Número 68

16 En este punto se debe recordar que para poder iniciar la obra era necesario contar con los mate- riales con los que se iba a construir, por lo que para 1555 ya debían contar con las iniciales piedras de tezontle extraída de los abundantes conos cineríti- cos que hay en la zona así como las piedras de an- desita y basalto transportadas al pie de obra posi- blemente desde los cerros cercanos a Xaltepec, 14 los tubos de cerámica de 8 cm de ancho que debieron servir para ir calculando la inclinación y la presión del agua correcta que debía llevar el acueducto para que circulara sin estancarse (Imagen 10). 14 A 18 km de distancia de Tepeyahualco, al oriente del cerro de Las Obsidianas hay un cerro completamente terraceado en cuya cima se ubicaba un asenta- miento prehispánico y del que la tradición oral menciona que fueron transpor- tadas parte de las piedras careadas que se emplearon en las impostas y dovelas. También gran cantidad de adobes de pequeñas y variables dimensiones que debían estar dispues- tos para sostener los primeros arcos del acueducto, así como los otros adobes que permitiera ir ascen- diendo en rampa conforme crecieran en altura los arcos. La compra de cal que era obtenida por las mujeres con la venta de los textiles que confeccio- naban, la colocación en el lugar de trabajo para pre- parar la cal viva en artesas, posiblemente hechas con grandes ollas de barro o con bateas de madera que pudieran ser transportables de un lugar a otro, en donde apagaban la cal durante seis meses por lo menos, por lo cual era necesario contar hasta ese sitio con agua (seguramente obtenida en el río Papalote) que permitiera efectuar esta importante etapa que deshacía las piedras de cal hasta que que- daran como papilla. También requerían co- locar en grandes ollas los nopales y sábilas picados y mezclados con agua para em- plear la baba o gel que sueltan y que sirve como aglutinante, a fin de retardar el fraguado de la cal y también para uti- lizarlo como agente deslizan- te al momento de empastar y pulir para sellar los poros de las piedras, de tal fuerte que con esta técnica lograran una completa impermeabilización para evitar disgregación de los materiales de construcción del acueducto. Los adobes se hicieron de tamaño pequeño para poder ser manipulados fácilmente ya que eran de 42 a 50 cm de largo por 29 cm de ancho por 9 cm de espesor, 15 lo que supone que tuvieron que colocarse varias capas de adobes cuatrapeadas y coloca- 15 Todos estos adobes fueron medidos en campo con los restos que aun se conservan en cada vano del acueducto, en donde se aprecia perfectamente la medida que tuvieron. Imagen 12. Representación de tamemes prehispánicos cargando piedras para la construcción de un edificio (Fuente: Barlow, 1949, Códice Azcatitlan, plancha XIV)

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