Mi tema de especialización es el análisis político de la relación de los pueblos indígenas del Centro de México y Oaxaca frente el estado colonial y posteriormente hacia el estado nación. Es así, que desde hace más de 12 años me he centrado en estudiar la compleja agenda de negociación política de los pueblos indígenas entre los años de 1530 a la época actual. Desde que inicié mi Doctorado en Historia en el año de 1985 comencé a trabajar en archivos, inicialmente en el archivo de Indias en Sevilla, y posteriormente al concluir dicha formación en el año de 1990, inicié mi lento conocimiento de archivos nacionales, estatales, municipales, de agencias y parajes. Como todos sabemos los archivos de México son inmensamente ricos y abundantes, sin embargo desde el año 2001 me interesó la posibilidad de combinar también la información de archivo con la etnografía, especialmente centrándome en el sistema de gobierno de los pueblos contemporáneos y la manera en que se relaciona con los poderes municipales, estatales y federales. Por supuesto, esa posibilidad no se concretó de manera inmediata. Pero, por fortuna me llegó cuando menos lo esperaba. En enero de 2004 me encontraba investigando en los acervos del siglo XIX del ex Distrito de Tlaxiaco, Mixteca Alta, Oaxaca, gracias a la invitación de la antropóloga Esther Katz quien desde los años ochenta estudia esta bella región.
Mi estancia por vez primera en la Mixteca Alta la había planeado por dos semanas. Uno de esos días en que estaba trabajando en el archivo con mi computadora portátil, el director Roberto Santos me preguntó si tenía imágenes de códices o pictografías coloniales de la región. Así que le mostré una copia del AGN de un mapa pictográfico de finales del siglo XVI de la comunidad de Santa María Cuquila, Ex Distrito de Tlaxico, Mixteca Alta [el nombre de este pueblo en mixteco es ñu kuiñi, Cerro del Tigre] El director del archivo me comentó que justo esa comunidad tiene un museo comunitario y que quizá estarían interesados en conocer el mapa, me habló de un entusiasta campesino mixteco que se encontraba ese año al frente del museo [parte del tequio de las comunidades] y me indicó que sólo estaba a media hora de Tlaxiaco, acordamos ir a visitar el lugar al día siguiente.
A partir de ese momento los acontecimientos que me han vinculado personal y académicamente con este magnífico pueblo se sucedieron de manera precipitada. Mientras don Emiliano Melchor, encargado del museo comunitario, nos mostraba las instalaciones, observé detrás de una vitrina sencilla un grupo pequeño de documentos de fines del siglo XVI. El director del archivo de Tlaxiaco le comentó a don Emiliano Melchor que yo podía leer este tipo de documentos, por lo que don Emiliano me pidió que se los transcribiera. Acto seguido, y durante más de 10 horas estuve en el local del museo comunitario de Santa María Cuquila dictando a una diligente y voluntaria secretaria el documento en cuestión, que resultó ser una merced real de tierras de 1591 para el pueblo, escrita en castellano pero con decenas de nombres de lugar pertenecientes a la región en la preciosa variante de la lengua mixteca de Cuquila.
Firma del convenio Museo Cuquila. INAH
Después de una hora de estar leyendo en voz alta los documentos noté que a mí alrededor se encontraban algunos niños y señores escuchando las largas frases que señalaban las antiguas mojoneras de Cuquila. Durante las horas que pasé dictando el contenido del documento me sorprendió que a cada nombre de un paraje en mixteco, los señores a mi alrededor, discutían su ubicación actual, reconociendo prácticamente todos los sitios. Al final de mi lectura de los documentos, cerca de la medianoche, Don Emiliano me llevó a Tlaxiaco en un camioncito de redilas. Llegamos al archivo de Tlaxiaco y ahí, como me lo había prometido desde la tarde, se encontraba el Director del Archivo, esperando mi regreso y quien con gusto imprimió para don Emiliano la transcripción del documento que les había realizado. Una vez impreso lo firmé y anoté con mis datos de profesor- investigador TC del INAH, para dar validez profesional a la transcripción.
