Número 69

15 “Plaza de la Paz”, Creel, Chihuahua Un hecho que ha marcado con un profundo dolor este periodo de guerra en México, fue la primera masacre pública donde resultaron asesinados 12 jóvenes y un neonato en Creel, un “pueblo mágico” de la Sierra Tarahumara de Chihuahua. Era un 16 de agosto del 2008 cuando un “comando” (grupo de sujetos fuertemente armados y encapuchados) arribó a una pequeña plaza donde algunos jóvenes se encontraban departiendo, jugando carreras y conviviendo, para disparar a quemarropa en contra del grupo indefenso de personas. La policía y toda fuerza del orden, al dar cuenta de la envergadura del ataque, decidieron abandonar el pueblo, dejando a su suerte a los pobladores que eran blanco de este violento atentado. El conocido “Padre Pato” Javier Ávila, jesuita y defensor de derechos humanos, es quien ahora narra los hechos, como un testigo y protagonista del episodio, pues ante la ausencia total de autoridad tuvo que hacerse cargo de esa dolorosa escena del crimen: era algo de terror, las familias lloraban, querían levantar y llevarse a sus muertos, expresa. Narra cómo todos “se quebraron”, pero durante cuatro horas, a pesar del dolor por la masacre, pudo contener de cierta manera el dolor para mantener la escena del crimen lo más intacta posible, pues a pesar de la ausencia de autoridad, la apuesta fue porque se hiciera justicia, se investigara y castigara a los culpables (Ovalle y Díaz Tovar, 2019). En una apuesta colectiva, familiares de las víctimas lucharon por la justicia buscando a los responsables y exigiendo al Estado que hiciera su tarea; al mismo tiempo, colocaron los cimientos para construir las vías de la memoria, de impedir que sus ausentes se olvidaran o fuesen recordados como delincuentes. En los primeros meses después de la masacre, la plaza se llenó de diversos artefactos de memoria como flores, velas, fotografías, cartulinas con mensajes; de cierta forma los familiares querían habitar ese sitio para ejercer su duelo públicamente, logrando que en el año 2009 la Procuraduría del Estado construyera un lugar para conmemorar a sus víctimas. Imagen 5. Cartel de bienvenida de la Comunidad Maclovio Rojas al Comité 68. Tijuana, B.C. Octubre de 2014.

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