Número 68
34 mán, denominado artista plástico extrajo de su lugar de origen la piedra Kueka, pieza que narra la historia del pueblo pemón, ubicado en lo que ahora es Venezuela. Con la complicidad del go- bierno del entonces presidente venezolano Ra- fael Caldera, a través de INPARQUES, fue que el monolito de más de 30 toneladas fue llevado al viejo continente, violando tratados internacio- nales y despojando a toda una comunidad de su historia (Buitrago, 2019). El monolito fue lleva- do a Berlín como parte de la exhibición llamada Global Stone . Tras años de negociaciones diplomáticas, por fin el gobierno venezolano pudo recuperar la piedra, no sin antes cumplir ciertas condicio- nes. En 2018 se realizó un ritual de sanación a la abuela Kueka y se envió una delegación vene- zolana a Alemania con el objetivo de agilizar las gestiones para la devolución definitiva al pueblo pemón. Este logro es significativo, pues en 2020 la piedra regresó a su lugar de origen. Ahora bien, retomando el caso de la abuela Kueka aparece otro elemento al análisis. No es solamente el imperialismo europeo el responsa- ble y único de saquear. Los Estados Nacionales de América Latina han sido partícipes del despojo y la apropiación arbitraria de piezas y objetos. Todos los países latinoamericanos fueron levantados sobre territorios antes habitados por comunidades indígenas. Dependiendo de su his- toria particular y el proyecto nacional triunfante, cada Estado ha gestionado de distinta manera su relación con los pueblos originarios. Aunque cada caso es particular, todos han ejercido diferentes formas de violencia contra grupos endémicos. Al ingresar en el prototipo moderno de nación, los Estados latinoamericanos se encontraron con el problema de ajustarse a su realidad indígena. El Estado ejerce una violencia sistemática contra las comunidades indígenas pues niega sus tradiciones para inventar otra historia en nom- bre del saber positivo. Así, como lo dice García Canclini, el Estado se posiciona como aquel que se hace cargo de la herencia étnica, pero que su- bordina la diversidad a la unificación moderni- zadora nacionalista. El mundo moderno no se hace sólo con quie- nes tienen proyectos modernizadores, sino que éstos se apropian de los bienes históricos, tradi- cionales y populares (García Canclini, 2016, p. 149), a través de procesos de colonialismo, mes- tizaje e hibridación. Respecto del arte antiguo- primitivo y el arte ingenuo- popular, cuando el historiador o Ilustración 4. Piedra del Sol en la sala principal del Museo Nacional de Antropología. Twitter Museo Nacional de Antropología
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