Número 36

29 savsky, un científico argentino que después de renunciar a su cátedra en julio de 1966, al ser atropellada la autonomía universita- ria, redactó un texto breve y sustancioso que marcó a toda una generación: Ciencia, Política y Cientificismo (1969). El cienti - ficismo como ideología y mascarada de la pretendida seriedad y eficiencia del saber fue duramente cuestionado al igual que las fiebres competitivas del ego académico, su contabilidad de papers y publicaciones y su «productividad» que comenzaba a to- car las fronteras universitarias de América Latina. Varsavsky pensaba en el horizonte que le era más familiar, el de las ciencias exactas y experimentales. Fustigaba sin concesiones la reproducción caricaturesca en nuestros países del modelo hegemónico de la academia estadounidense: «Es natural, pues, que todo aspirante a científico mire con reverencia a esa Meca del Norte, crea que cualquier dirección que allí se indique es progresista y única, acuda a sus templos a perfeccionarse, y una vez recibido su espaldarazo mantenga a su regreso –si regresa- un vínculo más fuerte con ella que con su medio social. Elige alguno de los temas allí en boga y cree que eso es libertad de investigación, como algunos creen que poder elegir entre media docena de diarios es libertad de prensa. ¿Qué puede tener esto de objetable? Es un tipo de dependencia cultural que la mayoría acepta con orgullo, creyendo incluso que así está por encima de ‘mezquinos nacionalismos’ y que ade- más a la larga eso beneficia al país. Ni si - quiera tiene sentido, se dice, plantear la independencia con respecto a algo que tie- ne validez universal, más fácil es que los católicos renieguen de Roma.» (1969: 15). Transcurrirían dos décadas más para que el ámbito de las ciencias sociales y de las disciplinas humanísticas fuese conta- minado por esta oleada cientificista. Los artículos con mejor puntaje deben acre- ditar que pueden ser calificados como «científicos» y que han sido publicados en revistas «científicas» con arbitraje proba - do y certificación internacional. Juego de formas y simulaciones frente a las cuales el pensamiento crítico latinoamericano ha perdido espacios. El debate entre práctica académica y compromiso político ha sido enriquecido en tiempos más recientes por el aporte de numerosos analistas y estudiosos del tema. Como referente de estas nuevas lecturas cabe mencionar el documento “Las Cien- cias Sociales en la era Neoliberal: entre la Academia y el Pensamiento Crítico”, escri- to por el sociólogo Atilio Borón (2005). El texto de Borón constituye un va- lioso esfuerzo destinado a desmontar el andamiaje conceptual del pensamiento neoliberal y posmoderno aplicado a las ciencias sociales latinoamericanas. Cate- gorías sustantivas como la desaparición

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