Al día siguiente por la mañana, mientras trabajaba en el archivo de Tlaxiaco, llegó don Emiliano Melchor con su bella familia, acompañados de la autoridad nombrada por usos y costumbres de Cuquila [Cuquila fue municipio hasta los años 30, actualmente depende del municipio de Tlaxiaco]. El Presidente de Cuquila me agradeció la trascripción que realicé el día anterior y me invitó a que continuara visitando el pueblo y así lo hice y continuo haciéndolo desde entonces. Cuquila fue uno de los cacicazgos más importantes de la Mixteca Alta, tiene un imponente sitio arqueológico en la cima de un cerro, delimitado por el INAH en los años 90 y que corresponde al periodo Clásico [casi 2000 años de historia tiene este pueblo]. Asimismo, Cuquila tiene una iglesia colonial saturada de hermosos retablos del siglo XVII y un museo que conserva una serie de estelas monumentales sacadas del sitio arqueológico. Además, toda la población de Cuquila, sus núcleos rurales y parajes hablan mixteco, castellano y muchos jóvenes tienen un buen nivel de conocimiento del inglés. Algunos señores mayores hablan las variantes del mixteco de Cuquila-Ocotepec y el mixteco de la costa, la lengua triqui y el castellano. Únicamente algunas señoras de más de 80 años sólo hablan mixteco de la variante local Cuquila-Ocotepec.
A lo largo de ese año de 2004 localicé numerosos documentos coloniales de Cuquila, incluidos tres mapas pictográficos, todos del siglo XVI, que se encontraban en el Archivo General de la Nación. Asimismo investigué en el archivo del Registro Agrario Nacional todo el expediente agrario de Cuquila. Con los mapas hice ampliaciones a color, transcribí varios documentos que doné al pueblo a través de su Museo. Tomé registró fotográfico de todo el sitio arqueológico, las piezas y esculturas de la iglesia, los documentos que resguardan y también di copia a las autoridades del pueblo, así como a su Museo. A través de la solidaria mediación de mi esposo, Dr. Guilhem Olivier (IIH-UNAM) se logró que uno de los mejores especialistas en epigrafía zapoteca, el Dr. Javier Urcid de la Universidad de Brandeis, Massachussets, elaborara para el Museo Comunitario de Cuquila las cédulas explicativas de sus importantes estelas que se encuentran ahí resguardadas.
Con los años y mis largas estancias en Cuquila fui logrando la confianza de la gente del pueblo, especialmente de don Emiliano Melchor y su maravillosa familia, quienes siempre me han invitado con mi familia a quedarme en su casa y en donde junto con Guilhem y nuestra niña Aurora pasamos varias temporadas a lo largo del año. La comunidad no tiene presencia de ningún partido político, afortunada situación que comparten con otras muchas comunidades de la Mixteca Alta y del país. Además, desde hace cuarenta años la población erradicó el alcoholismo por propio convencimiento y con apoyo de los maestros bilingües mixtecos de la zona. Resulta muy importante mencionar que ni los miembros de la Presidencia Municipal de usos y costumbres, máxima autoridad del pueblo, ni el Comisario y los miembros de Bienes Comunales cobran un solo centavo por realizar sus tareas como autoridades, además de que son elegidos en asamblea por el pueblo. Todo se organiza a través de tequio y comités. Es por ello imposible no admirar su jerárquica, digna y bien organizada población. En estos años he podido colaborar con ellos organizando varios archivos de Cuquila y sus parajes, así como de otras comunidades de la Mixteca Alta, he apoyado en la organización de cursos de verano para los niños, apoyamos a los kínder de los parajes de Cuquila con muebles tipo Montessori que mandé hacer con un excelente carpintero del pueblo, don Maximiliano, hemos sido intermediarios en la donación de numerosos libros para la biblioteca del pueblo por parte de la UNAM, INAH Fondo de Cultura Económica y CDI e incluso hemos podido trabajar juntos en la gestión lenta para pequeños proyectos productivos.
