeles. Son personas que tienen miedo y que fingen ser un mexicano más por el temor de ser aprehendidos. Son seres humanos a quienes tal vez, como se dice popularmente “la vida no les sonríe”. Es posible que algunos de ellos y de mane- ra excepcional, busquen alternativas para sortear de otra manera su situación en el país, como las que mencionó la diputada, pero esto mismo es resultado de los pa- trones de violencia y marginación que se viven en casi todo el territorio mexicano, prácticas de explotación que vulneran la dignidad humana. La condición de México como lugar de “acogida” para quienes se refugian en nuestro país o como punto importante que alberga de paso a migrantes de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y países del sur, tiene dos caras. La cara oficial gu - bernamental, es una cara que encubre los actos de violencia e impunidad y es incon- gruente con lo que proclama en discursos y afirmaciones públicas (Alvarado, 2006). Sin embargo, existe una cara que brinda y extiende la mano, la cara de México que no califica ni adjetiva generalizando a los migrantes como peligrosos: es una mano que ayuda y es hospitalaria. Esta cara está representada por mexicanos organizados que responden de alguna manera a las ne- cesidades de los migrantes. A pesar de que se le ha exigido a la diputada que brinde una disculpa pú- blica a los migrantes, sus declaraciones trascienden la situación específica de los migrantes centroamericanos en nuestro país, y la interrogante que surge al llamar “delincuentes” a personas que buscan un escape, oportunidad o solución ante la ca- rencia es: ¿también llama así a los vera- cruzanos de Coatzacoalcos que intentan cruzar la frontera norte? Haciendo a un lado a la diputada, ¿cuál es la pregunta que hemos de hacer- nos nosotros respecto a esta situación? Acaso la cultura de la violencia en la que nos desenvolvemos ha provocado que ya no cuestionemos este tipo de actos. Tal vez deberíamos empezar preguntándonos ¿los migrantes importan? ¿la situación en la que se encuentran la podemos calificar como una crisis humanitaria? Referencias • Alvarado, Paulina (2006). La migra- ción centroamericana indocumentada en su paso hacia Estados Unidos: el pa- pel de la iglesia católica y la política de regulación migratoria en México , Tesis de Licenciatura, Universidad Autóno- ma de Monterrey, Departamento de Ciencias Sociales. http://www.educacioncontracorriente.org/images/diciembre/Solalinde.jpg

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