Número 67
151 MEMORIAL DE AGRAVIOS Y PLIEGO PETITORIO CONSIDERANDOS El INAH atraviesa una de sus crisis más agudas desde su creación por el presidente Lázaro Cárdenas en 1939. Después de la creación de la Secretaría de Cultura, que desarticuló y desvinculó el binomio educación-cultura e incorporó al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a una Secretaría no solo nueva, sino minimizada en funciones y sin proyecto para atender las importantes tareas de la cultura nacional, el INAH se ha visto sometido a la más gravosa reducción de sus presupuestos y limitación, y por tanto, de sus funciones y actividades, afectándose seriamente las responsabilidades de atención del patrimonio cultural, con lo que museos, zonas arqueológicas y zonas de monumentos históricos padecen una severa desatención, poniendo en riesgo la riqueza cultural del país, sometida a tensiones extremas por el acelerado desarrollo social del país en un territorio que contiene abundantes restos de las culturas que han forjado nuestra identidad Nacional. El daño pudiera ser mayor si no fuera por la actitud comprometida de todos sus trabajadores que incluso, usando sus propios recursos han tratado de paliar la situación del Instituto. Pero más grave aún, es la carencia de un proyecto institucional que vincule la herencia cultural con el desarrollo material e inmaterial de la población, sometiendo el manejo del patrimonio a los intereses económicos que propician su mercantilización y convirtiéndolos en simples espectáculos. La gran capacidad de generación de conocimiento histórico y antropológico con que cuenta nuestro Instituto, se halla sometida a recursos raquíticos y muchas veces inexistentes, a pesar de que en el presupuesto de egresos de la Federación existen partidas etiquetadas específicamente para la investigación en el INAH. Hoy en día, las grandes inversiones se realizan en los megaproyectos vinculados con la actual administración federal, pero las carencias en los centros de trabajo van en aumento, tanto en recursos financieros como materiales y humanos; en este último sentido, la precarización del trabajo del personal contratado es un insulto a los derechos laborales y humanos de cientos de trabajadores y en particular, de profesionistas que son obligados por los funcionarios del propio Instituto a prestar sus servicios en condiciones ilegales. Las escuelas en las que se forman los cuadros que atienden el patrimonio cultural, de gran prestigio internacional, se encuentran en condiciones precarias y con carencias que rayan en la incuria.
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