También en estos años logramos el apoyo de la CDI para una pequeña tienda de artesanía, un convenio con el Taller Max Cetto de la Facultad de Arquitectura de la UNAM para la elaboración de planos y un proyecto para la renovación del Museo Comunitario con materiales regionales. También se logró un convenio con el INAH en 2006 para que se restauraran los retablos estofados de la iglesia, junto con el apoyo del Gobiernos Estatal, Federal y especialmente la Fundación Harp Helú de Oaxaca, así como otro acuerdo con el prestigioso centro de investigación CINVESTAV Irapuato para que se apoye con transferencia tecnológica y las cepas de ustilago, huitlacoche, pequeñas parcelas experimentales que realiza en Cuquila un joven técnico rural del pueblo.
Firma del convenio Museo Cuquila. INAH
Han sido ocho años de tener el privilegio de caminar junto a la gente de Santa María Cuquila, de tener el honor de recibir año con año a las nuevas autoridades en mi casa, con ellos en el pueblo, de acompañar a sus autoridades a las oficinas gubernamentales de Tlaxiaco, Oaxaca y México DF, de verles reforestar sus antaño erosionadas lomas, levantar con tequio caminos, su preparatoria, las conexiones de agua, sembrar, construir puentes. Hemos reído juntos, he aprendido mixteco con ellos, hemos comido con ellos, reflexionado y aprendido muchas cosas. Pero, especialmente, agradezco a la gente de Cuquila que me permita sentir el raro privilegio de ser útil a una comunidad. El profundo vínculo de amistad y respeto de mi familia con la población de Cuquila se ha incrementado a través de mi mejor amigo, Emiliano Melchor, quien junto con su esposa, Cecilia Velasco, actualmente son compadres nuestros de bautizo.
Espero que este largo preámbulo permita comprender que cuando las autoridades de Cuquila me solicitaron en el año de 2008 el que les apoyara para obtener un recurso económico destinado a la rehabilitación de su Museo Comunitario, intenté realizar lo mejor que pude esa encomienda. Sin embargo, elaborar junto con el pueblo y los jóvenes arquitectos del Taller Max Cetto las reglas de operación de la CDI - en el rubro de ecoturismo- nos llevó un año y el expediente que se presentó de más de 150 páginas -sin contar los planos arquitectónicos fue absolutamente inútil. Desde hace varios años, los pueblos no pueden presentar proyectos directamente a ninguna oficina federal; para ello requieren de contratar los servicios de algún despacho de gestoría, previamente avalados por el Estado. Son estos despachos los únicos autorizados para presentar proyectos de todo tipo ante todas las dependencias gubernamentales. En caso de que el proyecto sea aprobado por la dependencia, el despacho de gestores recibe su pago por la realización del proyecto y la comunidad logra el apoyo.
Este sistema nacional contempla a las comunidades como empresas privadas, por lo que para comprender tan atípico proceso me llevé poco más de un año; por fortuna, a las autoridades de Cuquila -y de otros muchos pueblos bien organizados- únicamente les tomó una fracción de este tiempo. Pese a ello, nunca hemos visto ni los amigos, autoridades ni nadie un proyecto de apoyo al campo o de agua en Cuquila. Es más, Cuquila está considerada por INEGI como población de “clase media” debido a que es una agencia de la pequeña ciudad de Tlaxico, por lo que cualquier proyecto que sea aprobado, por los mecanismos arriba referidos, serán únicamente financiados en un 50% y el resto deberá cubrirse por los interesados, quienes además previamente deben constituirse en asociación de productores, con todos los gastos y gestión que ello implica.
Es por ello que a partir de finales del año de 2009 comencé a explorar otras posibilidades de apoyo para el Museo de Cuquila en el extranjero, igualmente con nulo resultado. Escribí a varias fundaciones como son Mac Arthur, Rockefeller, Getty, Ford, e incluso a la Comunidad Económica Europea –entre otras- Finalmente averigüé que México está fuera de un gran número de apoyos internacionales para las áreas rurales e indígenas debido a su pertenencia a la OCDE, con excepción de ciertas áreas de derechos humanos, mediación de conflictos y combate a la violencia, por conocidas razones. Es así que en el al año de 2011 decidí buscar un apoyo para la rehabilitación del Museo Comunitario de Cuquila ante las autoridades del INAH.
