Número 70

70 En las tribunas del estadio la afición se desespera, se enoja y empieza la rechifla; la silbatina es una clara advertencia que los equipos deben tener presente, el público espera o debiera esperar más que simples jugadores vistos cada tres años: espera jugadas vistosas, un juego ofensivo y alternativas y soluciones reales. Pero son espectadores y cuando el partido termine se irán a su casa. Algunos mueven la cabeza de lado a lado en señal de desaprobación, pues se escucha que apenas es el calentamiento, la antesala, y ya se percibe que el partido será intenso… pero ya parece más de lo mismo. En el estadio se percibe que el juego que se aproxima es un espacio que reproduce la dramatización social y política (Balandier, 1994), en donde unos cuantos buscan tener el control y patear el balón para ejercer el poder sobre él, como hemos podido constatar. El estadio es Morelos, pero en muchas ocasiones los jugadores de este partido de fútbol parece que perciben al balón mismo como si éste fuera Morelos, y lo patean para jugar su juego. Dirían los sabedores que se trata de un tema de percepciones políticas y depende del lugar que ocupes en el estadio, pues no es lo mismo tener un boleto en la tribuna de sol, tenerlo en la tribuna de sombra, acceder a un palco o estar sobre el terreno de juego cerca de los jugadores. Mientras algunos aficionados comparten puntos de vista, otros abandonan el estadio. Sim-

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