Número 67

37 …abordadas por Voltaire de manera célebre y brillante, en su novela Cándi- do, o el optimismo, aparecida en 1759, y desde entonces un bestseller. En él, Voltaire combina la socarronería y la sátira aguda con una narrativa picante y una seria reflexión filosófica. Fue una pieza literaria de primera magnitud, ante la cual muy pocos filósofos o religiosos tradicionalistas podían esperar competir” (2013: 142) 6 La explicación del origen del terremoto basada en la idea del castigo divino, si bien extendida, careció de apoyo unánime. Y es que, al margen de las inter- pretaciones doctas, el simple hecho de que la mayor parte de los templos y con- ventos como espacios devocionales se desplomaran en Lisboa con el terremoto y de que, en contraste, la mayor parte de los burdeles hubiesen quedado en pie, resultó para muchos al menos un poco paradójica, si se tomaba por buena la explicación de que con el terremoto, los incendios y el maremoto consecutivos se trataba de castigar las conductas pecaminosas. La sensación de incoherencia se veía reforzada por el hecho de que ciudades europeas “no menos pecamino- sas” como Londres y París se habían librado del escarmiento divino, y el que precisamente gracias a ese escarmiento los criminales habían podido escapar de sus cárceles para continuar ejerciendo su oficio (Cardoso, 2007: 175; Lima, 2007: 50 y ss; Newitt, 2013: 142; Janin-Tivos, 2007). La tensión entre explicaciones se personalizó en dos figuras radicalmente contrapuestas: la del mismo Carvalho encabezando una toma de posición racionalista, que desde su inicio se abocó de manera práctica a lidiar con la catástrofe y al acopio de esfuerzos en la ciudad para atender la crisis, y la de Gabriel Malagrida, integrante de la poderosa orden de los jesuitas, llamando al arrepentimiento y a la observancia religiosa para prevenir una repetición de la ira di- vina que incluía como uno de los causantes a la corte misma en Lisboa, dados “los intolerables pe- cados de la vanidad, la poca frecuencia del culto y la vida mundana” (Lima, 2007: 53; Tavares, 2007). Las vehementes admoniciones de Malagrida motivaron no sólo una desatada petición de ab- soluciones e indulgencias, sino que fueron apo- yadas por las demás órdenes religiosas y por los oponentes políticos de Carvalho, de modo que aquello que se iniciaba aparentemente como una confrontación religiosa y filosófica, pronto tomó el giro de una violenta dimensión política (Lou- sada y Henriques, 2007: 187; Tavares, 2007; Ja - nin-Thivos, 2007; Newitt, 2013: 142). Ahora bien, si como afirma Newitt, un sismo u otro “desastre natural mayor” puede generar condiciones para que haya quien “usurpe funcio- 6 La obra es accesible en: http://st1.gatovolador . net/res/Candido.pdf y https://www.gutenberg.org/fi - les/19942/19942-h/19942-h.htm Imagen de Gabriel Malagrida, Bibliote- ca Nacional de Portugal. Fuente: http://purl.pt/22582/2/e-751-p_JP- G / e - 7 5 1 - p _ J P G _ 2 4 - C - R 0 1 5 0 / e - -751-p_0001_1_t24-C-R0150.jpg 95

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