Durante los tres años siguientes viví una compleja experiencia, ya que el INAH no consideró que un proyecto de esta naturaleza se vinculara con mi tarea como investigador. Pese a que me inconformé -e incluso llegué hasta la puerta de la Dirección General- no tuve resultado positivo alguno, salvo vagas promesas y varios desaires. Todo ello pese a las cartas de apoyo a mi trayectoria académica que generosos colegas y estimados Maestros dirigieron a las autoridades de nuestra institución.
Copias de códices de las autoridades comunales
Por fortuna, nunca mencioné a las autoridades de Cuquila que intentaba lograr un apoyo para su Museo. Para ser sincera, me sorprendió un poco que no encontrara apoyo entre las autoridades del INAH a este proyecto con el pueblo de Cuquila. Desde mi ingreso al INAH en Octubre de 1992 hasta el año de 2010 siempre tuve la fortuna de contar en mi centro de trabajo con autoridades que respaldaron moralmente mi trabajo de investigación, como fueron el Maestro Carlos Aguirre, el Maestro Salvador Rueda, la Maestra Ruth Arboleyda y el Dr. Arturo Soberón. Aunque por lo demás, prácticamente nunca he solicitado apoyo económico a mi institución. Entré en octubre de 1992 por concurso como investigador a la DEH- INAH y nunca había trabajado antes para el INAH, del que conocía solamente a un par de investigadores. Además, ingresé a mi institución contando ya con el Doctorado en Historia, habiendo obtenido en 1991 el Premio Francisco Javier Clavijero que otorga el INAH en esa disciplina y siendo miembro del SNI desde el año de 1991. Siempre he realizado mi trabajo a partir de los recursos que me brinda mi salario y la beca del SNI, así como mediante apoyos externos a mis proyectos de investigación, como fueron tres proyectos de investigación básica que me otorgó a lo largo de ocho años el CONACyT, una Beca Guggenheim, así como invitaciones pagadas como profesor e investigador invitado por parte de distintas Universidades de Estados Unidos, Francia y Alemania.
Así las cosas, en diciembre de 2012, cuando se nombró como Director General del INAH al etnólogo Sergio Raúl Arroyo y como Secretario Técnico al Dr. Bolfy Cottom, sentí cierta esperanza en que la situación de nuestra institución en las áreas de investigación y patrimonio podría mejorar. En esos días y meses, vi con cierto optimismo los pequeños desplegados y cartas de felicitación que les dirigían diversos académicos a estas nuevas autoridades, y la apertura y apoyo por parte de los investigadores y trabajadores en general del INAH.
Animada por todo ello, en el mes de febrero solicité una cita con nuestro Secretario Técnico, Dr. Bolfy Cottom. A los pocos días y para sorpresa mía me llamaron para decirme que tenía mi cita, así es que cargada del proyecto de Cuquila, en presentación amplia, resumida y mínima, llegué a la Secretaría Técnica y encontré por primera vez como Secretario Técnico a un colega sencillo, interesado en mi trabajo, que no contemplaba cada tres segundos su reloj, el techo, su celular, el teléfono y que no me hablaba de sus logros académicos, administrativos, o de sus anhelo por clausurar la salida del elevador del piso de su oficina para evitar que “gente rara” como yo se colara y le molestase. Sinceramente el Dr. Bolfy Cottom tampoco me habló frente a mi solicitud de apoyo económico al Museo de Cuquila, acerca de cómo Hacienda, la SEP, misteriosos contralores y una batería de acechantes vigilantes impedían al INAH apoyar la rehabilitación del Museo Comunitario de Cuquila o para resumir toda la investigación en general del INAH. Únicamente me explicó que le parecía importante apoyar la investigación relativa a pueblos indígenas y especialmente retomar la relación con ellos a través de iniciativas vinculadas a las tareas que por ley tiene el INAH, como lo es justamente el apoyo a la historia de los pueblos y a sus Museos Comunitarios.
