Número 65
64 65 Las incursiones militares en las comunidades indígenas estaban enfocadas a sembrar el terror, tenían una manera codificada de proceder con actos extremos con asociaciones simbólicas. La vigilancia y la persecución militar dieron lugar a una situación de desplazamiento en la que la vida no sólo se veía comprometida en términos ma- teriales; los rituales tradicionales fundamentales para el bienestar colectivo se vieron limitados o simplemente no podían ser realizados en condi- ciones de nomadismo; los ancianos, depositarios de dichos saberes, fueron los primeros en morir frente a las condiciones de supervivencia (Wil- son 1991 citado por Salamanca, 2015: 66). Con la firma de los Acuerdos de Paz (1996) y los procesos de retorno, las personas refugiadas y desplazadas pudieron dejar la vida en la mon- taña, lo cual implicó construir de nuevo sus lo- calidades. En definitiva, la experiencia de orga- nización en la montaña y la toma de conciencia colectiva de la importancia del trabajo comuni- tario permitieron la construcción colectiva de nuevas aldeas. La población desplazada de sus hogares por la represión del Ejército, eran hombres, muje- res, niños y ancianos, en su mayoría indígenas y campesinos que se organizaron en las montañas y vivieron en una situación de desplazamiento. Posteriormente, se convirtieron en retornados a la vida sedentaria en tierras asignadas en el marco de las negociaciones de paz entre el go- bierno y la guerrilla. Esto tuvo como consecuen- cia la conformación de aldeas multilingües, ya que en una sola aldea se asentaron personas de distintos orígenes étnicos agrupados de acuerdo a un nuevo ordenamiento territorial conforma- do por políticas de la posguerra. En el año de 1998, como resultado de una se- rie de negociaciones con el Estado, un grupo de las CPR que sobrevivió en la sierra de Chamá re- cibió tierras pertenecientes a la finca El Tesoro, en la Zona Reina. Con el núcleo original confor- maron la aldea Unión 31 de mayo Xecoyeu, que posteriormente se fue dividiendo y conforma- ron otras aldeas. La mayoría de personas eran originarias del área ixil y de algunos municipios k’iches del departamento de Quiché, así como de localidades q’anjob’al del departamento de Hue- huetenango y q’eqch’i de las Verapaces (Colecti- vo Madre Selva, 2014: 28). Los años de resistencia en la montaña como CPR fortalecieron los vínculos comunitarios para constituir un nuevo asentamiento en las tierras que se les otorgó. La organización fue fundamental para la sobrevivencia en las montañas. Las aldeas de la Zona Reina tienen sus propias autoridades comunitarias conformadas por: alcaldes auxilia- res, comités comunitarios de desarrollo, comi- tés de agua y de mujeres (Colectivo Madre Selva, 2014: 25). Esta organización a nivel local, sirvió de base para la conformación de grupos de trabajo en torno a la generación de energía eléctrica. Las hidroeléctricas comunitarias se fueron estableciendo como parte de los procesos de re- construcción social de las comunidades que su- frieron desplazamiento de sus lugares de origen. Al asentarse en la finca El Tesoro las CPR-Sie- rra tuvieron que comenzar de nuevo, constru- yeron sus casas y establecieron sus cultivos. De esta manera, a nivel comunitario identificaron sus necesidades, de las cuales la electrificación fue una de sus prioridades, además de la salud y la educación: “Cuando llegamos aquí no había energía cerca y no se podía traer. Como somos CPR no teníamos nada, salimos de la montaña y llegamos aquí, no había nada, tampoco energía” (Técnico del proyecto de luz 31 de Mayo, entre- vista 2017). Y así lo refiere uno de los fundado- res del Proyecto Luz comunitaria: El Proyecto de Luz comunitaria, era un plantea- miento que hicimos desde antes de asentarnos aquí como CPR. En aquellos días platicamos du- rante trece años de persecución y de bombar- deo, de las masacres que cometió el Ejército en ese tiempo. Al fin se logró una solución que le llaman de Paz, aunque eso no se terminó ahí; al menos nosotros, nos unimos en ese tiempo y ya traíamos ese plan para cuando ya estamos aquí, en el asentamiento definitivo, entonces ya podemos empezar a construir lo que es la Luz comunitaria. (Fundador de la aldea Unión 31 de mayo, entrevista 2017). La hidroeléctrica comunitaria de la aldea Unión 31 de mayo Xecoyeu en Zona Reina, se llama “Luz de los Héroes y Mártires de la Re- sistencia”, lleva ese nombre que evoca a quienes murieron durante la guerra de contrainsurgen- cia y dieron: “su vida por el pueblo, es para de- cir que ellos les iluminan el camino del futuro”, refiere su fundador. Estas comunidades con la experiencia organizativa de las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) lograron es- tablecer su propio sistema de energía eléctrica (Colectivo Madre Selva, 2014). La pequeña hidroeléctrica comunitaria de la aldea Unión 31 de mayo, conocida entre la po- blación como “El proyecto de luz”, se logró po- ner en funcionamiento en el año 2012 después de 9 años de trabajo colectivo de planificación, construcción, operación y mantenimiento en los que participaron cientos de mujeres y hom- bres (Colectivo Madre Selva, 2014: 57). La Hidroeléctrica Comunitaria “Luz de los Héroes y Mártires de la Resistencia” genera 55 kilovatios/hora y beneficia a casi 500 familias de las localidades Unión 31 de mayo Xecoyeu, San Antonio la Nueva Esperanza, San Marcos la Nueva Libertad y El Tesoro 9 de marzo (Colecti- vo Madre Selva, 2014: 82). Al seguir el ejemplo de la Unión 31 de mayo, algunas aldeas vecinas han establecido su pro- pia hidroeléctrica comunitaria. Esto de acuerdo con uno de los integrantes del proyecto: La comunidad 31 de mayo tiene 6 años de servi- cio, la comunidad Lirio Putul dos años y La Taña casi uno. En La Gloria vimos que sí se puede aprovechar sus propios recursos de las comuni- dades, todo es tener la voluntad y la paciencia para buscar los fondos, para que nuestros hijos puedan aprovechar todo nuestro trabajo. (Inte- grante de la asociación del Proyecto La Gloria, entrevista 2017). En la aldea Lirio Putul funciona desde hace tres años una pequeña hidroeléctrica que bene- ficia a 60 familias que pagan 30 quetzales por el consumo de 25 kW al mes. Para el funcio- namiento de la hidroeléctrica se toma el agua de un acuífero, la bocatoma está en la montaña donde se hizo un pequeño embalse, después el agua se desvía por un canal de 500 metros hasta un tanque y de ahí cae por gravedad a la casa de máquinas construida a la orilla del río Pajuil, entra a la turbina, la mueve y produce energía que es enviada al gobernador y de ahí al gene- rador, después a un tablero de donde se envía al transformador que eleva la potencia para el consumo en los hogares y transmite la energía por los cables de alta tensión. La Asociación de Luz Comunitaria Nuevo Amanecer Zona Reina mantiene en funciona- miento otra hidroeléctrica comunitaria en la aldea La Taña. En ella se generan 90kW de po- tencia y utiliza solamente el 50% del caudal del río: “Este proyecto beneficia a 250 familias con Oficina de la Asociación “Luz de los Héroes y Már- tires de la Resistencia”. Fuente: Ana Pohlenz de Tavira, aldea Unión 31 de mayo Xecoyeu en Zona Reina, Quiché, Guatemala (2017).
RkJQdWJsaXNoZXIy MTA3MTQ=