Número 68
45 tural “reconoce como referente la articulación procesual del eje salud-enfermedad-atención [e] incorpora perspectivas y experiencias diversas” (Haro, 2011: 44). En ese contexto, el padecer desde una di- mensión epidemiológica sociocultural “no [solo] trata de intentar una visión puramente “emic” (desde la perspectiva del paciente) sino de integrar el punto de vista del actor en una suerte de diálogo que puede tener varios forma- tos” (Haro, 2010: 24), ya que justamente el pa- decimiento y la enfermedad se configuran como una experiencia vivida culturalmente, teniendo como base las representaciones que la sociedad ha construido para dar respuestas a los proble- mas de salud (Laplantine, 1999). De manera que el binomio salud-enfermedad se puede avizorar, por un lado, desde el cuerpo individual como “la experiencia vivida del yo corporal” (Scheper y Lock, 1987: 7); mientras que, por el otro, como el cuerpo social que atañe a “las relaciones sociales como un factor clave para la salud y la enfermedad. El cuerpo es vis- to como un aspecto unitario e integrado de uno mismo y de las relaciones sociales.” (Scheper y Lock, 1987: 21), es decir, que en el proceso sa- lud-enfermedad y atención-desatención existe una inclusión de voces, en donde el cuerpo indi- vidual que padece se agrupa en el cuerpo social representado a través de la red afectiva en los momentos de crisis e incertidumbre en torno a la enfermedad. En este sentido, es pertinente agregar que la enfermedad resulta “una experiencia intersub- jetiva en la cual no fluyen unidireccionalmente los conocimientos” (Comelles, 1997: 315), por tanto, desde el padecer en el cuerpo individual, no es posible asumir que la voluntad del pa- ciente “va estar […] mediatizada por lo que los médicos establezcan porque son los que saben” (Allué, 1996: 110); ya que justamente desde la perspectiva epidemiológica sociocultural se busca ampliar la comprensión del proceso sa- lud-enfermedad y atención-desatención (Her- sch y Pisanty, 2016), teniendo en cuenta un refe- rente dialógico que no solamente se incline por las llamadas voces expertas. De manera que en este trabajo “el etnógrafo se constituye como el narrador de una realidad cuyo objeto es buscar la complicidad con el lector” (Comelles, 1997: 320), es decir, hablamos desde una auto-etno- grafía sobre cómo resultó enfrentar la segunda ola de contagios de COVID-19 y sus padecimien- tos físicos, emocionales y sociales. Ahora bien, en una pandemia como la CO- VID-19 –que trastoca todos los ámbitos de la vida social, en donde el ritmo de vida en nuestro país se transformó a partir de una cuarentena, una jornada nacional de sana distancia y, pos- teriormente, un semáforo epidemiológico– las dinámicas de vida intentan ser lo más parecidas hasta antes de la COVID-19. En ese margen, el ciclo de fiestas rituales y carnavales en el esta- do de Morelos dio paso a otras maneras de dar continuidad a la vida social de los pueblos. Asi- mismo, en los municipios que desde hace más de cuarenta años se han vuelto escenario de des- canso para los residentes de la Ciudad de Mé- xico, se trató de regular la entrada de personas externas a las comunidades; el caso más citado en medios de comunicación fue el de los retenes de pobladores en el municipio de Tepoztlán 4 . Para diversos municipios de Morelos, el mes de diciembre y la Semana Santa son periodos es- perados por los pobladores, porque significan el arribo de vacacionistas y un importante ingreso económico para las trabajadoras del hogar, los jardineros y los negocios familiares. No obstan- te, la movilidad que habitualmente se espera, y que en el contexto de la COVID-19 se trató de contener, llegó para ser un parteaguas durante la segunda ola de contagios en el país. Etnografía: la COVID-19 y el padecer Soy originario de un pueblo ubicado en el sur morelense, en donde el verdor de caña y mil- pas, desde que tengo memoria hace 27 años, poco a poco se transformó en zonas con ca- 4 En la cabecera municipal de Tepoztlán se instalaron retenes para evitar contagios. El acceso a la comunidad solo se permitía a los habitantes del municipio mostrando una identificación oficial. https://www.jornada.com.mx/ultimas/estados/2020/04/10/insta- lan-reten-en-tepoztlan-para-evitar-contagios-de-covid-19-9415.html
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