Número 30

6 Exilio y migración El exilio y la migración que conocemos en el mundo contemporáneo que nos toca vi- vir están signados por la violencia, enten- dida como atributo moderno del poder. Sin embargo los modos de expresión de la violencia, directa o indirecta conlleva la exclusión económica, territorial, política o cultural del exiliado o migrante. El mira- dor y escenario morelense, nos indica que a lo largo de su existencia política entre el último cuarto del siglo XIX, lo que fue el siglo XX y lo que llevamos de recorrido en el siglo XXI tiene en su haber, varios ciclos históricos de migraciones y exilios. En esos ciclos históricos, las alternancias de los flujos migratorios siempre más nu - merosos y visibles que los de sus exilios, distan de haber sido estudiados, inven- tariados y debatidos. Morelos ha sido un estado expulsor, es decir, generador de migrantes y en términos más discretos, de exiliados. Pero, también ha sido un es- tado receptor de migrantes –no sólo de jornaleros agrícolas nacionales- así como de exiliados procedentes de América Lati- na, Europa, Estados Unidos, Asia, Medio Oriente y del África. Falta armar las bio- grafías insulares, las historias de vida de exiliados o migrantes insulares, también las de los grupos y sus redes de paisanaje, adscripción ideológica, religiosa, cultural, étnica o lingüística. Por ahora, nos aboca- remos a procesar la distinción conceptual que consideramos relevante. La problemática de exilio y de la migra- ción crece en espiral en el mundo, entre los conflictos neocoloniales y los gobiernos reaccionarios represivos y excluyentes. El más reciente informe del Alto Comisiona- do de las Naciones Unidas para los Refu- giados (ACNUR) es realmente alarmante: «En 2013 se registraron unas 612.700 so- licitudes de asilo en los 44 países indus- Foto: panoramaaz.com

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