En los siguientes días, el Dr. Cottom, solicitó a sus asesores, especialmente a la capaz abogada Beatriz Ayluardo, que elaboraran un borrador de convenio entre las autoridades de Santa María Cuquila y el Director General, Etnólogo Sergio Raúl Arroyo, para entregar una suma suficiente que aunada al trabajo por tequio de la comunidad garantizara la rehabilitación con materiales de la región de su Museo Comunitario. El borrador de convenio fue revisado por el Jurídico del INAH -previa carta solicitud que enviaron las autoridades de Santa María Cuquila- y se iniciaron los trámites para la firma del convenio. Sobra decir que en esos días y meses tuve esperanza -conforme leía en los periódicos que se suspendía el estrambótico teleférico en la ciudad de Puebla, entre otras acciones pequeñas y grandes- y tuve por primera vez la ilusión de no leer jamás acerca de la realización de eventos de mal gusto como son las “cumbres”, “ferias,” “iluminaciones”, “desfiles” en zonas arqueológicas y monumentos históricos. Pensé que ya no tendría que firmar otra petición en contra de que vulgares cantantes nacionales y extranjeros gorgojaran encima de milenarias pirámides; no más cenas privadas de vulgares nuevos y viejos ricos, desfiles de moda ni anuncios gubernamentales relativos a programas de “seguridad nacional” en el Museo de Antropología o en el Castillo de Chapultepec. En fin, parecía que la institución paulatinamente volvía latir con dignidad.
El día 26 de junio se me citó en las oficinas del director general para que fuese testigo de honor, junto con mi compadre C. Emiliano Melchor Ayala, de la firma del convenio oficial entre las autoridades de Santa María Cuquila 2013, C. Simón Juan Santiago Reyes, presidente municipal de Santa María Cuquila, Tlaxiaco, Oaxaca, y su suplente C. Félix Hilario Santiago, y el director general, Etnólogo Sergio Raúl Arroyo, para el apoyo económico de la rehabilitación del Museo Comunitario de Cuquila. Llegamos puntuales a la cita, las autoridades junto con don Emiliano Melchor viajaron como siempre durante toda la noche, salieron un día antes a las a las 23 horas de la terminal de Tlaxiaco, poco después de terminar de organizar el tequio para la ampliación de la Clínica del pueblo.
Durante el tiempo de espera en las oficinas del Director General, todo el mundo fue muy amable con las autoridades de Cuquila. Con cierta sorpresa observé que el Etnólogo Sergio Raúl Arroyo había ordenado reabrir el elevador al piso de sus oficinas-quizá algunos recuerden que el anterior Director del INAH lo ordenó cancelar para que nadie lo molestara-. Poco después me enteraría que además el Director había viajado a una reunión de la UNESCO en un país asiático y que acababa de llegar un día antes de ese largo viaje, pero nunca lo noté cansado y menos aburrido.
Cuando entramos a la oficina del Director General salió sonriendo, saludando y comentando que nos tomaran a todos una foto enfrente de una bella obra de arte huichol que adorna su oficina. Junto con el Dr. Bolfy Cottom nos acompañó a sentarnos en una gran mesa de reuniones. Ahí, durante la siguiente hora, no sólo se firmó el convenio, sino que también las autoridades de Cuquila hicieron un digno agradecimiento al INAH, y el Director dio un emotivo y sincero discurso centrado en su interés prioritario por volver a vincular a nuestra institución con los pueblos indígenas de México. Tanto las autoridades del INAH como de Cuquila, como si se hubiesen puesto de acuerdo, siguieron un elegante protocolo y ya para finalizar el Director General les anunció que en dos semanas tendría una cita de trabajo con el Gobernador del Estado de Oaxaca y que lo primero que pondría en la mesa de acuerdos sería el convenio que acababa de firmar, con lo cual las autoridades de Cuquila sonrieron satisfechas. En todo momento fue claro que el motivo principal que nos reunía ese día era el reconocimiento del INAH por la historia de casi dos mil años del pueblo de Cuquila y las poblaciones, pequeñas y grandes, de la región de la Mixteca Alta.
