Número 65

48 49 hileras disciplinadas que trasladan de mano en mano objetos, tiran de sogas, anhelan salvar si- quiera una vida (Monsiváis, 1988: 19). En este sentido aparecen acciones, prácticas colectivas y comunitarias, que despliegan las co- munidades o habitantes de colonias cuando se organizan y asumen los riesgos para enfrentan los desastres. Las cuales hay que decir no lo ha- cen sin disensos o disputas políticas, puesto que, como en los mismos casos de sismos e inundacio- nes en la ciudad de México, Puebla, Oaxaca y Ta- basco, ocurren en un sedimentado campo político de actuación de organización gremiales como la Confederación Nacional Campesina (CNC), Con- federación de Trabajadores en México (CTM) o el Movimiento Antorchista Nacional, entre otros. Y en entrelazamientos políticos, económicos y jurí- dicos altamente complejos de municipios, gobier- nos estatales y federal, empresas trasnacionales, partidos políticos y organizaciones sociales. Lo que a su vez est á travesado y determinado por la propiedad ejidal, comunal y privada. De esa manera el riesgo de tipo hidrometeo- rológico y los desastres, desde nuestro punto de vista, pueden ser atendidos y estudiados desde el propio espacio social de los pueblos, colonias y ba- rrios, el cual es contradictorio, está lleno de diálo- go y desacuerdos políticos, pero que en el caso de la organización comunitaria de las comunidades Imagen que describe una idea naturalista del desastre en inundaciones en Juchitán, Oaxaca. Fuente: Noticias, voz e imagen de Oaxaca, sábado 02 de octubre de 1999. Escurrimientos de agua e inundaciones en las calles de la colonia Morales, San Luis Potosí. Fuente: Talledos (2018).

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