Número 36

ral, cuando, por ejemplo, un vendedor de autos que ha saltado de partido en parti- do ahora es el candidato… de un nuevo partido, que mal se hace con ello. O –sin ánimo alguno de agravio a comerciantes y deportistas – se puede optar por un as- tro del fútbol, ¿por qué no, si ya tuvimos de presidente a un vendedor de refrescos? De nuestros impuestos pagamos anun- cios para que nos mezan con cuentos. Con matices a menudo deleznables, las bande- rías partidarias cojean todas de lo mismo. Mientras tanto, los llamados a nulificar el voto se hacen más desde el hartazgo que desde la organización cotidiana y conti- nuada de la población, lo que completa el cuadro. Y lo completa, porque no se avizo- ra alternativa realista sin esa base pobla- cional participante y organizada, o como se decía antes, sin Pueblo. Llegaremos así a los comicios del 7 de junio bajo un clima deplorable: las promesas de campaña se quedan en eso, mientras persisten los constantes actos de corrupción en los tres niveles de go- bierno, sin la más mínima perspectiva de revertir la impunidad. Si consultamos las listas de candida- tos veremos además casos del nepotismo usual en los todos los niveles de gobierno. Se heredan los cargos entre familiares, como si la capacidad de gobernar o de ser político o de llevar a cabo alguna función técnica o administrativa estuviera im- plícita en los genes. Puede ser, al menos en cuanto a los cromosomas del hurto. Mientras, la lógica de los «favores» en- tre «compadres» y «socios» completa el cuadro del basurero político y burocráti- co. En nuestro país (y no sólo en México) un político puede disponer depontificar sobre cualquier tema, cambiarse de pues- to e ir de una Secretaría de Estado a otra o de la iniciativa privada al gobierno y de regreso, una y otra vez, o pasarse la vida en una curul, o cambiando de helicópte- ros. Y es que no hemos entendido que se trata de superdotados, que saben de todo y no son de “lento aprendizaje”, como aquellos académicos y científicos que se atreven a señalar incluso faltas elementa- les en su ejercicio. La represión a las protestas de los ciu- dadanos que están hartos de tantas deci- siones unilaterales tomadas por los políti- cos y que afectan a miles de mexicanos es constante; los más de 700 presos políticos actuales en nuestro país lo pueden atesti- guar. Las acusaciones que las autoridades utilizan en contra de quienes alzan la voz y en particular de quienes pasan de la voz a los hechos son, en la mayoría de los casos, inventadas, pero sirven para el mismo ob- jetivo: acallar sus protestas y su proceder, llegando inclusive al asesinato. Como si no bastara lo anterior, más elementos se acumulan para nutrir la in- dignación en una relación siempre incom- pleta y de inmediato obsoleta: La entrega del territorio nacional para la implantación de minas para la extracción de metales a cielo abierto afectando a los pobladores en su econo- mía y en su salud, así como generando inauditos daños ambientales. En Sonora, las protestas de los afectados por los de- rrames de 40 millones de litros de sus- Carmen Aristegui 3

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