El director general del INAH y autoridades de Cuquila
Es difícil describir lo que sentí en esos momentos, pero sé que no olvidaré jamás ese día. Nunca imaginé que poco iba a durar mi optimismo. Menos de diez días después de la firma del convenio, estando en la ciudad de Oaxaca trabajando en algunos archivos, leí en el periódico la fatal noticia acerca de la destitución del Director General del INAH, Etnólogo Sergio Raúl Arroyo, así como la renuncia del Secretario Técnico Dr. Bolfy Cottom. No podía creer lo que veía, ahí estaba la foto del Secretario de Educación del brazo de la Lic. Teresa Franco y las declaraciones de la nueva directora señalando que estaba muy complacida de poder regresar al INAH para apoyarle en sus tareas. ¿Apoyar al INAH en sus tareas? Pero si no sólo nunca lo apoyó en sus tareas, prácticamente lo terminó de destruir cuando fue la directora de mi institución entre 1992-2000. Sentí deseos de pedirle que por favor se fuese a apoyar a su casa, que el INAH finalmente contaba con una dirección que intentaba justamente arreglar sus años de “apoyo” y los del ex Director, Lic. María y Campos. Pero la realidad era que, como acertadamente se señaló en algunos artículos, al Director del INAH se le remplazó por hacer su bien su trabajo.
En los días siguientes leí con orgullo el desplegado del Sindicato de Trabajadores Técnicos y Manuales en contra del nombramiento de la Lic. Franco, así como otro desplegado de algunos investigadores del INAH y un muy buen artículo editorial de la Revista del Centro INAH Morelos, En el Volcán, subrayando la misma idea. Incluso varios artículos periodísticos señalaban que el Etnólogo Sergio Raúl Arroyo fue destituido como Director General de mi institución por afectar los intereses de algunos gobernadores y empresarios. Así es que esperé a que se me enviara vía mi Sindicato, mi Centro de Trabajo, o por intermedio de algunos colegas o de quien fuese una carta para firmar en contra del nombramiento de la Lic. Franco y a favor del excelente desempeño del Etnólogo Sergio Raúl Arroyo. Sin embargo, los días pasaban y no recibía nada acerca de esta injusta y absurda destitución. Así es que decidí que debía escribir una carta pública al Ex Director, tenía que hacerle saber lo que significó su apoyo y del Secretario Técnico para el pueblo de Cuquila, para mi trabajo pero sobre todo para las funciones por las que se creó el INAH.
Finalmente escribí una sencilla carta, la mandé a varios periódicos y salió en La Jornada en su sección del Correo Ilustrado, y tuve suerte, ya que salió publicada el domingo 21 de julio: http://www.jornada.unam.mx/2013/07/21/correo. Así, me permito finalizar este texto transcribiendo su contenido:
¿Qué sería de nosotros si no pudiésemos siquiera agradecer?
Distinguido Etnólogo Sergio Raúl Arroyo, INAH.
Agradezco a usted y al Secretario Técnico, Dr. Bolfy Cottom, el que durante el breve tiempo que estuvieron al frente de nuestra institución, procuraron recuperar el digno papel científico y social con el que se fundó. Como usted bien sabe, el INAH es una institución que se creó con los mejores augurios, durante la presidencia del General Lázaro Cárdenas y dirigida en sus primeros pasos por el gran intelectual Dr. Alfonso Caso. Por vocación el INAH debía acompañar al pueblo de México en la senda de la comprensión, cuidado y acrecentamiento de su patrimonio paleontológico, arqueológico, histórico, antropológico y lingüístico. Un acompañamiento digno, original, reciproco e imaginativo, dinámico y capaz. Sé que eran otros tiempos, que todo ello cambió para mal ya hace mucho tiempo, pero gracias a su ética y congruencia, durante un breve lapso de tiempo –siete meses para ser exacta- ustedes intentaron recuperar el espíritu original del INAH. Por lo anterior, deseo a usted todo tipo de bienestar, así como su pronto retorno a nuestra institución.
Atentamente
Dra. Ethelia Ruiz Medrano. Profesor Investigador Titular C, DEH-INAH (1992)
Premio de Investigación de la Academia Mexicana de Ciencias en Ciencias Sociales, 2001
Beca Guggenheim, 2006
Miembro del SNI, Nivel II
www.comunidadesindigenasenmovimiento.mx
[1] Agradezco a mi colega el Dr. Paul Hersch que me invitara a publicar este sencillo texto en la revista En el Volcán.